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COMO AYER / OPINIÓN

Veraneos de ayer en Santiago de la Ribera

25/07/2024 - 

MURCIA. Los ayeres veraniegos siempre han hecho una incursión estival en las playas del Mar Menor, que son las que este escribidor frecuentó desde niño.

Santiago de la Ribera fue durante mucho tiempo el lugar de veraneo de conocidas familias murcianas, y esa condición de lugar de reposo y baños a orillas de nuestra singular albufera la adquirió desde bien pronto el poblado vacacional fundado en 1888 por José María Barnuevo Rodrigo de Villamayor, caballero de la Orden de Santiago.

"Definía el lugar del Mar Menor como pintoresco y delicioso"

De esta condición derivó la denominación de la nueva población, sita en los terrenos linderos con el mar de la enorme finca de Torre Mínguez, cuya casa se situaba, y aún se localiza, a unos 350 metros de la playa y, más en concreto, del bonito chalet que los Barnuevo construyeron posteriormente frente al mar.

En fecha tan temprana como el mes de junio de 1890, ya se ofrecían "tres casas nuevas para la temporada de baños, situadas en San Javier, Santiago de la Ribera, junto al mar".

Y ese mismo verano, una carta al director del Diario de Murcia, el gran escritor, poeta y periodista José Martínez Tornel, suscrita por el también escritor Andrés Blanco, nos ofrece algunos detalles de interés sobre los primeros veraneos en Santiago de la Ribera.

Definía el lugar del Mar Menor como "pintoresco y delicioso", destacando que los vientos fuertes, que tanto alteraban las olas de la bahía de Torrevieja, "apenas si aquí agitan la superficie de las aguas, por lo que resulta un baño delicioso a cualquier hora del día, y los bañistas acuden en número mucho mayor que en años anteriores".

"Uno recuerda los años en los que era impensable salir por el paseo si no se iba adecuadamente vestido"

Contaba también Andrés Blanco que ya había bastantes casas, alquiladas todas, y apuntaba que serían más "si el dueño del terreno no hubiera puesto un censo tan crecido a los solares". Las familias que formaban aquella inicial colonia veraniega eran los Alarcón, Perea, Guillén, Ruiz, Avilés, una procedente de Albacete y la suya. En total, unas 50 personas.

Había además "una porción de casetas a lo largo de la playa o en la sombra de los árboles, donde pasan pequeñas temporadas familias de Pacheco, Sucina, el campo y otros puntos, renovándose sin cesar y alegrando estos sitios con garridas mozas que bailan y cantan y lucen su hermosura y sus pintorescos y típicos trajes del país".

A todo ello se sumaba que acudían a los baños multitud de familias de San Javier y no pocas murcianas residentes en sus posesiones del campo, como los Peñacerrada, Cortina, Sandoval, Guirao, Montesinos, Avalle, Ledesma, García Alix y otras, "todas las cuales dan a la playa una gran animación desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde".

En el año 1896 ya se da cuenta en la prensa de la solemne función religiosa que tuvo lugar en la ermita erigida por los Barnuevo con motivo de la festividad del apóstol Santiago, que se completó por la tarde, con gran concurrencia de público, con la música de la banda de música de San Javier, además de la presencia de "infinidad de puestos de cascaruja y dulces y algunas horchaterías".

Antigua imagen de Santiago, ya sin espada y con la cabeza del moro reconvertida en roca.   

La ermita, donde fueron enterrados a su fallecimiento los fundadores, subsistió hasta que tras ser convertida en parroquia, el 1 de julio de 1968, y ante la evidente insuficiencia de sus dimensiones para acoger el creciente número de veraneantes, fue derruida y construida la actual, bendecida por el obispo Miguel Roca el 7 de mayo de 1970.

Hubo en el desaparecido templo una imagen del apóstol que le da nombre al poblado y a la parroquia en una actitud muy propia de los tiempos en que comenzó a dársele culto: vestido de peregrino, mirada a lo alto, espada en la mano diestra, estandarte en la izquierda y, bajo su pie izquierdo, la cabeza de un moro derrotado, en alusión a la legendaria batalla de Clavijo, en el año 844, en la que es tradición que apareció el apóstol a caballo propiciando la victoria cristiana.

"Un hito en la historia de santiago de la ribera, y un acontecimiento en verano, fue la creación en 1918 del Club Náutico o Club de Regatas"

La imagen, retirada del culto tras el estreno de la nueva iglesia, pasó a la casa de Torre Mínguez, donde tuve ocasión de contemplarla de cerca en la primera mitad de los años 90 por gentileza de Antonio Barnuevo Marín-Barnuevo, nieto del fundador de La Ribera. Y años después regresó a la parroquia, pese a que ya contaban con una talla moderna, que es la que sale en procesión el día 25 de julio. El antiguo Santiago fue adaptado a los nuevos tiempos en su momento, y la espada desapareció de su mano derecha a la vez que la cabeza del musulmán se transformaba en una roca.    

Un hito en la historia de Santiago de la Ribera, y un acontecimiento para la población veraneante, supuso la creación en 1918 del Club Náutico o Club de Regatas, cuyo balneario, al estilo de la época, se alzó como sede en el que con el tiempo se llamó paseo de Colón hasta la inauguración en el año 1971 del actual, de moderno diseño debido al arquitecto Fernando Garrido.

De este modo, las pruebas náuticas, pero también la vida social agitada por las verbenas veraniegas, donde se daba cita el veraneo ribereño "de toda la vida", cambiaron el escenario de los felices años 20 por la innovación setentera del reconocido arquitecto jienense afincado en Murcia, autor también de alguno de los identificativos "rascacielos" que se alzan en primera línea, fruto de la explosión turística de los años 60.

Uno todavía recuerda los años en los que era impensable salir por el paseo de Santiago de la Ribera, a dar una vuelta al caer la tarde, si no se iba adecuadamente vestido. Y eso, a pesar de que las dos hileras de casas de veraneantes frente al mar iban quedando en el olvido con la constante urbanización de lo que hasta pocos años antes aún era campo y la consiguiente multiplicación del número de veraneantes.

Un fenómeno que, sumado al paso de los años y del modelo de sociedad, desdibujó pronto una forma de pasar las vacaciones de la que apenas quedan vestigios.

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