Comparece el presidente por enésimo día consecutivo a desgranar lo que más le conviene de lo aprobado en Consejo de Ministros, en teoría para paliar en lo económico las medidas adoptadas para frenar el contagio del bicho éste. Todo pura demagogia, argumentos prestados como el “no dejamos a nadie atrás”, de los marines americanos; o el ‘resistiremos’, de la canción del Dúo Dinámico, repetidos ad nauseam.
Pero oculta convenientemente que PSOE y Podemos ya están utilizando esta crisis y la legislación de excepción para modificar a su antojo cuantas normas les conviene. El primer ejemplo lo tenemos en la Disposición final SEGUNDA, página 41 del Real Decreto Ley de medidas de apoyo económico por la crisis del coronavirus, donde se cuela una modificación de la Ley 11/2002 de 6 de mayo del CNI, que regula la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia, para permitir la presencia en la misma de Pablo Iglesias.
No creo que utilizar un Real Decreto Ley de ayudas económicas, que ni están claras ni convencen y siguen pareciendo un brindis al sol, para colar sus chanchullos tenga ni el más mínimo pase.
No tardaremos en ver cómo, entre las medidas ‘sanitarias’ se cuelan indultos a golpistas, regalos económicos a fascistas independentistas, excarcelaciones de terroristas de ETA, intervenciones en medios de comunicación y censura, nacionalización de sectores que nada tienen que ver con la pandemia, y cambios en las leyes electorales que, de facto, permitan el gobierno indefinido de Psoe-Podemos sin necesidad de elecciones o con ellas totalmente amañadas con argucias ‘legales’.
El Doctor Fraude, al que hasta le está saliendo un mechón blanco tipo Antoñete de tanto dar capotazos, está convencido de tener enfrente, y convenientemente estabulado, un pueblo infantil, ovejuno y lanar que consiente todas sus tropelías, sólo preocupado por el papel higiénico y conforme con gestos testimoniales desde los balcones, con aplausos, música motivadora y -la última- cartas anónimas a los enfermos. Puro postureo para que parezca que hacemos algo en este confinamiento impuesto.
Quiero pensar que esa España de los balcones no tardará en dejar de aplaudir y comenzará a silbar, a protestar, a exigir medidas de auténtica lucha contra la pandemia, como que se generalicen las pruebas y se aísle, cuide y trate a los positivos en base a un test científico y no a una encuesta teléfonica; y exigirá además al Gobierno que no legisle abusivamente desde una situación de excepción o, en su defecto, a la salida de este trance, los sentará en el banquillo destinado a los prevaricadores.
A ver si espabilamos, desde la responsabilidad, sí, y la solidaridad y la disciplina, pero sin dejarnos cegar por cortinas de humo y gestos vacíos, porque me parece a mí que nos están tangando.
Antonio Imízcoz es periodista