CARTAGENA. Ha salido contento el Gobierno del debate sobre el estado de la nación. El Aparecido también, aunque quizás por otros motivos. En primer lugar, porque Pablo Echenique, portavoz de Podemos, pronunció la palabra "España". Eso fue más maravilloso que ver atacar naves en llamas más allá de Orión. Pero requiere su exégesis. En 1973, entrevistado por una joven periodista de la revista Cambio 16, el Aparecido declaró que "la democracia le vendría bien a España". Entonces la periodista repreguntó: "¿Ha dicho a España?". Cuando se ratificó, la periodista, francamente asombrada, aún le dio una última oportunidad: "Entonces, ¿pongo España?". Hay que comprenderla: ya se había puesto de moda entre los jóvenes izquierdistas aludir a España como "este país", "el Estado", etc. Cualquier cosa antes de reconocer que vivíamos en una nación llamada España. Quizás porque la confundían con el franquismo, a muchos izquierdistas españoles no les gustaba la historia de España, ni la lengua española, ni, en breve, la nación española.
"conviene que siga habiendo gente luchando por consolidar la democracia en todo momento, Incluso en 2022"
Esa tradición había permanecido incólume hasta que Echenique la rompió diciendo: "Estamos en el debate del estado de la nación, pero habría que precisar el debate del estado de España" ¿Una súbita iluminación? ¿Una repentina conversión al patriotismo español? En absoluto. Era solo para pretender que allí había diputados de otras naciones, como Cataluña, el País Vasco o Galicia. El Aparecido opina, por el contrario, que varias decenas de congresistas no saben, o fingen no saber, que representan al pueblo español, hayan concurrido por Gerona o por Bilbao, y que el Congreso es, les guste o no, la sede de la soberanía nacional española. Y también opina que los congresistas no se distribuyen en una pluralidad de piezas de un mosaico de nacioncitas, sino que todos ellos representan a la misma nación: España. No existe España porque lo diga la Constitución, sino más bien hay Constitución porque existe España. ¿Desde cuándo? Eso los discuten los historiadores, pero les dará el Aparecido un disgusto a los separatistas: desde antes de Franco. Y les dará otro aún mayor: seguirá existiendo cuando esta constitución haya decaído o la hayan reformado. Así, aunque fuese con el avieso propósito de hacer ver que España es equiparable a Cataluña, al País Vasco, a Galicia o, ya puestos, a Murcia mismamente, fue bello oír decir "España" a Echenique. Para que ese momento no se pierda como lágrimas en la lluvia, alguna vez algún presidente del Gobierno de España, del partido que sea, tal vez se anime a proclamar en el Congreso que aquello es la sede de la soberanía española.
Otro detallito ocurrió al debatir sobre la Ley de Memoria Histórica, una de cuyas disposiciones adicionales crea una "comisión técnica de estudio para evaluar los supuestos de vulneración de derechos humanos a personas en su lucha por la consolidación de la democracia". Eso sí: entre 1978 y 1983. En contra de lo que muchos han clamado, al Aparecido no le extraña nada que en España hubiese gente luchando por consolidar la democracia entre 1978, fecha en la que se aprobó la Constitución, y 1983. De hecho, en 1981 el coronel Tejero intentó cargarse la democracia española, luego convenía consolidarla. Es más, cree el Aparecido que conviene que siga habiendo gente luchando por consolidar la democracia en todo momento. Incluso en 2022, si recordamos que los separatistas catalanes pusieron en serio riesgo la democracia española en 2017 y han declarado que volverán a hacerlo. La consolidación de la democracia no tiene fecha final.
La pregunta oportuna es la contraria. Mientras que muchos peperos cuestionan por qué alargar la defensa de los derechos humanos hasta 1983, el Aparecido plantea ¿por qué solo hasta 1983? Como demócrata expedientado y encarcelado en 1971, no quiere ni pensar que ese límite tenga algo que ver con el hecho de que los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) empezaron a funcionar en 1983, presidiendo González el Gobierno. Se resiste a creer que el presidente Sánchez haya pactado con Aizpurua, portavoz de Reunirse (Bildu en vasco), prolongar el examen hasta 1983 con el doble propósito de hacer ver que la Transición dejó mucho que desear y, a la vez, evitar que se abra una investigación sobre los GAL. Como diana en las listas de ETA, al Aparecido eso le resulta impensable.
Un tercer detallito reseñable es que el presidente Sánchez, con el voto en contra de sus socios habituales, pactó con el candidato Feijóo subir el gasto en Defensa, lo que le viene bien a Cartagena, hasta el 2% del PIB. Y otro detallito más es que, con la inflación por encima del 8%, el PP no votó contra las medidas anticrisis del Gobierno. Dos acuerdos que anticipan que acaso el candidato Sánchez vea cumplidos sus sueños en las próximas elecciones. Todos los recuerdan perfectamente. El candidato Sánchez no podría conciliar el sueño si hubiese ministros comunistas en su Gobierno. Es más, el candidato Sánchez no pactaría con Reunirse, y lo repetiría quince veces si fuese necesario. Todavía más, el candidato Sánchez iba a poner a Puigdemont en manos de la Justicia. Si las encuestas no varían sustancialmente de aquí a las próximas elecciones, es muy probable que el candidato Sánchez, en complicidad con el candidato Feijóo, vea sus sueños cumplidos. Si Feijóo lo ha ayudado en el gasto en Defensa y en las medidas contra la crisis, quizás lo ayude a formar un gobierno en España sin miembros de Podemos (o de Sumar), sin pactos con Reunirse y que encargue a la Fiscalía y la Abogacía del Estado que ponga a los sediciosos en manos de la Justicia. Si llega ese día, el candidato Sánchez podrá, por fin, dormir tranquilo. Algunos otros españoles, también. Sea por acuerdo o por sustitución, que el candidato Sánchez pueda cumplir sus sueños sería más maravilloso que ver brillar Rayos C en la oscuridad, cerca de la puerta de Tanhäuser.
JR Medina Precioso