participante de Cartagena Negra

Susana Martín: "Una parte muy importante para mí es denunciar injusticias de la sociedad actual"

10/09/2020 - 

CARTAGENA. Susana Martín acudirá el viernes 11 a Cartagena Negra, el Festival de Novela Negra celebrado en El Batel de Cartagena. La autora celebrará un club de lectura sobre su última novela, Progenie, a las 17:00. Después, a las 19:00, tendrá lugar una conversación con ella de manera más general.

La escritora sevillana ha destacado por su experimentación e innovación con novelas cortas en las que juega con el empleo de la metaficción. También, en el caso de sus novelas más extensas, podemos considerarla una de las pioneras en dibujar al policía de este tipo de novelas con un perfil femenino y, además, con las dificultades de ser inmigrante.

¿Cuál es el tema central de su última novela, Progenie, de la que hablará en Cartagena Negra?

La novela tiene como tema central –siempre escojo un tema de fondo que me preocupe- los diferentes modelos de familia, la maternidad o no maternidad, la descendencia… De ahí el título, progenie no quiere decir otra cosa que descendencia. La novela negra siempre pone de relieve, aparte de la historia policíaca o el thriller que suponga, una serie de problemas sociales.

Esta vez ha escogido Sevilla, pero ha jugado con diferentes localidades y escenarios. ¿Qué papel juega el espacio en su novela?

Es muy importante para mí. Yo soy nacida en Sevilla, pero residente en Extremadura, que es donde he crecido. A mí me pareció interesante situar la periferia en el mapa del noir, en concreto la región que yo más conocía que es Extremadura.

Mi primera saga, Annika Kaunda (Desde la eternidad, Más que cuerpos y Vino y pólvora), está centrada en la periferia y en concreto en Mérida y sus alrededores, para hablar del mundo rural y periférico desde la actualidad. También para desterrar muchos prejuicios y etiquetas que tenemos los que no estamos en el centro de España.

Yo creo que se puede recorrer una ciudad o una región haciendo disfrutar al lector con los paisajes, con la gastronomía, con cómo funciona esa sociedad, independientemente de la trama delictiva. Además, esto último también funciona de forma diferente, no es lo mismo cómo se mueven en una gran ciudad frente a un delito, que en las pequeñas poblaciones.

Por otra parte, es verdad que he escrito otros trabajos que han sido ejercicios de metaficción, en los que me he movido yo y los personajes conmigo. Tengo un libro ambientado en la Semana Negra de Gijón (Destino Gijón), a la que acudí yo como escritora. Otro en el Congreso de Salamanca (Pensión Salamanca). Y luego en la ciudad de Medellín (Expediente Medellín), donde también estuve en el Festival de Medellín Negro, y plasmé sus barrios y aquello que yo había vivido. En este caso viví una experiencia mucho más agradable que las etiquetas y los estereotipos que todavía arrastra de su época de narcotráfico, Pablo Escobar… Y, en Progenie me lanzó a Sevilla porque es la ciudad donde nací, donde tengo una parte de la familia, una ciudad bien conocida y, también, porque creo que no está explotada como escenario del noir.

¿Cómo es este trabajo de metaficción?

Son novelas cortitas que surgieron un poco como experimentación, aunque es cierto que la mayoría de mis libros publicados están dentro de la novela negra, a mí me gusta mucho experimentar. Partió como un género a modo de diario, contando mi propia experiencia, y después los límites se empezaban a emborronar. Lo mezclé con misterio, asesinatos, mucho humor.

No es lo mismo escribir de este tipo de casos truculentos que vivirlos en primera persona. ¿Cómo reacciona una autora cuando se ve en una situación así? Tiraba de mi personaje de ficción, Annika, de la saga anterior. Ella me rescataba de esta situación y ahí hay muchos guiños a autores clásicos, personajes actuales, se mezclaban personajes reales con ficticios… Fue un experimento que gustó por los guiños al género y por esta combinación, y por el humor y la crítica social, aunque al ser más cortitos profundizaban menos.

La verdad es que me han dado muchas alegrías, con uno de ellos gané el Premio Cubelles de mejor novela negra en 2018. Progenie ya es una novela diferente, más canónica, más del género, pero con esos elementos novedosos. Aquí pone el foco en las maternidades, empieza con un crimen en el que se ha atropellado a una mujer y tiene un chupete metido en la boca, esta es la seña del asesino. A partir de ahí, comienza la carrera por atrapar a este criminal, una novela muy frenética y menos experimental en ese sentido. Va por su tercera edición y está gustando mucho.

¿En qué subgénero, dentro de la novela policíaca, se englobaría?

Dentro de la novela policíaca, yo creo que soy una escritora social. Una parte muy importante para mí es denunciar injusticias de la sociedad actual. No escribo novela histórica policíaca, que ahora se está poniendo muy de moda, porque considero que hay tantos problemas y tantas circunstancias en la sociedad actual que reivindicar o que denunciar que utilizo la novela negra para expresarlo.

Me siento muy cómoda ahí y lo aprovecho. Hay dos cuestiones que tienen el mismo peso: disfrutar ideando esa trama y el juego con el lector de adivinar quién es el culpable y, por otra parte, que sirva de escaparate (nunca dirigido) para exponer situaciones que puedan llevar a reflexiones o preguntas. Se le puede dar un tratamiento que a veces ni siquiera con el periodismo tenemos libertad para dar, y en la novela negra sí cabe.

¿Cómo valora la aportación que hace el arte, o la literatura en concreto, al destierro de prejuicios o la aceptación de determinada problemática social?

En ese sentido mi aportación es muy modesta, es muy humilde. No voy a cambiar el mundo como probablemente, o desgraciadamente, no podemos ninguno de nosotros a nivel individual, pero sí la suma de las aportaciones de cada uno puede soportar algún cambio o a ayudar a ello.

Cada uno tiene sus herramientas, la mía es la literatura. Lo aprovecho para ser un altavoz, en mayor o menor medida. A mí me resulta gratificante que me escriban tras leer Progenie para darme las gracias por hacer menos tabú el tema de la reproducción asistida. También me encuentro a gente que me ha dicho que le ha ayudado a empatizar algún libro sobre la trata de mujeres. Además, es una forma de evasión, de conectar con los personajes, y conocer otras realidades para las que me he encargado de documentarme en profundidad.

¿En qué consiste ese trabajo de documentación?

Lectura, trabajo de investigación y muchas entrevistas. Cada vez quiero documentarme más, por muchos libros que lea y documentales que vea, me doy cuenta de que no soy experta de nada y que como mejor me puedo documentar es con las experiencias y los conocimientos personales de cada uno.

Por ejemplo, en el caso de la policía, tengo un contacto en la policía judicial de Sevilla que me nutre cuando necesito cuestiones muy concretas de procedimientos o jerarquías, también tengo a un forense en Sevilla que me ayuda a confeccionar los escenarios truculentos del crimen. En el caso de la reproducción asistida he recurrido a testimonios de personas que han pasado por estos procedimientos. Hay que buscar a cada persona en cada espacio para poder completar y darle verosimilitud, que luego se adapta a la historia.

¿Cómo llegan las historias? ¿Cómo es el proceso de inspiración?

La verdad es que con cada libro ha sido un poco diferente, a veces, se me ha metido una historia en la cabeza y necesitaba sacarla. Normalmente, sobre todo, últimamente, elijo ese tema de fondo (maternidades, trato a los animales…) y  a partir de ahí trabajo una trama. Dejar que todo encaje es la parte más complicada cuando hablamos de una novela grande de unas 400 páginas, es algo que lleva mucho trabajo. Es como si fuera un puzle, hay que encajar cada pieza en su sitio.

El personaje de la saga anterior, Annika Kaunda, es muy significativo. ¿Cómo nace?

La primera novela de esta saga se publica en 2013, un momento en el que las novelas policiacas seguían estando protagonizadas por hombres. En toda la novela negra clásica había un patrón de detective con un perfil de hombre duro y sin empatía, atractivo para las mujeres, bebiendo whisky… De ahí surge que la protagonista sea una mujer, algo ahora no tan original pero en su momento si era poco común.

Además, quise rizar el rizo y quería que se vieran las dificultades de una inmigrante subsahariana que vive en una ciudad con poca población migrante, Mérida. Así le di forma a Annika, una policía de origen namibio pero que se vino huyendo de la guerra de independencia de Sudáfrica y estuvo desde los 7 años en un centro de menores de España. Todas estas circunstancias marcarán su personalidad.

Ahora, afortunadamente, ya hay protagonistas hombres con otras masculinidades y, por supuesto, mujeres. Incluso, Antonio Mercero tiene un protagonista transexual. En su día mi empeño era cambiar ese perfil estereotipado.

En unos tiempos un tanto difíciles, ¿cómo vislumbras el panorama literario y, concretamente, de la novela negra?

Estamos en una época en la que estamos descubriendo que no hay expertos de nada, así que no me atrevería a vislumbrar un panorama. Es cierto que la novela negra estaba viviendo un buen momento porque a la gente le gusta evadirse con estos thrillers y sumergirse en otros mundos, digamos que lleva unos años florecientes a pesar de las dificultades de la literatura en España.

El confinamiento fue desastroso para la literatura en general, tanto por el parón del cierre de las librerías como de festivales y ferias del libro. Ahora no sabemos muy bien qué camino se va a tomar, yo me alegro y felicito a los valientes como Cartagena Negra y a las administraciones y empresas que lo apoyan porque demuestran que se pueden hacer las cosas con responsabilidad y con control, pero sin que la cultura tenga que morir.

Yo espero que se sigan poniendo en marcha iniciativas siempre que sea posible y que se reinventen fórmulas con medidas, hay que ser consciente de lo importante que es la cultura y no dejarla caer. Otros sectores están incluso peor, porque nosotros mientras haya librerías abiertas podemos tirar. En el sentido de la promoción y la visualización nos ha hecho muchísimo daño, esperemos que se siga apoyando a la literatura y a la cultura.

Cuéntenos acerca de los nuevos proyectos…

En febrero, con la editorial Alfaguara, saldrá una novela con el tema de fondo del trato a los animales. Una continuación, en cuanto a los personajes, de Progenie. Se llamará Especie y la protagonista Camino y su equipo se enfrentarán a un nuevo caso.

Mientras tanto, yo sigo escribiendo, aproveché los meses de promoción de Progenie, que se paralizaron, para ello y estoy con otra entrega de Camino Vargas, que no se si será la última, de momento una trilogía.

Noticias relacionadas

next