MURCIA. Tic tac. La cuenta atrás ha comenzado para el PSOE. Faltan menos de dos años para las elecciones y no hay tiempo que perder. El partido quema todas sus naves y fía su gran objetivo a una única baza: Francisco Lucas, su líder, elegido en primarias, señalado por Pedro Sánchez como el futuro candidato y ahora catapultado por el presidente como nuevo delegado del Gobierno, la máxima figura institucional a la que puede optar el PSOE en la Región de Murcia. En una tierra donde el relato es un mano a mano entre PP y Vox, los socialistas no quieren quedarse rezagados. Necesitan remontar: para lograr su gran anhelo de asaltar el palacio de San Esteban, que dirían los más optimistas; para no sufrir más en las urnas y no soportar un humillante sorpasso del ascendente Vox, que dirían los más pesimistas.
La fórmula elegida no es nueva. Es la misma que empujó a Diego Conesa hacia la victoria electoral de 2019; pero también es la misma que no impidió a José Vélez su derrota en 2023. No obstante, hay muchas maneras de ejercer como delegado del Gobierno. Uno puede ser como Francisco Jiménez, elogiado por afines y ajenos, neutral y ecuánime, sin ninguna carga política en sus movimientos. También puede ser un mero delegado de paso, como los que han transitado de forma breve. O como Mariola Guevara, que había desempeñado con discreción hasta los episodios de Torre Pacheco. O puede jugar fuerte como pretende Francisco Lucas: con iniciativa, con presencia activa, con toda la intención política del mundo.
Su movimiento del miércoles sorprendió a todos. Pilló a Vox desprevenido, que buscaba un paseo triunfal en Santa Cruz para presumir del cierre de menores, su gran victoria política; se adelantó a Podemos, tradicionalmente más astuto que el PSOE en este tipo de lides y, por supuesto, pasó por delante del PP, que hasta ese momento se mostraba impasible ante las maniobras de Vox. Cierto es que, en esta ocasión, al fin los populares respondieron con un mensaje contundente, distanciándose de su antiguo socio, pero lo hicieron a la mañana siguiente. El día antes lo había ganado Lucas, con su orden directa a la Guardia Civil de impedir una concentración como la que alentaban dirigentes como Luis Gestoso, que pedía “despedir a los menas de Santa Cruz”. El acto derivó finalmente en una rutinaria rueda de prensa, animada por los cánticos de Víctor Egío (“No sobran inmigrantes, sobran fascistas”), pero el PSOE se adueñó del relato. En los tiempos actuales, se puede considerar un tanto político.
El PSOE soporta tres décadas de oposición, una losa muy dolorosa para un partido que se siente ganador. Ninguna encuesta augura una mejoría a corto plazo, por lo que necesita resarcirse y mover ficha. Lucas, su líder desde marzo, deja Madrid y sale del Congreso, un terreno de mucho prestigio, pero con escasa visibilidad para los votantes. Ahora se volcará en toda la Región, pisando el terreno, con toda la atención de los ciudadanos, y también de los medios regionales. Una inauguración, allí estará él; un acto institucional, ahí le verán; una acción del Gobierno de España, él la presentará; un asunto de orden y seguridad, ahí aparecerá él. Es el momento de que los murcianos le conozcan, piensan desde Princesa.

- Francisco Lucas y el ministro Félix Bolaños, en Murcia. -
- Foto: MARCIAL GUILLÉN / EFE
Lucas tendrá que lidiar con las limitaciones de la Delegación, cuyas tareas se resumen en actuar como el altavoz del Gobierno de España en la comunidad y ser el principal responsable de la seguridad. No podrá tampoco alzar la voz contra el Ejecutivo, una tarea incompatible en su condición de representante del Gobierno. Pero tampoco sería previsible que lo hiciera, habida cuenta de que Lucas, como todo el aparato del PSOE regional, es sanchista sin fisuras. Él, con todo, proclama que defenderá ante todo a la Región y su gente. Por eso lleva como emblema decir allá donde va que el Trasvase Tajo-Segura no se va a cerrar, consciente de la importancia del problema los regantes. Lucas Jiménez, presente el viernes en la toma de posesión, volvió a escuchar esa consigna. Precisamente con el agua, el dirigente ha jugado la baza de tener hilo directo con Moncloa para adelantar los planes del Ministerio con las dos futuras desaladoras de Águilas y Torrevieja.
Su nombramiento, anunciado a principios de mes, también ha marcado el inicio del curso político. Sus rivales ya le han recibido de manera caliente. “Pedro Sánchez ha premiado a Lucas con la Delegación como plataforma electoral pagada con el bolsillo de todos los ciudadanos por su fidelidad, no por defender a esta tierra”, critican desde el PP. Aunque en el fondo los populares no temen especialmente su llegada. Ya lo vieron venir, insinuando tiempo atrás que aterrizaría en la Delegación. Conocen bien a Lucas, que fue portavoz parlamentario en la Asamblea (un cargo que, en la práctica, bien puede equivaler a ser el jefe de la oposición) y cuentan con la baza de que nunca criticará a Sánchez. En Vox han encontrado otro ariete, aunque más pronto de lo previsto. “Pelota mononeuronal”, “puro estalinismo”, “ejecutivo delincuente” y “mamporrero de Pedro Sánchez” son algunos de los epítetos que le han dedicado esta semana. Y en Podemos, que siempre mira con lupa al PSOE, consideran que es un escaparate político.
Los socialistas eluden hablar de elecciones. No toca. Además, aunque Sánchez auspiciara a Lucas como futuro candidato, todavía no es tiempo de primarias, que se celebrarán en año electoral. El delegado, que confirmó que se presentará para ser el aspirante a la Comunidad, quiere centrar sus esfuerzos en el presente. "Quiero ser útil a mi tierra y eso implica, con la debida reciprocidad, iniciar una nueva etapa de lealtad y respeto institucional, que nos convierta, en aliados en la defensa de los intereses de la Región de Murcia", dijo en su discurso inaugural. Su designación supone además el último pico de una carrera vertiginosa en política, que a sus 36 años le ha llevado desde ser el pedáneo de su pueblo, El Raal, hasta convertirse en el líder del partido y delegado de Sánchez en la Región, pasando por la Asamblea y el Congreso. Ahora afronta el reto de su vida, consciente de que su partido, y él también, se la juega en 2027. La última esperanza para el PSOE pasa por Francisco Lucas.