Últimamente me ha venido a la cabeza en varias ocasiones esta expresión del castellano antiguo que, como es sabido, se utiliza para referirse a la actitud de quien mantiene obstinadamente sus errores -por la razón que sea, pero en la base siempre por falta de otra actitud necesaria llamada humildad- y aun a costa de causar daño o perjuicio.
Y me ha venido a la cabeza en especial las dos veces que he visto en los medios de comunicación los aplausos a nuestro Presidente del Gobierno por parte de los que –¿por mantener el puesto?- tanto le adulan: a su entrada al primer Consejo de Ministros tras la reunión extraordinaria del Consejo Europeo, y a su llegada a la bancada del Congreso para el Pleno Extraordinario en el que debía haber dado detalles sobre el fondo de recuperación acordado en la mencionada reunión del Consejo Europeo.
Ambas veces esos aplausos me parecieron un insulto directo a millones de españoles ya afectados directamente por la acción –y en otros aspectos la inacción- de este Gobierno, y a cualquier persona capaz de analizar de forma mínimamente crítica la actual situación.
Los aplausos venían a cuento del “éxito” de nuestro Presidente en ese Consejo Europeo, al haber conseguido para España 140 mil millones de Euros del fondo europeo de recuperación, de los cuales además casi 73 mil en ayudas directas.
No quiero hacer un artículo político. Sólo voy a hablar de economía, dando algunos datos.
Desde luego el acuerdo ha sido en principio bueno para España, sobre todo pensando en la postura de la que partían los llamados países frugales.
Pero no ha sido -ni mucho menos- lo que nos han “vendido”. El aparato propagandístico del Gobierno se ha empeñado en hacernos creer que Europa nos regala casi 73 mil millones de Euros que serán nuestra “salvación”, que el Gobierno repartirá a su antojo, y que además hemos sido de los más beneficiados de Europa, solo por detrás de Italia.
Se ha escrito ya –y así es- que estos fondos tienen su precio y además son incompatibles con algunas de las medidas “estrella” de este Gobierno, como la derogación de la reforma laboral (punto 1.3 del Pacto de Gobierno suscrito con Unidas Podemos, y pactada también nada más y nada menos que con EH Bildu).
Pero es que además, y sobre todo, estos fondos (tanto los préstamos como las ayudas directas) no son para cubrir el déficit del Estado. Son ayudas que van a cofinanciar proyectos de inversión fundamentalmente del sector privado. Y proyectos:
- Que tienen que ser enviados a la UE para su aprobación.
- Cuya evaluación positiva de las solicitudes de pagos estará supeditada al cumplimiento satisfactorio de las metas y los objetivos pertinentes. (EUCO 10/20, I.A19)
- En el caso de que algún Estado considere que se producen desviaciones en cualquier proyecto podrá solicitar al presidente del Consejo Europeo que remita la cuestión al siguiente Consejo Europeo (forma indirecta de veto). (EUCO 10/20, I.A19).
Y desde luego lo que no van a lograr esos fondos, ni ningún otro, es hacer el trabajo que le toca al Gobierno, y que está muy bien expresado en el art. 40.1 de la Constitución: “Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica. De manera especial realizarán una política orientada al pleno empleo”.
Por eso no entiendo esos aplausos a un Presidente que alardea de que no cambiaría nada de lo que ha hecho durante los últimos meses, cuando en estos mismos días estamos leyendo las consecuencias devastadoras de la actuación del Gobierno, y que nos deja en todos los parámetros a la cola de Europa. Sólo algunos ejemplos:
- El despilfarro del dinero público ha supuesto que en el primer semestre se haya quintuplicado el déficit del Estado (en sólo 6 meses casi el 66% de las ayudas directas de las que presume, y que nos llegarán en 6 años).
- El mismo día del “segundo aplauso”, el INE publicaba que en España se han perdido casi 1,1 millones de empleos sólo en el segundo trimestre, que hay casi setenta y cinco mil nuevos hogares con todos sus miembros en paro, y que –en esto sí- somos los campeones de Europa.
E importante puntualizar que en estos números no se cuentan los trabajadores en ERTE, sobre los que no hay una información precisa, pero que según algunas fuentes a finales de julio se podrían acercar aún a los dos millones de personas.
- Desgraciadamente tampoco nuestros últimos datos de PIB son muy halagüeños. En ese indicador tan importante, que mide el valor total de los bienes y servicios producidos en un país durante un periodo de tiempo, hemos sufrido no ya la mayor caída de Europa sino del mundo.
Lo de “sostenella y no enmendalla” no es una actitud exclusiva de una ideología política, sino de las personas. Recuerdo un político que nos metió en una guerra y aún hoy la sigue justificando, aunque no se encontraron armas de destrucción masiva…
Ojalá –por nuestro bien- al que ahora tenemos no le pase lo mismo en lo económico. Aunque para eso quizá debería soltar mucho lastra (perdón, quise decir lastre…).
Javier Giner Almendral es economista
Linkedin: Javier Giner