un inmueble histórico

El Teatro Romea, un símbolo en la cultura de la ciudad de Murcia

18/08/2020 - 

MURCIA. Todo murciano reconoce la plaza de Julián Romea y el teatro Romea, en el centro histórico de la ciudad, como uno de los emblemas más representativos de la ciudad. De hecho, se estableció como sede para la Capitalidad de Murcia Gastronómica de este fatídico año y se llegaron a celebrar algunas de las presentaciones y catas que tuvieron lugar previas a que estallara la crisis de la covid-19.

¿Qué sabemos del teatro Romea? El Romea es teatro principal de la capital de la Región y uno de los más importantes de nuestro país. Bien conocida es la leyenda que esconde el edificio, ya que su primera construcción –en el siglo XIX- los terrenos fueron expropiados por desamortización a los clérigos del Convento de Santo Domingo.

A partir de aquí, corre el rumor de que los religiosos le infundieron al teatro una maldición que auguraba tres incendios y el último con todo el aforo completo. Cierto es que, después de su primera inauguración en 1862 por la Reina Isabel II, el Teatro de los Infantesposteriormente de la Soberanía, (así fue denominado en sus inicios) sufrió un grave incendio en 1877. Tras 19 años, volvería a incendiarse el edificio.

El arquitecto hellinero Justo Millán fue el encargado en llevar a cabo la reconstrucción del teatro Romea en 1880. Este reconocido artista fue nombrado por el rey Alfonso XII arquitecto la Diócesis de Cartagena y arquitecto provincial de Murcia, tiene entre sus obras notables el Teatro Circo-Villar y las Plazas de Toros de Murcia, Lorca, Cieza y Abarán.

   

La primera obra que inauguró el teatro fue El hombre del mundo de Ventura de la Vega, escritor argentino, e interpretada por Julián Romea (que otorgará después el nombre al teatro), actor teatral y escritor murciano descendiente de los marqueses de Espinardo. El actor consiguió consagrarse en todo el panorama nacional por su destacada naturalidad y el buen gusto en la declamación, así, se le rinde también un pequeño homenaje en el Museo del Teatro de Almagro y en el Teatro de Provincias Romea de Barcelona.

Tras el incendio, en la inauguración de 1901, fue la compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza (actor y Grande de España murciano) los que llevaron a escena El estigma de José Echegaray, célebre dramaturgo español al que ese mismo día se le nombró hijo predilecto de Murcia ya que pasó gran parte de su infancia y juventud en la ciudad. Pero la lista de nombres propios que pasaron por el Romea no acaba ahí, las grandes obras de Jacinto Benavente también se representaron sobre su escenario, y La Barraca de García Lorca actuó en 1933 en este coliseo tan preciado por murcianos y forasteros.

La última reinauguración (años después vivirá otra rehabilitación hasta su última inauguración en 2012), en 1988, vino de la mano de la reina emérita Doña Sofía. Dos años más tarde, fue declarado Bien de Interés Cultural, por lo que cuenta con protección de patrimonio histórico español.

De otra parte, su arquitectura tampoco deja indiferente. La fachada representa el más puro eclecticismo con rasgos de inspiración neoclásica y detalles modernistas en las marquesinas y la verja de forja de la entrada. Si fijamos la atención, el la parte superior encontramos los bustos de Beethoven, Mozart y Listz. Además, sobre los ventanales de la planta principal se observan los medallones de cuatro importantes dramaturgos murcianos: Andrés de Claramonte, Damián Salucio del Poyo, Gaspar de Ávila y José Selgas.

En el interior, el techo del patio de butacas comprende pinturas de los artistas murcianos José Pacual y Valls y Federico Mauricio, con la colaboración posterior de Antonio Meseguer e Inocencio Medina Vera, que representan a Julián Romea y una serie de figuras femeninas alegóricas de las Artes.

Una de las partes más importantes de un teatro es el telón, pieza fundamental y simbólica en el comienzo y el fin de cualquier espectáculo. En este caso hablamos de una obra de Emilio Sala, un regalo que María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza quisieron otorgar en alegoría al teatro.

Después de casi 160 años de historia, el Teatro Romea continua abriendo y cerrando ese telón que a tantos artistas ha recibido. Las butacas aterciopeladas del Romea seguirán siendo uno de los símbolos culturales de la Región, dando cabida a teatro, danza, música, flamenco, zarzuela…

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