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EL GATO EN LA TALEGA / OPINIÓN

Movilidad, bancales y otras peripecias

Foto: OMEGA
29/10/2023 - 

MURCIA. Lo de la movilidad en automóvil en la ciudad de Murcia y sus diferentes vías de acceso ha pasado en cuestión de meses de ser un problema grave a otro estratosférico. No solamente se trata de la terrorífica dificultad de dejar el vehículo en alguna zona azul, sino que tampoco hay plazas suficientes en los párquines de tarifas insolentes tal es el dislate. Me dirán que para eso hay estacionamientos disuasorios, ¡y tanto!: te disuaden de ir al brillar por su insuficiencia.

A este problema de tráfico rodado hay que añadir la creciente dificultad de circular siendo un peatón a la hora de cruzar la calle. Los semáforos de la ciudad funcionan de manera asincrónica, quedando los vehículos atrapados en zonas intermedias que impiden el paso de los que tienen el verde. El estropicio está servido a unos niveles insuperables. Y menos mal que no oigo el ruido que debe animar la situación.   

El caso es que no hablo por hablar, sino a colación de la experiencia sobrenatural que viví el viernes pasado cuando me dispuse a ir de mi centro de trabajo, el IMIDA, en La Alberca de las Torres, a un acto que organizamos en Lyceum Ciencia en el Casino. Siete kilómetros estimados en 17 minutos por el iluso Google Maps, que desconoce el cisma de Murcia capital con el transporte público y privado. Pues bien, tras dar vueltas y más vueltas, ante el completo de los aparcamientos públicos de pago, atrapada entre semáforos faltos de un exorcismo, tardé hora y media, con un gasto de combustible que ya me contarán, dejando el vehículo en la entrada del barrio del Carmen desde la A7 por desesperación y suerte. Pero la cosa no acabó ahí. Porque cuando tuve que cruzar a la Glorieta como peatón debí esperar lo que no está escrito, dado que el semáforo y la policía se habían confabulado para ceder el paso. Y así fue como el señor policía con su "polo" amarillo nos dijo a la triple fila de transeúntes inquietos, e inevitablemente impuntuales si habían venido a Murcia en coche: "Ahora cuando se ponga verde no crucen hasta que yo avise”, para terminar poniéndose rojo y vuelta a empezar.

"Toda una autovía del bancal que es una reproducción continuada de bancales sucesivos"

Debe ser que está en el ADN regional el conflicto con el ordenamiento del tráfico y sus infraestructuras, porque justo cinco días después, el miércoles 25 asistía a La Casa de la Luz a la recogida de un premio de investigación que nos habían dado a los Equipos de Mejora Genética Molecular y de Enología y Viticultura del IMIDA. Como salí de mi casa en San Javier, andaba yo tan feliz de explorar hasta el final esa autovía que me permitía llegar reduciendo kilómetros, tiempo y atascos a mi ubicación de destino. Estoy hablando, claro está, de la famosa autovía La Zeneta-San Javier. Pues bien, cuál sería mi sorpresa cuando más o menos por Sucina me encuentro el avisador de límite de velocidad a 80 kh/h. Como en una autovía a esa velocidad por largo trecho se supone que es por alguna obra, no me desesperé y anduve despierta esperando ver algún motivo racional. El paisaje es ciertamente bonito. Pero sí, sí, luego vino otro limitador a 60 km/h y fue cuando empecé a comprender. Ya en la Avenida de Levante camino de Zarandona, aparecieron los de 50 y los de 30 km/h. Esto para ir y para volver. ¿Y por qué narices esas limitaciones anormales en autovía? ¡Ajá! El quid de la cuestión es que es tal el estado del firme o la construcción de este a trozos que circular sobre él viene a ser como ir a un Jumping Park. Increíble. Alucinante. Toda una autovía del bancal que es una reproducción continuada de bancales sucesivos.

Lo de la Consejería de Fomento es una cosa inexplicable que ha sumado error tras error, y con cantidad de fondos. Una cosa que solo puede explicarse desde la ineptitud mezclada con la ignorancia. A "bancalazos", vamos. Me viene a la cabeza todo el asunto de ordenación territorial relacionado con el Mar Menor, el aeropuerto, el Ave por Alicante y me quedo traspuesta, mientras a escala municipal el asunto se aliña con el desastre de transporte público en la capital del Reino, que también se hace extensivo a escala regional.

Todavía habrá quienes digan que es culpa de Europa, sus directrices y el cambio climático. La falta de planificación, previsión, actualización y adaptación a los tiempos por aquí es brutal en este aspecto. Entiendo que dar vergüenza hace un examen de conciencia de las capacidades. Lloro de pensar en la reciente maravilla de transporte público que he disfrutado en Mánchester, por ejemplo. Que a nadie le extrañe que el alcalde de Murcia deba circular en el coche oficial por el carril bus si es que quiere llegar a tiempo a alguna parte de la ciudad, salir o entrar a ella, cosa que ha hecho esta Corporación y la anterior, según la portavoz. Sinceramente, es para coger a las dos corporaciones, junto a los de Fomento, y pasearlos a 120 km/h por Zeneta-San Javier.

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