CARTAGENA. El 16 de julio, viernes, los miembros del Consejo Interuniversitario de la Región de Murcia se reunieron en el lorquino palacete Huerto Ruano, sitio elegido para realzar el debate sobre la concesión del título en Terapia Ocupacional a la Facultad de Ciencias Sociosanitarias del campus universitario de Lorca (LCU). Como se sabe, el Consejo Interuniversitario emite informes preceptivos, aunque no vinculantes, sobre la concesión y la derogación de títulos universitarios en la Región, una vez que han superado el examen de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Evaluación (ANECA). Acertadamente, uno de los Gobiernos de Ramón Luis Valcárcel decidió no crear su propia agencia evaluadora, que se vería sometida a fuertes presiones en un sistema tan reducido como el de una región uniprovincial.
Durante el debate parlamentario de creación de la UPCT se forjó un acuerdo para estudiar la posibilidad implantar estudios universitarios en Lorca, bajo cuyo amparo el socialista Miguel Navarro, el mismo alcalde que adquirió en 1996 el palacete, y el presidente Valcárcel, del PP, concretaron en 2007 la fundación de un campus especializado en Ciencias de la Salud. Desde hace diez años, la Universidad de Murcia (UM) imparte con éxito enseñanzas de Enfermería y de Nutrición y Dietética en ese campus, regido por un Consorcio en el que participan el Ayuntamiento, las consejerías competentes en Universidades y en Educación, la Cámara de Comercio, Ceclor, ahora presidida por el joven empresario Juan Jódar, y las dos universidades públicas de la región.
"Nines mazuecos y Valle miguélez salieron contentas del Consejo Interuniversitario porque se logró una unanimidad favorable al deseado tercer título sanitario del campus"
Se encontró el Consorcio hace años en trance de disolución porque el entonces consejero Ballesta no lo veía útil, pero logró superar esa amenaza gracias a cinco actores: José Antonio Cobacho, rector de la UM; Eusebio Abellán, presidente de la Cámara de Comercio; los dos últimos alcaldes, el popular Francisco Jódar y el socialista Diego José Mateos; y el posterior consejero de Educación, Pedro Antonio Sánchez, que optó por mantenerlo, cosa que Lorca debe agradecerle. Parece que el Consorcio funciona bien porque, una vez finalizada la sesión, la concejala socialista Nines Mazuecos, siempre pendiente del campus, trasmitió la felicitación de la consejera del ramo, Valle Miguélez, a su escaso personal por el feliz desempeño de sus tareas. Ambas, Nines y Valle, salieron contentas del Consejo Interuniversitario porque se logró una unanimidad favorable al deseado tercer título sanitario del campus.
Viene al pelo ese título, cuyos profesionales con frecuencia tratan a ancianos con déficits cognitivos, toda vez que la fundación Poncemar ha levantado, en los terrenos del campus, un vanguardista Centro de Día para mayores, dotado asimismo de un alegre jardín de infancia para facilitar el vínculo entre niños y ancianos. El edificio fue diseñado por el arquitecto lorquino Simón Ángel Ros y su hija Carmen, a la que el diario El País realizó hace poco una extensa entrevista sobre la problemática de las jóvenes tituladas españolas, iniciativa paralela a la del lorquino Club del Optimismo, donde habló con facundia. Está de moda la recién casada arquitecta. Pues bien, el casi trasparente recinto del Centro de Día incluye una sala sensorial avanzada, una cocina domótica y un espacio para la investigación; una magnífica construcción, en suma, que no desmerece de los edificios académicos del campus, que resistieron sin apenas daños el terremoto de 2011.
Su erección es mérito de la Fundación Poncemar, que desarrolla una generosa labor de apoyo a las personas de más edad de Lorca, guiada por un patronato constituido por el alcalde de Lorca, el juez decano de los juzgados de Lorca, el director de la entidad bancaria más antigua de Lorca, y el jefe de servicio de la unidad de Medicina Interna del hospital Rafael Méndez. Su gerente, Luis Martínez, que ha logrado consolidar un difícil equilibrio entre operar sin ánimo de lucro y mantener la autosuficiencia financiera, no solo ha dado sobradas muestras de haber entendido bien los objetivos del campus sino que los ha enriquecido con la muy adecuada idea de impulsar investigaciones en Geriatría en colaboración con los profesores y los profesionales del hospital Rafael Méndez.
De hecho, la llamada "casa del capitán", anexa al campus, ha sido adecuada como sede la cátedra de Geriatría que ya viene funcionando. Proyecto ilusionante, está pendiente el Centro de Día de que la consejería de Asuntos Sociales le concierte una decena de plazas, cuestión que la vicepresidenta, Isabel Franco, a la que el Aparecido dedicará este verano un pasico, debería conceder suficiente atención. La visita que el 9 de julio realizaron Raquel Cancela, la secretaria general, y Raúl Nortes, gerente del IMAS, indica una predisposición favorable, aunque quizás Poncemar debería haberse dirigido a esa consejería en una etapa anterior. No importa; tenga la certeza Franco de que apoyar el Centro de Día será beneficioso para la UM, la ciudad de Lorca, y su propio creciente prestigio, sin tener en cuenta el dato, que sería rastrero recordar aquí, de que el presidente regional, Miras, es prácticamente lorquino. Como dice el alcalde, un Centro de Día insertado en un campus sociosanitario y con una vertiente investigadora es una experiencia única en España, que acaso acabará creando escuela. Y tampoco estaría mal que la UM pensase en la posibilidad de desarrollar algunas de sus actividades de la Universidad de Mayores en el campus lorquino.
El éxito del informe sobre Terapia Ocupacional viene a adornar los frutos de la persistente actuación de la UM en Lorca, la iniciativa de Poncemar para abrir un Centro de Día en el campus y potenciar allí la investigación geriátrica, el apoyo constante del Ayuntamiento de Lorca, y la gestión de los empleados del Consorcio; sin embargo, no cabe decir lo mismo del intento que hicieron los que diseñaron el campus de establecer puentes entre los estudios universitarios y los de Formación Profesional. Para facilitarlo, junto a los edificios universitarios se construyó un estupendo centro de Formación Profesional, pero hasta el momento la prevista aproximación entre ambos colectivos no ha cuajado. Se dice que la Ley de Universidades que está pergeñando el venerable ministro Castells contiene artículos para estimular la colaboración entre la Formación Profesional y la Universidad, pero esa ley sigue sin ver la luz. Si, en el hueco entre dos de sus columnas en La Vanguardia para defender el separatismo catalán, el ministro encontrase tiempo para culminar la anunciada ley, muchos se lo agradeceríamos.
En la misma sesión del Consejo Interuniversitario también salió por unanimidad autorizar a la UM un máster en Criminología y Delincuencia, materia de moda por la efervescencia de los asesinos en serie, en el doble sentido criminal y televisivo de la palabra "serie". Con ese título se completa el ascendente camino de ese tipo de estudios en la UM, que empezó con título de graduado y prosiguió con un programa de doctorado. Habrá, pues, que felicitar el rector, José Luján, por su doble éxito: el de Terapia Ocupacional y el del máster de Criminología.
En lo que no hubo unanimidad fue en autorizar 60 plazas para estudiar Medicina en el campus de Cartagena de la UCAM; en su lugar, hubo un tenso debate que acaso sintiesen hasta los vidrios soplados de los balaustres de la majestuosa escalera interna de Huerto Ruano, procedentes de la cartagenera fábrica de Santa Lucía, pero, como se emplearon argumentos de gran enjundia, ese debate merece un pasico aparte.
JR Medina Precioso