MURCIA. Si les soy sincera, siempre he pensado que poco o nada, pero no hay nada más gratificante que realizar una pequeña labor de investigación para recoger las pesquisas de que no es oro todo lo que reluce.
Ese gallito treintañero, henchido de soberbia y seguridad, que mira desde su atalaya al resto del mundo, se convierte en un gatito asustado y tembloroso cuando dobla la esquina de la cincuentena.
Sí, ellos también tienen sus miserias y lo más duro: las viven en silencio. Y no me estoy refiriendo a las hemorroides (que digo yo que también), sino a algo que les da de lleno en su virilidad: la calvicie. La Biblia ya lo dejó claro cuando Sansón perdió su pelazo, que a veces nos liamos en entramados filosóficos y no vemos lo evidente. La caída de Sansón fue que Dalila perdió el interés cuando el mozo se convirtió en el Principe de Beckelar. Ésa es la verdadera historia jamás contada.
En este artículo quisiera empatizar con el sector masculino. Tiene que ser difícil tomar decisiones al respecto. Valoremos las opciones disponibles.
Opción uno. Asumirlo e intentar llevar la alopecia con la mayor naturalidad posible. Ésta es la opción más habitual… Como si no fuera contigo… ¿¡Calvo!? ¿Yooooo? ¡Sí, tú! Que, porque en el espejo veas esa especie de felpudo canoso, por detrás llevas los círculos de Nazca… No crean, felpudo trabajado con secador y todo para crear el efecto volumen-cardado. Decisión muy respetable.
Opción dos. Injerto capilar. ¡Uf! Malos tiempos para irse a Turquía. Los que estaban en proceso de toma de decisiones tendrán que decantarse por las clínicas de la madre patria. Menudo suplicio, entre dos y tres días de intervención y luego encerrado mientras pasas el proceso de momificación, así que tampoco cualquier momento es bueno: o verano que estas de vacaciones o Halloween que pasas desapercibido. En teoría caballo ganador, pero ojo, que no todos son hechos consumados.
Opción tres. Fibras capilares. Sí, esos polvitos que espolvoreas como el talco en el culito de un bebé, pero ahora en la calva de tu marido. Éstos aportan volumen y densidad a los cuatro pelos de partida. Mucha promesa veo yo aquí ¿verdad? Por favor, si se decantan por esta opción adquieran los waterproof resistentes al sudor. No quiero ni imaginarme la foto.
Opción cuatro. Raparse a lo Mortadelo. Arriesgado porque, no nos vamos a engañar, Jason Statham sólo hay uno. Pero es cierto que antes que convertirse en Juan Tamariz, mejor ser bola de billar sin reparar en las consecuencias.
Así que cuando un hombre con emergencia capilar se cruza con otro que porta una exultante cabellera lo mira con los mismos ojos de deseo que si estuviera viendo a la mismísima Cindy Crawford. ¡Hijo de puta! Lo oyes murmurar.
Señores, el pelo es importante, pero no es el fin del mundo. Peor me parece la barriga cervecera, que el único motivo genético por el que se puede producir es uno: la dejadez.
Gracias por su lectura.