ANOTACIONES AL MARGEN / OPINIÓN

Yo no veía 'Sálvame', pero…

Desde la gente de bien de Feijóo hasta los progres de la izquierda celebran la caída del emblema de la telebasura con más alegría que la subida del sueldo: seremos mejores sin ese despreciable producto en la oferta televisiva

30/06/2023 - 

En el Deluxe comentaban «aquí huele a muerto», el viernes en que se supo que Sálvame dejaría de emitirse en junio. Uno de sus colaboradores estrella, Kiko Matamoros, no tardó en agradecer «el cariño de tanta buena gente denostada por vernos». Porque, cada vez que se califica de telebasura a un programa, se entiende, por extensión, que sus espectadores son 'comebasuras', por no escribir la palabra malsonante en la que están pensando. «No, no, no es eso», exclaman de inmediato los que se creen miembros de inexistentes tribunales de evaluación de la calidad televisiva. El público no tiene la culpa. Entonces es todavía peor: «perdónalos, porque no saben lo que ven». Yo no veía Sálvame, pero podría haberlo visto. Simplemente prefiero los culebrones de toda la vida. Pero algunos siguen dando lecciones sobre los males de consumir productos que no les gustan, aunque ni siquiera los vean, porque, en este país, tanto se es analista televisivo como entrenador de fútbol. Y, en cuestión de efectos perniciosos, bastante peor es la manipulación consciente del relato de la actualidad política, la desinformación y la agitprop en espacios de todo pelaje y condición, de mañana, tarde y noche. 

Muchos de los más jóvenes espectadores de Sálvame, hartos del desdén y las miradas por encima del hombro, instauraron la etiqueta #YoVeoSálvame en las redes sociales como signo de pertenencia a un grupo o modo de hacer una peineta a los que les desprecian. Al conocer su cancelación, los más devotos propusieron otro hastag identitario: #SálvameNoSeToca, una agónica protesta ante la inapelable decisión de Mediaset España.

"Bastante peor es la manipulación del relato de la actualidad política, la desinformación y la 'agitprop' en espacios de todo pelaje y condición"

Más de seiscientos cincuenta profesionales han formado parte del equipo, contaba su hacedora, La Fábrica de la Tele, en el comunicado del lunes de después de enterarse, por la prensa, de la cancelación de su buque insignia. El programa empezaba esa tarde con sus caras más visibles preparando su currículum vintage. Siempre fueron muy ocurrentes. Hasta recibieron un premio Iris de la Academia de Televisión en 2019, «por su carácter innovador, por haber cambiado el lenguaje televisivo», y se despiden haciendo gala de su huella en la cultura popular como otros legendarios programas.

Desde luego, el híbrido sucesor de Crónicas marcianas, Tómbola y Aquí hay tomate, con forma de acogedor magacín donde todo cabe y alma de reality rosa en el que sus colaboradores eran a la vez comentaristas y protagonistas, logró la complicidad con su público con el que compartía sus tripas: cámaras, cables y focos. 

Los fusionados tertulianos, famosillos y concursantes de Gran Hermano o Mujeres y hombres y viceversa, se atrevieron a casi todo por el show. Grandes peleas y reconciliaciones, lágrimas y risas, desfiles y disfraces. Todo tipo de payasadas en sentido estricto; no en vano fue calificado de circo. Belén Esteban gritaba exultante que trabajaban para entretener mientras recogía el galardón de la crítica televisiva. Fue un reconocimiento profesional, pero fuera del sector, Sálvame siempre tuvo muy mala reputación. Claman los haters por contar con espacios que huyan de la chabacanería y no supongan un ataque al intelecto. Pero esa programación ya existe: tenemos La 2, repleta de magníficos formatos de periodismo en profundidad, documentales y cultura.

La nueva dirección de Mediaset achaca su pérdida de liderazgo a la crisis de imagen corporativa. Quieren hacer una tele más familiar, y también más política, justo lo que rechazaba Paolo Vasile. Quieren ser como Antena 3, la cadena más vista en 2022, tras diez años ininterrumpidos con Telecinco en ese primer puesto. Pretenden pasar del fucsia al blanco, dejando atrás su esencia. Es un plan arriesgado y muy difícil de ejecutar, pero sus motivos tendrán. 

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El Hormiguero, mediante una rudimentaria aplicación, ha recreado la voz de difuntos para ponérselos a sus familiares. Un truco como de feria del XIX que no tiene nada de nuevo. Ya lo puso en marcha Anne Germain en Telecinco –y Portugal- con gran éxito sin necesidad alguna de IA, lo hacía con sus poderes mágicos. Eso sí, empezó con famosos. Y luego, con las grandes artes de Mediaset, pasó a víctimas de crímenes polémicos. Ahora reside en Alicante y enseña reiki

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