MURCIA. El agua desde el principio de la humanidad es uno de los recursos limitantes para el desarrollo y progreso de la humanidad. Los principales programas de desarrollo que impulsa FAO y ONU se basan en asegurar, a una gran parte de la población mundial, el acceso a un agua limpia en cantidad suficiente para el abastecimiento, la salubridad y la producción agropecuaria.
Sin agua no se pueden producir alimentos, no se cultiva la tierra, no se asegura una higiene mínima ni el abastecimiento humano y no se mantienen mantos verdes que impiden la erosión. Sin agua no hay vida. Por ello cada vez más se intensifican los esfuerzos para asegurar su suministro, independientemente de la situación geográfica y de las condiciones climatológicas.
"Frente a la meteorología poco se puede hacer, pero existe tecnología y talento"
Las consecuencias de las sequías en los países menos desarrollados son dramáticas: hambrunas, migraciones obligadas, desigualdades que generan violencia. Para hacer frente a las necesidades de la población los países desarrollados han ido implantando estrategias para una gestión inteligente y sostenible del agua dulce.
La construcción de embalses para almacenar agua y regular los caudales de los ríos, los acueductos para transportar agua hasta donde hace falta, una gestión integrada de los acuíferos y el aprovechamiento de las aguas residuales son algunas de las iniciativas que han permitido mejorar la calidad de vida e incrementar la producción de alimentos.
Durante los últimos meses España sufre una importante sequía que, además de imponer severas restricciones a muchas poblaciones, castiga de una forma especial a la agricultura y ganadería. Ello provoca graves pérdidas de la producción en los cultivos de secano o el cierre de explotaciones ganaderas con el consiguiente incremento de los precios que grava a los consumidores.
Algunos aprovechan estos episodios climatológicos para convertirse en adalides de la nueva religión climática, con mensajes apocalípticos si no se siguen sus directrices. En lugar de intentar conseguir mitigar los efectos de la climatología adversa, impulsan la eliminación de los embalses y la supresión de los trasvases.
Frente a la meteorología poco se puede hacer, pero existe tecnología y talento suficiente para gestionar de forma inteligente y sostenible los recursos de la naturaleza. Se pueden desarrollar acciones por el clima que permiten mitigar los efectos medioambientales de la actividad humana, al mismo tiempo que aseguran continuar mejorando e incrementando el nivel de vida de los ciudadanos.
El problema no es la falta de agua, sino su deficiente gestión. La solución no es, como se plantea actualmente en España, restringir el uso del agua para la agricultura que nos hará mas débiles y dependientes de terceros países. Al contrario, pasa por incrementar la capacidad de almacenamiento y distribución del agua en todos los territorios para asegurar el suministro urbano, industrial y agropecuario.
Los embalses son esenciales para aprovechar los periodos de lluvias evitando inundaciones y almacenando agua para las épocas de sequía. Además, permiten regular el caudal de los ríos para mantener el equilibrio ambiental. También pueden ser utilizados para almacenar la energía (solar y eólica) y producir electricidad para incrementar la independencia energética de nuestro país.
Una gestión racional, sostenible e inteligente del agua en España posibilitaría incrementar el regadío y la producción de alimentos, garantizar el abastecimiento urbano, mejorar la capacidad de almacenamiento y producción de energías no renovables y transferir agua entre las cuencas para evitar déficits y carencias como las que estamos viviendo actualmente.
Frente al fundamentalismo climático hay otra forma de reducir los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos con ciencia y tecnología sostenible. Es cuestión de decisión y voluntad para recuperar el tiempo perdido y corregir las erróneas políticas hidráulicas de los últimos años.
Miguel Ángel Cámara Botía
Catedrático de Química Agrícola
Director Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica
Universidad de Murcia