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El timo de las nacionalidades

28/05/2022 - 

MURCIA. Una de las peculiaridades de España es que una fracción minoritaria de los españoles, pero no negligible, niega su propia existencia como nación. Al respecto, tres teorías se disputan la respuesta correcta a la pregunta ¿qué es España? Según una primera y mayoritaria versión, España es una nación con todos sus avíos: una apreciable historia, un lenguaje común (el castellano o español), un himno, una bandera, y un reconocimiento generalizado por parte de las otras naciones. Tanto es así que ha surgido incluso la noble especialidad de los hispanistas, académicos extranjeros cuyo objeto de estudio es precisamente España. En la limitada biblioteca del Aparecido hay tres diccionarios, que se titulan así: español-francés, français-espagnol; español-inglés, english-spanish; español-alemán, spanisch-deutsch. El español es incluso una lengua oficial en la Unión Europea. Algo implicará todo eso, ¿no?

Según una segunda versión, España no existe, sino un Estado español de naturaleza plurinacional. Así España no sería una nación, pero sí lo serían Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía, Asturias, las Islas Canarias y no se sabe cuántos territorios más. Después de todo, también existen, como lenguas reconocidas, el catalán, el vasco, el gallego y quizás el asturiano (no hay que llamarlo bable, que se cabrean los paisanos). Y así mismo tienen sus banderas y sus himnos. Esa versión de una España plurinacional tiene varios pequeños inconvenientes: ningún país reconoce a esos territorios como naciones, sus lenguas no son oficiales en la Unión Europea y, peor todavía, en todos ellos está presente el español como lengua muy extendida y, además, no hay modo de desvincular sus respectivas historias de la, más amplia, historia de España. Hay un entrelazamiento que solo cabe disolverlo por el expeditivo método de tergiversar la historia de forma drástica. Si pensamos en la toma de Granada por las tropas cristianas descubriremos, sorprendidos, que los navíos catalanes jugaron un papel esencial en interrumpir la conexión con África, de donde podían llegar refuerzos a los nazaríes. Si pensamos en la epopeya americana, los navegantes vascos no se quedaron atrás. Si pensamos en la Guerra de Independencia contra los franceses, participaron en la lucha guerrilleros de todos territorios. Así, aunque la versión del Estado plurinacional español es conceptualmente coherente, resulta que es materialmente falsa. No hay contradicción lógica en admitir que haya Estados plurinacionales, y el caso del Reino Unido se viene a la mente, pero sencillamente España no es uno de esos casos.

"¿Es que la Constitución optó por la idiotez de la nación de naciones?"

Según la tercera versión, España es una nación de naciones. A diferencia de las dos versiones anteriores, esta idea es conceptualmente incoherente. De hecho, no es lógicamente posible que una nación albergue en su interior varias naciones distintas. Esa tesis es contradictoria o, dicho menos finamente, es una gilipollez (copyright, el socialista Anselmo Carretero; derechos de autor adquiridos por el socialista Zapatero). No deja de ser curioso que, si bien es incoherente, goza de cierto apoyo. La explicación de ese éxito es sencilla: como todas las nociones contradictorias, permite afirmar a la vez una cosa y su contraria, lo que no es pequeña ventaja para los timadores políticos. Es bien sabido que, en todo sistema matemático cuyos axiomas sean contradictorios, se puede demostrar cualquier cosa. En esos sistemas contradictorios resulta imposible trazar una distinción entre lo verdadero y lo falso. Eso es lo que justamente sucede con la idea de nación de naciones. Permite decir en Guadalajara que España es una nación y en Bermeo que lo es el País Vasco; posibilita afirmar en Murcia que el español es la lengua común de todos los españoles y en Tarrasa que el español solo es una lengua curricular, siendo la única lengua vehicular en la enseñanza la catalana. ¿Entiende el lector la diferencia entre curricular y vehicular? El Aparecido tampoco: si son lo mismo, ¿por qué emplear dos palabras distintas?; si no son lo mismo, ¿por qué pretender que lo son? Análogamente, la nación de naciones es una fuente inagotable de paradojas y contradicciones, de la que solo sacan provecho los interesados en afirmar una cosa en Cartagena y la contraria en Sangenjo.

"Ha hecho bien CS en pedir que se modifique esa parte del punto 2 para eliminar lo de regiones y nacionalidades y poner en su lugar comunidades autónomas"

En resumen, de las tres versiones de España, la de nación de naciones decae por inconsistente, pero de las dos conceptualmente posibles, España como nación y España como Estado plurinacional, la segunda no resiste la confrontación con los hechos. Así, el criterio de racionalidad conduce a excluir los sofismas del tipo nación de naciones, y el criterio de suficiencia empírica conduce a eliminar la tesis del Estado plurinacional. Solo la idea de España como nación es a la vez coherente y acorde a los hechos. Aparte de que, si los separatistas vascos y catalanes persiguen tenazmente convertir Cataluña y el País Vasco en sendos Estados independientes, no se sabe por qué querrían permanecer en un Estado plurinacional si se les diese la oportunidad de elegir.

¿Y qué dice la Constitución al respecto? El primer sintagma del Preámbulo dice <<La Nación española...>>. El artículo 1 punto 2 dice <<La soberanía nacional reside en el pueblo español...>>. El artículo 2 empieza diciendo <<La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles...>> Hasta ahí todo concuerda con la idea de que España es una nación, a la que además siempre se cita con una mayúscula inicial: <<Nación>>. Todo cuadra.

El problema nace en la continuación del punto 2 <<y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas>>. Bueno, lo de la solidaridad es, en opinión de los separatistas, una clausula de estilo destinada a ser ignorada: nada de compartir el agua, nada de compartir la riqueza vía impuestos, nada de compartir los puestos de funcionarios, y así sucesivamente. Puro oportunismo que choca de frente con la Constitución, que garantiza la solidaridad entre los territorios. No obstante, ese incumplimiento de la Constitución es un problema práctico, pero no conceptual.

El verdadero problema conceptual reside en la expresión << las regiones y las nacionalidades>>. Si son lo mismo, ¿por qué dos palabras?; si no son lo mismo, ¿dónde queda lo de la igualdad de derechos de todos los españoles y la soberanía única del pueblo español? ¿Es que la Constitución optó por la idiotez de la nación de naciones? En ese caso, ¿por qué habla de la Nación española, pero no habla luego de regiones y naciones? Estamos, de nuevo, ante un truco, como lo de vehicular y curricular, destinado a poder sostener una opinión en Lorca y la contraria en Gerona. Admitir eso fue un error por parte de los que apoyamos la Constitución.

Ha hecho bien Ciudadanos en pedir que se modifique esa parte del punto 2 para eliminar lo de <<regiones y nacionalidades>> y poner en su lugar <<comunidades autónomas>>. Eso tendría varias ventajas. En primer lugar, aseguraría la igualdad entre todos los españoles; además, cuadraría mejor con el título VIII de la Constitución, que versa sobre la organización territorial de España, pero donde solo aparece el sintagma <<comunidad autónoma>, que no las palabras <<región>> o <<nacionalidad>; en tercer lugar, cualquiera que pretenda defender, como el Aparecido, una versión federal de la organización territorial española debe primero poner en igualdad de condiciones a los distintos territorios, pues no cabe federar por descentralización desde la desigualdad (nada federal es asimétrico; la federación es necesariamente simétrica e igualitaria, de modo que hablar solo de comunidades autónomas es lo mejor).

En cualquier caso, el título VIII de la Constitución, que concreta la organización territorial de la Nación española, solo habla de comunidades autónomas, que no de regiones, ni de nacionalidades. Así, la segunda parte del punto 2 queda como una suerte de brindis al sol, que luego no encuentra desarrollo en el resto de la Constitución, y que solo sirve para crear la suficiente confusión para tratar de tapar que las dos versiones coherentes de España, la nacional y la plurinacional, son absolutamente incompatibles e irreconciliables. Prefiera el lector un Estado centralista o uno federal, lo conveniente es hablar solo de comunidades autónomas.  Y el que quiera un Estado plurinacional, que lo diga claramente y no se esconda tras la palabreja <<nacionalidad>> Esta vez, Ciudadanos ha acertado.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

P.D. 

Por cierto, en la Constitución republicana de 1931 no aparecía el término <<nacionalidades>>, sino que las diversas zonas del Estado eran denominadas <<regiones>>. Para los republicanos, Cataluña, País Vasco y Galicia solo eran regiones, cuya autonomía, que no independencia ni autodeterminación, se pretendía regular mediante los oportunos estatutos. El timo de las nacionalidades nació con la Constitución monárquica de 1978, en un intento (fracasado) de integrar a los violentos etarras y los sediciosos de IRC. Acierta Ciudadanos al retornar al espíritu de la Constitución republicana de 1931, para la que solo había regiones en trance de convertirse en comunidades autónomas, proceso culminado en la actualidad. Lo retrógrado es seguir hablando de nacionalidades, término que espantaría a los liberales de la República.

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