como ayer / OPINIÓN

Paradojas temporales de la Navidad e historias curiosas sobre capillas bautismales de Murcia

9/01/2025 - 

Paradojas de la Navidad. Por un lado, los ayuntamientos ahondan en una desenfrenada carrera por ver quién pone las luces y las enciende antes. En el recién terminado 2024, se ha llegado al punto, un tanto absurdo, de proceder a la luminosa inauguración antes incluso de que diera comienzo el Adviento, el tiempo litúrgico que precede a la Navidad y que le sirve de preparación. En Murcia, por ejemplo, se produjo el acontecimiento el 23 de noviembre, y el Adviento comenzó el 1 de diciembre, o el 30 de noviembre, si lo damos por comenzado con la celebración de las vísperas.

Sin embargo, ayer por la tarde ya se había echado el tablacho a la mayor parte de las ferias navideñas, espectáculos de luz y ruido (sonido, le llaman) y atracciones varias, porque una vez que la cabalgata de los Reyes Magos recorre las calles, toca recoger. Y no es sólo el sentir municipal, sino el de la inmensa mayoría de la población, que llega ahíta al trueno final después de tantos días de fiestas, comilonas, compras compulsivas y bombardeos varios. Pero, en realidad, el final litúrgico del tiempo de Navidad se producirá el próximo domingo, con la fiesta del Bautismo de Jesús, que se sitúa, desde 1969, el domingo siguiente a la Epifanía o Reyes Magos.

"los bautisterios o baptisterios ocuparon siempre un lugar importante en los templos, sobre todo en los parroquiales"

No es que en esa fecha se celebren grandes actos que merezcan la reseña en estos ayeres, pero sí es una buena ocasión para recordar que los bautisterios o baptisterios ocuparon siempre un lugar importante en los templos, sobre todo en los parroquiales, que es donde se administra normalmente el sacramento del bautismo a quienes acceden a la Iglesia mediante el acostumbrado ritual, que incluyó en tiempos antiguos la inmersión en las aguas purificadoras y que hoy se sustituye, mayoritariamente, por el agua derramada sobre la cabeza del nuevo cristiano.

También se nos brinda la oportunidad de explicar que en algunos lugares, sobre todo en Italia, pueden aún admirarse magníficos baptisterios exteriores, como edificaciones cercanas al templo, lo que pretendía remarcar que el bautizado no entraba físicamente a participar de la fe y de las celebraciones hasta que no se producía su bautismo. Pero incluso sin la existencia de un espacio específico en el exterior, la capilla bautismal se situó normalmente a los pies del templo, junto a la entrada, y preferentemente en el lado del Evangelio, o lo que es igual, a la derecha mirando desde el altar.

Buen ejemplo de ello encontramos en nuestra Iglesia Catedral, donde una de las capillas más amplias y notables desde el punto de vista arquitectónico y artístico es, precisamente, la bautismal, presidida por una imponente escultura en mármol, algo poco frecuente por estos pagos, obra del italiano Juan de Lugano, que representa a la Virgen del Socorro. Es una magnífica pieza datada en la segunda mitad del siglo XVI, poco después de que se ejecutaran las obras de la capilla, que dirigió Jerónimo Quijano en 1545.

El grupo escultórico de la Virgen del Socorro presenta a María como defensora y abogada contra el mal, portando en su mano derecha un cetro con el que va a golpear al demonio, que se encuentra a sus pies. El niño que llora al otro lado rememora un milagro mariano, conforme al cual una madre alterada habría "mandado al diablo" a su hijo, debido a sus llantos persistentes. La madre, asustada ante la aparición del Diablo y arrepentida invocó a la Virgen que, de inmediato, les socorrió derrotando a Lucifer.

Es curioso que este grupo escultórico fuera replicado, en la misma Catedral murciana, por el artista francés Antonio Dupar, afincado en Murcia durante el primer tercio del siglo XVIII,  y autor más que probable de algunas obras que se han adjudicado mucho tiempo a Salzillo, entre las que se cuenta, precisamente, la bella talla en madera policromada de la Virgen del Socorro, situada en una de las capillas del trascoro catedralicio.

Hasta 1908, la Catedral fue también parroquia, y en esta capilla recibían los fieles el sacramento del bautismo. Es la razón por la cual hay en Murcia una parroquia con el nombre de San Bartolomé-Santa María, aludiendo la segunda denominación al hecho de haber asumido la primera, en la fecha indicada, la feligresía catedralicia.

"el alcalde José Ballesta fue bautizado por su tío y canónigo catedralicio Bartolomé Ballesta"

Con todo, aún hubo bautizos celebrados en la Catedral de neófitos vinculados al templo por diferentes motivos. Encontramos algunos casos como el de una hija de Joaquín Vidal Monerri, quien fue cabo de andas muchos años de la Virgen de la Fuensanta; o el del actual alcalde de la ciudad, José Francisco Ballesta, bautizado por su tío y canónigo catedralicio Bartolomé Ballesta.

Otro caso interesante en materia de capillas bautismales es el de Santa Catalina, parroquia en su momento que dejó de serlo, en este caso, en el año 1940, a la vuelta de la Guerra Civil, pasando sus feligreses a depender de San Nicolás.

En Santa Catalina, la capilla bautismal se encontraba también a los pies de la iglesia, pero en el lado de la Epístola, espacio que está hoy dedicado al arcángel San Miguel. La gran pila marmórea que se usó en su día para bautizar a personajes como Francisco Salzillo o Julián Romea fue desalojada de su lugar y depositada en el Museo de Bellas Artes, que a su vez la cedió al Museo Salzillo en 1973.

Al no llegar a ser instalada en el mismo, y quedar en su momento arrumbada en un solar, fue recuperada por el primer museo y recolocada en su patio, para terminar regresando en 2007 a Santa Catalina, coincidiendo con el tercer centenario del bautizo de Salzillo, para quedar situada en un lateral del presbiterio.

Al hablar en Murcia de capillas bautismales hay que traer a colación la labor de un notable pintor como fue José María Almela Costa, que contó entre su producción con varias representaciones del Bautismo de Cristo, destinadas a presidir aquellos espacios destinados a la administración del sacramento.

Con los tiempos posconciliares, las pilas bautismales fueron trasladadas a las proximidades de los presbiterios, como ocurrió en San Nicolás o en El Carmen, donde las capillas quedaron sin objeto y han acabado convertidas en seudotrastero, en el primer caso, y en capilla para el confesionario, en el segundo, mientras que los respectivos lienzos de Almela han sido reubicados en el templo, con diverso gusto y acierto. Paradojas cultuales.

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