La Región de Murcia avanza hacia unas elecciones sin vencedores. No serán las campanas de la victoria las que suenen el próximo 28 de mayo, pues los réquiem inundarán sin excepción las sedes de los partidos.
Al menos, eso es lo que nos auguran las encuestas publicadas hasta el momento, pues el PP no solo no logra la ansiada mayoría absoluta, sino que el CIS además le aleja de una posición ventajosa -con más de 20 escaños- para forzar la investidura y capear la legislatura sin demasiadas concesiones.
No nos engañemos, López Miras ya se puede considerar un superviviente nato. Un sustituto que llegó para quedarse y que ha logrado aferrarse al mando con una soltura que muchos desearían para sí. Nada hace augurar por tanto que el presidente vaya a perder ni una gota de poder tras las próximas elecciones, lo que no significa que vaya a ser un gobierno cómodo para él con la mosca de Vox revoloteándole continuamente detrás de la oreja.
Demasiado pesimismo quizá para el partido que se espera que gane holgadamente las elecciones. No es para menos, la dirección nacional ya ha dejado claro que quiere vencedores sin "peros" y Juanma Moreno ya marcó el camino en Andalucía. Tras casi 30 años de gobiernos populares no hay excusa para un triunfo a medias tintas.
En una situación más precaria se encuentra el PSOE de Vélez, que -a falta de una campaña inesperada que le haga relanzar su imagen- espera no solo perder ante Miras, sino empeorar la marca que había dejado su predecesor.
"No serán las campanas de la victoria las que suenen el próximo 28 de mayo"
Y es que Diego Conesa no pudo aprovechar el impulso de 2019 con un Sánchez recién instalado en Moncloa para materializar la investidura, pero sí se posicionó como fuerza más votada con 17 diputados. Ahora ese objetivo parece inalcanzable para un Vélez que parece debatirse entre la irrelevancia y la irrelevancia absoluta.
No deja de ser cierto que un partido como el PSOE siempre tiene un mínimo de votantes fieles que impiden una caída monumental, pero con un Ciudadanos fuera del mapa los socialistas deberían ser capaces de absorber el electorado de centro en lugar de perder cada vez más terreno. 14 diputados no serían aceptables y Vélez lo sabe.
Vox es uno de los púgiles que se prometen más vencedores. En su caso, no puede hablarse de una derrota como tal pues mejoran su actual resultado y esperan, además de mantener bajo custodia la llave del Gobierno, ser claves para el funcionamiento de una legislatura en la que aún quedan muchos Presupuestos por aprobar.
No obstante, cumplir el rol de hermano pequeño del PP que presta sus votos cuando toca es un papel que queda muy pequeño a una agrupación de tanta ambición. Cabe recordar también que Vox ya fue la fuerza más votada en las pasadas elecciones generales y, aunque Antelo no es Abascal, ser tercera fuerza a una distancia tan abismal de los partidos mayoritarios hace parecer que no se han presentado a las elecciones para competir.
Queda por analizar la candidatura de Podemos IU que, irónicamente, parece ser la que más acabará festejando. Mucho tiene que remar el bloque de la izquierda -que requiere de un PSOE mucho más fuerte de lo que hemos visto hasta ahora- para poder equipararse siquiera a los partidos de la derecha, así que ante la inminente derrota a María Marín no le queda más que celebrar su propio logro si consigue mejorar sus anteriores resultados y alcanzar un grupo propio.
Triste es que el partido que menos votos recibirá -de entre aquellos que se espera que entren en la Asamblea- sea el que más feliz pueda estar el 28M, pero la organización no puede marcar otro objetivo que no sea este si pretende ser realista. El logro, al menos, no parece estar lejos de cumplirse. En cualquier caso, no se puede hablar de que alcanzar los tres parlamentarios satisfaga todas las aspiraciones de los morados, una formación que obtuvo seis escaños en el 2015 y que ahora lucha por ganar visibilidad desde este grupo propio para no quedar relegados a la tradicional posición de la izquierda acomodada en hacer ruido desde la oposición.