MADRID (EP). Suecia va a las urnas este domingo en unos comicios en los que el Partido Socialdemócrata de la actual primera ministra, Magdalena Andersson, se enfrentará al bloque conservador en un momento histórico para el país por su futura adhesión a la Alianza Atlántica.
Andersson, la primera mujer en liderar un gobierno en Suecia, fue elegida primera ministra en noviembre de 2021, aunque dimitió poco después de ser nombrada tras la salida de su socio de coalición, el Partido Verde, que decidió apartarse del Ejecutivo tras constatar que tendrían que gobernar con cuentas propuestas por la oposición.
Andersson presentó su dimisión al presidente del Parlamento de Suecia, Andreas Norlen, entre el estupor generalizado, lo que provocó una crisis política que se solucionó pocos meses después, cuando la socialdemócrata juró su cargo en un Gobierno en solitario.
Las elecciones de este domingo son decisivas también debido a la futura integración de Suecia en la OTAN, ya que los partidos partidarios de la unión controlan más del 40 por ciento del Parlamento, pero los ultraderechistas Demócratas Suecos, liderados por Jimmie Akesson, no descartan cambiar de postura y terminar de inclinar la balanza.
Otro de los posibles escollos para Andersson es la presión del conservador y líder opositor, Ulf Kristersson, del Partido Moderado, quien también ha hecho del proceso de adhesión a la OTAN parte de su campaña electoral, pero se ha diferenciado de los socialdemócratas al exigir al Gobierno más velocidad y decisión para acelerar la incorporación.
Los comicios estarán, por lo tanto, marcados inevitablemente por la futura entrada de Suecia en la OTAN, desde que el pasado mes de mayo Estocolmo solicitara la entrada formal a la Alianza junto a Finlandia en reacción a la guerra de Rusia contra Ucrania.
El sistema electoral sueco es proporcional, lo que significa que el número de escaños que obtiene un partido en el Parlamento sueco, con 349 asientos, es proporcional al número de votos que el partido cosecha en las elecciones.
De acuerdo con el sistema de votación, cualquier partido debe recibir al menos el cuatro por ciento de los votos para que se le asigne un escaño. Hay que recordar que todos los ciudadanos suecos mayores de 18 años están llamados a acudir a las urnas.
En las últimas elecciones, celebradas en 2018, los socialdemócratas sumaron un 28,3 por ciento, seguidos de los Moderados (19,8 por ciento) y de los Demócratas Suecos (17,5 por ciento), un partido antiinmigración de ultraderecha clave para las futuras alianzas post-comicios dentro del bloque conservador.
Otro de los partidos clave son los Verdes suecos, que desencadenaron la crisis política después de romper la coalición y que han apoyado tradicionalmente a los socialdemócratas junto al Partido de la Izquierda, que hizo forzar la dimisión del líder de la coalición, Stefan Lofven, en junio de 2021. Andersson tendrá que convencer, por ello, a estos partidos minoritarios para gobernar.
Del lado del bloque conservador, Kristersson podría hacerse con el puesto de primer ministro si logra impulsar una alianza de derecha y extrema derecha, con los Demócratas Suecos, los Demócratas Cristianos y los minoritarios liberales, estando estos dos últimos en contra de pactar con la extrema derecha.
Según las últimas encuestas de Kantar Sifo, el Partido Socialdemócrata cuenta con casi un 30 por ciento de los apoyos, seguido de los Demócratas Suecos, con un 20 por ciento, mientras que el Partido Moderado se proyecta con un 17 por ciento.
La campaña electoral ha estado centrada en temas como la migración, la crisis energética o la violencia de las pandillas. Los líderes de la oposición, los Moderados y los Demócratas Suecos argumentan que el Gobierno de Andersson ha mantenido una posición blanda con respecto a la lucha contra el narcotráfico.
En particular, uno de los hechos que desencadenó las críticas de la oposición contra los socialdemócratas suecos fue un tiroteo ocurrido el pasado mes de agosto en un parque infantil en la ciudad de Eskilstuna, una ciudad de cerca de 60.000 habitantes a 120 kilómetros de Estocolmo, la capital.
Una madre y un niño quedaron atrapados en el fuego cruzado entre pandillas rivales, lo que hizo que el ultraderechista Akesson visitara Arby, donde sucedió el tiroteo, desde donde urgió al Gobierno a tomar medidas serias para abordar el crimen en Suecia.
"Después de la visita, presenté una demanda de parte de los Demócratas de Suecia. La prioridad más importante del próximo gobierno debe ser el poder judicial, y exigimos que se inviertan 20.000 millones de coronas suecas adicionales por año en esto", dijo por aquel entonces en su perfil oficial de Twitter.
Suecia se encamina a romper con su neutralidad, en virtud de la cual quedó fuera de las dos guerras mundiales y evitó alinearse con algún bloque tras la caída de la Unión Soviética. La invasión rusa sobre Ucrania ha sido el detonante definitivo, ya que si en enero sólo un 37 por ciento de los suecos respaldaba la entrada en la OTAN el dato ahora asciende al 53 por ciento, según un sondeo de Novus publicado en mayo.
Turquía aún no ha ratificado el ingreso de Suecia y Finlandia a la OTAN, avalado ya por dos tercios de los estados miembro debido a que Ankara reprocha a Estocolmo su relación con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), algo que el Gobierno ya ha desmentido en varias ocasiones.
La ratificación es la etapa más larga en el proceso de adhesión a la organización militar, con el procedimiento burocrático de todos los aliados que, a su vez, cuentan con distintos sistemas de validación e implica, en muchos, casos votaciones parlamentarias.
Una vez todos los miembros de la alianza y los candidatos han aprobado estos protocolos, el siguiente paso lleva a Washington, donde los documentos se depositan ante el Gobierno de Estados Unidos, en concreto en el Departamento de Estado. No es hasta que se entregan todos que el país aspirante se convierte en miembro de la OTAN.