el gato en la talega / OPINIÓN

Una mirada hacia Cartagena y su Semana Santa

FOTO: IVAN URQUÍZAR
10/04/2023 - 

CARTAGENA. Una de las cosas que ha funcionado en la Semana Santa de Cartagena ha sido la compra de sillas online. Un sistema operativo, cómodo y bien organizado, que te permite decidir sobre la marcha. Las cuadrillas de chavales y chavalas de color azul han sido fácilmente identificables y han dotado de un halo de frescura a un servicio que, en ocasiones, era todo lo contrario.

Precisamente, que la juventud forma parte de los desfiles pasionales integrando en ellos sus hábitos, ya sea en terrazas de bares, de pie en cualquier esquina por la que pasa la procesión, con los móviles en la mano para compartir al instante su presencia y participación en el sentir que tantos años invade la ciudad, es un hecho.

El Viernes Santo en Cartagena procesionamos los marrajos, por más dátiles que se les atraganten en el cabildo rojo. Ya digo que aún fuesen los amos de Santa María y la cerrasen bajo siete llaves fracasarían estrepitosamente. Para más inri del suyo, en este día y el Sábado de Pasión, los jóvenes inundan las calles ya sea acudiendo masivamente a La Llamada de las 00:05h, a la salida de las tres procesiones que formarán El Encuentro de forma escalonada desde las 02:00h, a este mismo o a su recogida, para dormir apenas unas horas y volver a la calle este año una hora antes, a las 20:00h, hora en la que salió la procesión del Santo Entierro con total acierto, dada la todavía mayor afluencia de público asistente y la posibilidad de cohesionar esas 72h horas marrajas de forma ágil para los cofrades.

"Diversos y, a la vez, unidos con rigor cronológico de los textos bíblicos"

Bullicio, juventud, algarabía, tambores y cornetas con los que abren paso los Granaderos y Soldados Romanos morados para anunciar nuestros tres desfiles diferentes unos de otros, por salida, recorrido, contenido. Diversos y, a la vez, unidos con rigor cronológico de los textos bíblicos. La energía que tomamos en el estallido de Micaelas y Pericos Pelaos nos permite no dormir en un periodo extenso dando lo mejor. Por poner un ejemplo, hay chavales que salen con el Tercio de Granaderos Marrajos en La Llamada, se cambian en la cofradía para seguir desfilando como escoltas de La Pequeñica en la madrugada y a las siete de la tarde hacen pasacalles para luego incorporarse a la procesión. Unas pocas horas después afrontan la del sábado. Eso es pasión.

En el marco de favorecer esa participación de las nuevas generaciones, la UPCT y la Agrupación Cristo de Medinaceli y Santas Mujeres han acordado incentivar al alumnado en las procesiones recogiendo lo que va más allá del sentimiento religioso y pasa al ámbito de conocimiento histórico y cultural. Esto es posible porque en Cartagena se incluye el patrimonio integrado en sus desfiles pasionales. El consabido turismo de sol y playa que tantas páginas llena en estos días como un adelanto a los casi seis meses veraniegos tiene en las procesiones una apuesta turística de primer orden que enriquece y hace único lo que de otro modo es reproducible en otra estancia junto al mar.

La arquitectura de Cartagena acompaña a la procesión: las fotos dan fe, porque con poquito que enfoques, el marco es extraordinario y acogedor. Las procesiones desfilan sobre una calzada romana subterránea, por así decirlo, entre bonitas obras modernistas, con un paso característico que dota de movimiento armónico a todo el conjunto.

"Este año se cumplen 15 desde mi primera salida con las Santas Mujeres"

Este año se cumplen 15 desde mi primera salida con las Santas Mujeres. Ser portapasos era algo que deseaba, por un lado, por mis espíritu igualitario, pero por otro, porque esta agrupación sale del Rectorado de mi universidad, la UPCT. Y por supuesto, porque es mi cofradía, requisito indispensable que va conmigo. El orden, el paso, la profesionalidad y un tremendo intimismo femenino envuelven en un halo mágico el desfile de las Santas Mujeres. Al cumplirse esta fecha, la agrupación entrega un azulejo conmemorativo. Tengo que agradecer las palabras de cariño y el precioso momento en el que los aplausos fueron en lengua de signos gracias a sugerencia de una compañera también sorda. A pie de trono, la mañana del mismo sábado en el que procesionamos, para un tallaje estricto, para unos momentos de compañerismo, veo el escudo azul de esa UPCT en la que el doctorado en ingeniería agrónoma me llevo a pasar casi nueve años en los que fui la única persona sorda profunda, casi sin darme cuenta ni yo misma.

En este desfile, es imposible no sustraerse a la mirada de las mujeres. Tantas cosas han cambiado, siendo una de las más tardías la de portar un trono a hombros por nosotras. Me emocionan especialmente señoras mayores que asienten enérgicamente a nuestro paso, aplauden con fuerza, nos lanzan un "vivan las mujeres", nos sonríen. De alguna manera, se sienten parte. Como si ellas estuviesen metiendo el hombro y hubiesen logrado tantas cosas en su vida, por todas nosotras. Me emocionan también las mujeres en la mitad de su vida, inmersas en conciliar o en crecer profesionalmente, que miran desde la fortaleza y la esperanza. También las niñas, cuyas madres y abuelas les explican lo que representamos y en sus ojos abiertos como platos se lee la determinación. Y ellos están ahí, aplaudiendo y puestos en pie, hombres que nos acompañan, compañeros de un camino, que miran con admiración y respeto el paso largo, corto, los desniveles, las curvas cerradas que tomamos con elegancia y un baile que es un todo. Lo veo. La mirada lo es todo cuando no es audible ni siquiera el tambor.

Espero llegar a los 25 llevando ese trono, aunque no será tampoco una cuestión de salir achaparrada porque es importante sumar a ese todo. Como en la imagen, habré disfrutado lo que no está escrito mirado al horizonte azul, portando la carga que me corresponde, en femenino, como nuestra Salve.

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