En el viaje de una empresa, todos estamos en el mismo barco, pero no todos remamos igual. Hay quienes se lanzan al timón, quienes ajustan las velas y luego están los que disfrutan de la brisa sin levantar un dedo…
¿Eres tripulante o pasajero? Y, más importante aún, ¿qué implica estar en uno u otro rol?
Los tripulantes son los que cargan con la mayor responsabilidad. Son los que mueven la nave, a veces remando contracorriente o solucionando tormentas inesperadas. Tienen el privilegio de decidir el rumbo y de ser parte activa del viaje, pero también llevan el peso de la travesía sobre sus hombros. Su mayor recompensa: la satisfacción de saber que, sin ellos, el barco no se movería. ¿La desventaja? Muchas veces, no tienen tiempo ni para disfrutar de la cubierta.
Por otro lado, están los pasajeros. Viven el viaje con tranquilidad, admirando el paisaje y esperando llegar al destino cómodamente. Ser pasajero tiene sus ventajas: menos preocupaciones, menos responsabilidades y más tiempo para disfrutar de lo que otros construyen. Como pasajeros también tienen la creencia de que pueden quejarse porque el servicio no ha sido satisfactorio… Pero hay un precio: poca influencia en el rumbo y el riesgo de quedarse fuera si el barco no llega a donde esperaban.
La clave está en el equilibrio. Una empresa con demasiados tripulantes puede perder eficiencia; no todos pueden agarrar el timón. Pero si hay demasiados pasajeros, el barco se queda anclado. Y aquí viene la gran pregunta: ¿el rol que ocupas es el que realmente deseas?
Si eres tripulante, recuerda que liderar también implica saber cuándo disfrutar de la brisa. Y si eres pasajero, quizás sea hora de tomar un remo y aportar al movimiento del barco. Al final, el éxito no depende solo de quién dirige, sino de que todos entiendan que este viaje es compartido.
¿Y tú? ¿Eres quien rema, quien observa o quien está pensando en saltar al agua?
Mª José Bernal
Responsable de Comunicación Interna y RSC en Fripozo
Cátedra Mujer Empresaria y Directiva