Esta última columna de 2024 de WOMEN TALKS la quiero ocupar yo. Estoy profundamente agradecida de que Murcia Plaza nos ofrezca este espacio para que nosotras, las mujeres de la Cátedra de Mujer empresaria y directiva, podamos transmitir a la sociedad nuestras inquietudes y nuestras opiniones.
Son momentos de hacer balance: miramos atrás y han pasado muchas cosas en 2024, todo cambia muy rápido… En lo personal para mí ha sido un año de pérdidas, también de grandes cambios, pero lo que más siento es que están pasando cosas muy dramáticas, y no sé si es por mis circunstancias particulares, pero creo que he perdido la capacidad de impresionarme, o ¿será que me estoy haciendo mayor? ¿O las dos cosas?
Para hacer un balance de este año 2024 recurriré a la famosa poesía de Ramón de Campoamor, que resume el contexto en el que os hemos acostumbrado a movernos:
«Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira»
(Doloras, 1846)
La polarización es la norma en un Estado en el que la hiperregulación y la burocracia son asfixiantes. El ser se esconde tras el estar. Gobernar desde el BOE convierte en anecdótico el objetivo, habitualmente loable, para que triunfen las reglas. Las empresas españolas siguen enfrentando una carga regulatoria excesiva. Según el informe Doing Business 2024, el 87% de los empresarios considera que la burocracia es uno de los principales obstáculos para el crecimiento, especialmente en sectores estratégicos como la construcción y la energía. (Banco Mundial, 2024).
Esta realidad también ha sido señalada en el reciente Informe Draghi (2024) sobre la Competitividad en Europa, que destacó que España es uno de los países europeos con mayor densidad normativa, pero menor eficiencia en su implementación. Según el informe, esta situación genera una pérdida estimada de hasta el 2% del PIB anual. (Informe Draghi, 2024).
Y lo que es más triste es su falta de eficacia, ya que esta maraña normativa a veces se hace a espaldas de los sectores interesados consiguiendo efectos nulos e incluso contrarios. El control previo mediante papeles y más papeles tampoco ha logrado prevenir la corrupción, dejando en evidencia su falta de eficacia.
Existe una gran desafección de los ciudadanos de sus políticos, y parece que ya no importa porque en España siempre salimos adelante.
"Este año nuevamente la sociedad civil ha sabido dar la talla, especialmente los jóvenes"
Este año nuevamente la sociedad civil ha sabido dar la talla, como también lo demostró en la pandemia de la COVID-19. Desastres naturales como el provocado por la DANA en Valencia con la pérdida de 231 vidas y daños materiales estimados en 3.500 millones de euros. Hemos sentido emoción al ver la respuesta de la sociedad civil, especialmente de los jóvenes. Un sentimiento de pueblo unido en la adversidad, triste pero bonito a la vez.
También hemos de sentirnos orgullosos por el gran avance en el papel de la mujer en la sociedad. España se ha posicionado en el cuarto lugar del índice anual de igualdad de género de la UE, con 76,7 puntos, superando la media europea de 71 puntos, aunque queda mucho por hacer.
La brecha educativa de género se ha ampliado, con un 58% de mujeres entre 25 y 34 años con título superior en 2023, frente al 46% de hombres. Esta diferencia de 12 puntos ha aumentado significativamente desde el año 2000, reflejando una tendencia que plantea nuevos desafíos sociales y económicos. (Instituto Europeo para la Igualdad de Género, 2024; Adecco, 2024).
Serían muchos los temas a debatir, que esperamos llenen esta columna en el próximo año. Para mí es destacable el tema de la inmigración, otro ejemplo de cómo un fin loable se convierte en una situación socialmente penosa. Tenemos que abrir también el melón de la educación; en tiempos que todo cambia muy rápido la burocracia universitaria también se torna ineficaz.
Estos problemas estructurales muestran que España necesita no más normas, sino mejores normas: regulaciones funcionales y diseñadas para solucionar problemas reales, no para crear nuevas barreras.
Y como siempre expondremos nuestros mejores deseos para 2025. De cara al próximo año, a mi parecer, deberíamos centrarnos en:
1. Simplificar: Es fundamental reducir la burocracia para que las empresas puedan innovar. Según el informe del Banco Mundial, una simplificación del 15% en los trámites administrativos podría aumentar el PIB un 1,3%. (Banco Mundial, 2024).
2. Fortalecer la transparencia institucional: Mejorar los mecanismos de control y supervisión es clave, países con sistemas más ágiles y transparentes reportan un 30% menos de casos de corrupción.
3. Priorizar la cohesión social: Las desigualdades sociales y de género requieren políticas inclusivas que trasciendan los discursos y se materialicen en cambios concretos. Según el último informe de Oxfam, la brecha de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre se ha ampliado un 4% en los últimos cinco años. (Oxfam, 2024).
Y la moraleja de 2024: Si algo nos ha enseñado este año es que los problemas estructurales no se resuelven con improvisación, ni con liderazgos que miran más al corto plazo que al bienestar colectivo. Pero también hemos aprendido que, cuando las mujeres tienen un papel central en las decisiones, los resultados no solo son más justos, sino más sostenibles y eficientes.
Así que, de cara al futuro, debemos recordar: la calidad de nuestras soluciones dependerá de a quién sentemos en la mesa para diseñarlas. En 2025, que la ambición sea de todos, pero, sobre todo, para todos.
Desde la Catedra de Mujer Empresaria y directiva os deseamos feliz año 2025.
Isabel Martínez Conesa
Catedrática de Economía Financiera y Contabilidad. UMU
Directora de la Catedra de Mujer Empresaria y Directiva