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COMO AYER / OPINIÓN

Siempre en la memoria de una Murcia sesentera

2/05/2024 - 

MURCIA. La conmemoración del vigésimo aniversario de la Filmoteca Regional, que lleva el nombre de ‘Paco Rabal’ y se emplaza en el antiguo cine Salzillo, aquel que nos trajo el ‘sensurround’ cuando se estrenó Terremoto, ha propiciado un encuentro con el pasado de la cinematografía murciana, y esos encuentros, como sabe el lector, son muy del gusto de estos ayeres.

El sábado último se reestrenó la película Siempre en mi recuerdo, que fue rodada en Murcia entre 1961 y 1962, entrenada en nuestra ciudad y protagonizada por una jovencísima Mary Paz Pondal, que ahora, ya octogenaria ha asistido a esta celebración.

Han aderezado esta conmemoración una publicación y una exposición referidas a la película, amén de amplia información en la prensa local, pero siempre hay algo que estos ayeres puedan rascar para tener al tanto a los lectores de algunas curiosidades relacionadas con la película en cuestión.

"miles de personas se acercaron al rincón de pepe por si podían ver a alguno de los actores" 

Fue en diciembre de 1961 cuando la prensa se hizo eco del rodaje. Línea dio a conocer, el día 19, que en la jornada anterior habían llegado a Murcia más de 40 personas para rodar la película, cuyas primeras tomas se efectuaron en el hotel Rincón de Pepe. Y, en consecuencia, fueron miles de personas las que se acercaron por el establecimiento por si podían ver a alguno de los actores. 

Allí estaban el productor, José María Cordero, y el jefe de producción, Losada; los directores, Manuel Cano y Silvio Fernández, y las primeras figuras de la pantalla Mari Paz Pondal, Javier Armet, Antonio Casal, Alfredo Mayo y Roberto Camardiel. Pilar Cansino no se desplazó a Murcia porque horas antes de la salida de la expedición sufrió un accidente de automóvil que le produjo una fractura de la clavícula.

La protagonista, la asturiana Mari Paz Pondal, de 19 años por entonces, interpretó el papel de una muchacha murciana, perteneciente a los Coros y Danzas, que emprendía el camino de figura del canto para luego, nostálgica, regresar a su tierra, lo que lleva consigo el reencuentro con un antiguo amor, aderezado todo ello con imágenes de la Murcia de 1962, de la procesión de Jesús y de las Fiestas de Primavera, con algunas licencias que fueron mal recibidas.

A finales del mes de enero se anunció que el estreno de gala de Siempre en mi recuerdo se produciría, con la presencia de protagonistas, directores y guionistas, productores y demás, el día de San José en el cine Rex, pero lo cierto es que se demoró hasta el 7 de mayo, y el escenario también cambió, pues el escogido, finalmente, fue el cine Coy, como queda expresado más arriba. Todo lo cual quiere decir que dentro de unos días se cumplirán 62 años de aquél evento.

Recordó entonces la prensa local, con ocasión de la esperada gala, que la ciudad fue un estudio cinematográfico durante varias semanas, "posando ante las cámaras los Coros y Danzas o la Tuna Universitaria, y tomando como escenarios principales el Romea, Rincón de Pepe, plaza de las Flores, Club Remo y algunos lugares en las afueras de la ciudad". Por cierto que Mary Paz Pondal fue recibida la víspera del estreno por los tunos, que la rondaron como la ocasión merecía.

La película tuvo escaso recorrido, estuvo poco tiempo en cartelera, y aunque regresó un par de veces a las pantallas en los primeros años, cayó pronto en el olvido tras recibir críticas poco complacientes.

"Tres semanas permaneció en pantalla tras el estreno"

Como la que hizo Línea al día siguiente del estreno, que no fue la peor, pues aunque salvaba que "cuanto tiene y tiende a exaltar el paisaje y el folklore murcianos merece elogios", se reconocía "en un plano menor por su guión, en el que no solamente por las licencias en cuanto a costumbres se ofrecen -'quema de la sardina' bajo soportales de la Glorieta, entre danzas y canciones- sino porque se han dejado ganar más por los parlamentos que por la acción".

Elogiaba la música de Ruiz de Luna y la fotografía, "el maravilloso patio árabe del Casino, el camarín del Santuario, algunas tomas de los festejos primaverales y los escenarios naturales de calles y jardines constituyen un buen documental", y destacaba la "correcta" labor interpretativa en Javier Armet, Mary Paz Pondal, Casal y Mayo, pero lamentaba lo reiterativo del asunto que servía de hilo conductor del guión.

Por cierto que en una entrevista, Silvio Fernández Valbuena, uno de los directores, escogía como el escenario urbano que más le había gustado la Glorieta, por su "tipismo, gracia antigua y sabor moderno".

El Coy siguió exhibiendo la película durante unos días, en cuatro pases vespertinos a las 16:00, 18:10, 20:20 y 22:30, y de allí pasó al Cinema Iniesta, en el barrio del Carmen, con los mismos pases y horarios, y de allí al Teatro Circo.

Tres semanas, en total, permaneció en pantalla tras el estreno, y regresó el 1 de septiembre, en el inicio de la nueva temporada, como parte de la programación doble del cine Gran Vía, en Ronda Norte, junto con la cinta argentina Culpable. Y luego, en enero de 1965, en el Avenida, detrás de la gasolinera del Rollo, también en programa doble. Y en diciembre de 1966, en el mismo formato, en el Cine Popular, a caballo entre los barrios de San Juan y Santa Eulalia.

Ya no regresó Siempre en mi recuerdo a los cines murcianos, tras aquellas fugaces apariciones, pero sí lo hizo Mary Paz Pondal, que protagonizó sobre las tablas del Romea comedias como A media luz los tres, original de Miguel Mihura, con los muy populares entonces Zori y Santos, o Educando a una idiota, de Alfonso Paso, en septiembre de 1979, acompañada sobre el escenario por Máximo Valverde. Recordaba la actriz en aquella ocasión el rodaje y estreno, 17 años atrás, de Siempre en mi memoria y reconocía que aquella experiencia le había encariñado con la tierra murciana y sus gentes y le traía muy gratos recuerdos. Tan gratos, que se hizo asidua de La Manga, donde llegó a tener su segunda residencia.

Ecos de un pasado que se ha hecho presente con el reestreno de Siempre en mi memoria, que al margen de calidades cinematográficas sirve de recuerdo sobre cómo era la Murcia de 1962. Y eso siempre merece la pena.


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