MURCIA. El "síndrome del pensamiento acelerado" es uno de los grandes males de este siglo. El exceso de información, de actividad, de preocupaciones y de presiones sociales (como las redes sociales tan impregnados en nuestro día a día) hacen que se nos acelere la mente a una velocidad aterradora que nos lleva a ocasionarnos a menudo estrés, angustia, ansiedad y depresiones.
A día de hoy esta imposibilidad para desconectar se está asentando en prácticamente toda la población, incluyendo niños, estudiantes o jóvenes trabajadores que se ven sometidos a una alta presión y los que no somos tan jóvenes.
Cuando te bañas, estás pensando en el desayuno y no disfrutas del agua corriendo por tu piel y aún menos del momento de silencio, de la mente que se queda en blanco en ese momento.
Cuando desayunas, estás pensando en el trabajo, en todo lo que quieres hacer ese día y no hueles el café recién hecho.
En el trabajo, estás pensando en la hora de la salida y pierdes a veces la concentración, el enfoque de tu esfuerzo laboral. Saliendo del trabajo estás pensando en llegar a casa y lo que quieres hacer cuando llegues, y no ves el paisaje del camino a tu hogar.
Estando en casa, piensas en el día de mañana, en lo que quieres o debes hacer y no te regocijas en la paz de tu hogar ni disfrutas al máximo de los tuyos.
Ese día, tu hoy y tu pensamiento acelerado, no te ha permitido el vivir el ahora, el presente, y te pierdes así la vida misma.
En este mundo en el que vivimos, tenemos que aprender a parar, a soltar, a eliminar o posponer cosas de la agenda e ir más lento, saborear y disfrutar de cada minuto de cada día... Hay que aprender a contemplar lo bello que es observar mientras se va más lento, que no parado, porque cada vez que te apuras, que te aceleras, que corres, se pierde una parte de ti y sufres... A veces lo sientes y paras, pero otras veces no, y esas últimas veces son las peores porque tu cuerpo y/o tu mente explotará en algún momento sin previo aviso y hay que evitarlo a toda costa, porque la vida que tenemos es sólo una y hay que disfrutarla.
Ve lento, habla lento, camina lento, saborea lento... En resumen: respira, porque a veces, y sobre todo en salud mental, menos es más.
Laura Tenas
Directora de oficina en SafeBrok Europe
Cátedra Mujer Empresaria