El resumen de la primera mitad del año en curso puede definirse como una destrucción de capital con pocos precedentes en el pasado como explica el analista
MADRID. Si nos preguntamos si hemos llegado al suelo de los mercados, es que este todavía está lejos. El resumen de la primera mitad de año en los mercados financieros puede definirse como una destrucción de capital con pocos precedentes en el pasado.
De hecho, el sentimiento y comportamiento pesimistas en las bolsas con carácter general fruto de la inflación, sin duda la gran protagonista de este primer semestre. Pero eso sí, con permiso de la guerra en Ucrania y el giro de 180 grados en las políticas monetarias y de tipos de interés de los bancos centrales hacia medidas más agresivas para combatir la inflación. Todo ello establecen el escenario para la siguiente mitad, así cómo para al menos los dos próximos años.
Las referencias desde Estados Unidos -donde podría tener lugar una recesión económica en cuanto se confirme un dato de PIB para el segundo trimestre en negativo- lideran las correcciones mundiales. Lo hacen con permiso en este caso del índice ruso Moex, excluido de negociación en el ámbito internacional y que arrastra una caída en el año del 41,80%:
Mientras los inversores siguen cautos a alzas en los mercados, a la espera sobre el impacto en la economía real de las medidas aplicadas por la Reserva Federal (FED), marca mínimos en el sentimiento tanto de los inversores como de los consumidores. El sector inmobiliario en Estados Unidos empieza a dar señales preocupantes con algunos parámetros interesantes. Ahí está el precio medio de la vivienda entre el salario medio en el país, que se sitúa en nuevos máximos históricos, muy por encima de los niveles previos a la crisis de 2008.
En Europa, el escenario no es mucho mejor. De hecho, la inacción por parte del Banco Central Europeo (BCE) para combatir la inflación podría originar que leves subidas de tipos -como la esperada para julio- generen una mayor sensibilidad y reacción en los índices del Viejo Continente. Las palabras de Christine Lagarde sobre la compra de bonos periféricos para mantener los rendimientos a raya ofrecen la evidencia de cómo de debilitada está la economía europea. Donde, además, el impacto económico de las sanciones a Rusia por la guerra en Ucrania está teniendo mayor repercusión negativa sobre los países miembros -fruto de la dependencia energética del petróleo y gas ruso-, que dentro de la propia Rusia.
La conclusión en el comportamiento de los principales índices europeos es que aquellos más industrializados -o con más sesgo tecnológico dentro de su composición- han sido los más afectados por las ventas masivas de los inversores.
Por otro lado, las materias primas son las grandes ganadoras de la primera mitad de 2022. Las presiones inflacionarias mundiales -junto con las restricciones por covid en China- no han supuesto por ahora catalizadores de destrucción de la demanda. Todo lo contrario. Tras el inicio de la guerra en Ucrania, tanto las materias primas energéticas como las agrícolas se han negociado en máximos de varios años durante este periodo de análisis.
Como podemos observar en el comportamiento de las commodities, la inflación se ha concentrado en los combustibles y en la cesta de la compra; mientras que las malas expectativas del sector industrial y los persistentes problemas en las cadenas de suministro lastran la cotización de los metales industriales. Además, ni siquiera el oro o la plata son capaces de compensar con subidas el incremento de los precios -la inflación- y en términos reales los metales preciosos incluso retroceden más.
Todo ello en un contexto donde las divisas muestran claramente como la mayor agresividad de la FED, que ya ha subido los tipos de interés hasta el tramo de 1,50%-1,75% junto con la esperada reducción del balance, fortalecen al 'billete verde' frente al resto de divisas.
Concretamente el euro retrocede un 8,25% en su cruce frente al dólar en el año también fruto de la inacción del BCE para combatir la inflación. Ello a sabiendas de que la sensibilidad de la economía comunitaria -e incluso leves incrementos en los tipos de interés- desencadenará una mayor reacción negativa en la economía real.
Darío García es analista de XTB