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 VIENTO DE LEBECHE  / OPINIÓN

Pues sí: en Silicon Valley hay bares

1/01/2021 - 

MURCIA. Estos últimos días se ha venido hablando mucho acerca del paquete de ayudas que ha sacado el Gobierno para apoyar a uno de los sectores que más está sufriendo la crisis económica provocada por la pandemia y las medidas restrictivas de movilidad y horarios asociada a la misma: el sector de la hostelería.

"me gustaría que hubiera más empresas de tecnología aeroespacial. Claro que sí. pero para potenciar esto no hay que denostar a otros sectores cuyos emprendedores han decidido invertir basados en sus conocimientos y capacidades"

Después de mucho tiempo esperando estas medidas, el sector las ha calificado como decepcionantes e insuficientes, tanto por su concepción y diseño como por el montante total de las mismas. En el primer caso porque no se ha querido optar por la ayuda directa como han hecho países de nuestro entorno y, en cuanto al montante total de las mismas, muy por debajo también de países de nuestro entorno, en donde además este sector tiene un peso específico en el PIB muyo menor que en el nuestro.

No voy a valorar esas medidas, pero comprendo perfectamente las quejas del sector y entiendo que, aunque sólo sea por comparación con otros países, se debería haber hecho un esfuerzo mucho mayor  acorde al importante peso que el sector tiene en términos de PIB y de empleo en nuestro país.  

Lo que sí me voy a detener es en las manifestaciones de políticos afines al sector más radical del Gobierno que no pierden ocasión para menospreciar al sector de la hostelería con manifestaciones tales como que es un sector sin valor añadido o que en España "lo que sobran son bares". Supongo que esas manifestaciones se hacen para reforzar el hecho de que las ayudas sean escasas y mal diseñadas, tal y como se queja el sector.

A mí me gustaría que en mi país hubiera más empresas de tecnología aeroespacial. Claro que sí. O de robótica, o de desarrollo de software o grandes laboratorios farmacéuticos. Lo que no concibo es que para tratar de potenciar esto haya de denostarse a otros sectores cuyos emprendedores han decidido invertir en función de sus conocimientos y capacidades. Es una falsedad decir que para que haya más empresas tecnológicas lo que sobran son bares. No es cierto. No es una cosa o la otra. Para que haya más empresas tecnológicas lo que faltan son más empresas tecnológicas. Y no sobra ninguna otra de ningún otro sector. No sobra ninguna en la que un emprendedor quiera arriesgar su patrimonio.

En su concepción intervencionista y, por tanto, nada liberal de la economía, estos políticos no terminan de entender que un emprendedor arriesga su dinero y su patrimonio y crea una empresa en donde supone que le va a ir bien. Y a partir de ahí es dueño de sus destino. Si le va bien, perfecto. Si fracasa, está en su derecho de equivocarse. Al fin y al cabo, la mayoría de las veces, se juega todo lo que tiene en ello. Y, ahora, sólo han pedido ayuda por un hecho sobrecogedor y sobrevenido que ha afectado a muchos sectores de la economía. Y es en esas circunstancias en las que, con razón, están pidiendo ayuda. En condiciones normales, sin pandemia, si un hostelero o cualquier otro emprendedor fracasa por el devenir natural del mercado apechuga con las consecuencias y ya está. Así es la economía liberal y de mercado.

¿Queremos que haya más emprendedores que quieran arriesgar su dinero y patrimonio en otros sectores más innovadores y tecnológicos? Bien, pues partamos desde la propia concepción de nuestro sistema educativo motivando hacia el emprendimiento, despertando la curiosidad por la ciencia, la investigación y la tecnología, despertando la necesidad de querer saber, promoviendo la cultura del esfuerzo y tratando de hacer aflorar el talento (y no parece que vaya por ahí la nueva Ley de Educación). Y ha de propiciarse el caldo de cultivo social que permita que afloren nuevas ideas y nuevas empresas. Que haya cultura de emprendimiento e innovación, con todo lo que lleva de cambio cultural. Foméntese una Universidad más orientada a ello y con más colaboración con las empresas. Hágase atractivo para potenciales inversores su implicación en nuevas startups... En fin, todas esas cosas de las que tanto se habla, pero poco se actúa.

No es el Gobierno quien debe decir en qué sectores debe un emprendedor arriesgar. Sólo tratar propiciar un entorno amigable para el emprendimiento y la creación de empresas. Nadie de ningún gobierno decidió que Silicon Valley (Valle de Santa Clara) fuera el epicentro mundial de las grandes tecnológicas. Simplemente había el caldo de cultivo para que se produjera esa eclosión. A saber, entre otras muchas razones: Cultura emprendedora (no miedo al fracaso), Universidad de Stanford entre otras, cientos de 'frikis' con ideas y una concentración de firmas de capital riesgo apabullante.

¿Y saben qué? En este valle hay muchos bares y restaurantes. Y muchos más aún si incluimos a la ciudad de San Francisco, a 20 minutos en coche. Y en cierto modo esos bares forman parte del microcosmos de innovación, donde miles  de trabajadores de las grandes firmas tecnológicas o de las pequeñas startups o de las firmas de capital riesgo hablan, intercambian información o se encuentran a los grandes gurús mientras toman un café una cerveza.

Quizás nuestra mayor diferencia sea que en sus bares se divierten, como aquí, hablando de sus planes para el fin de semana o del último partido de los San Francisco 49ers o de los Golden State Warriors. Pero también se habla de algoritmos, software o rondas de financiación para nuevas empresas.

El hecho de que haya bares no ha impedido la proliferación de empresas tecnológicas, ni al contrario. Todos contribuyen a la creación de empleo y riqueza. En definitiva, el hecho de emprender no deja de ser una cuestión cultural y de libertad individual aderezada con un entorno propicio y basada en el talento y la formación de cada uno de los emprendedores.

Les deseo lo mejor para el año 2021.


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