Durante décadas nuestras madres y abuelas vivieron bajo un sistema patriarcal que limitaba su acceso a los espacios de desarrollo personal, intelectual y profesional. Uno de los más significativos fue la educación formal, negada o condicionada a las mujeres por estructuras culturales, religiosas y políticas que relegaban su rol al ámbito doméstico.
El acceso a la enseñanza para las mujeres estaba marcado por una doble discriminación: por género y por clase social. A muchas se les enseñaba lo justo para ser "buenas esposas y madres", mientras que los varones eran preparados para liderar, pensar y transformar el mundo. Las mujeres soñaban con estudiar, enseñar o simplemente leer libremente, y las que lo hacían eran muchas veces tachadas de rebeldes o desobedientes.
En los años 70 la presencia femenina en las universidades españolas era notablemente reducida. Hoy la realidad ha cambiado significativamente: las mujeres representan actualmente el 56,5% del alumnado universitario en España y constituyen un 60,1 % de quienes finalizan estudios superiores.
No debemos olvidar el camino recorrido ni las voces silenciadas"
Este legado de desigualdad afectó a las oportunidades personales de nuestras antecesoras, y al desarrollo colectivo de nuestra comunidad. ¿Cuántas voces, ideas o historias se perdieron por no haber tenido acceso a un libro, una escuela o una maestra?
Este progreso refleja un cambio profundo, una transformación social que ha permitido que muchas hijas y nietas de aquellas mujeres silenciadas accedan a oportunidades que antes eran impensables. Sin embargo, no debemos olvidar el camino recorrido ni las voces silenciadas.
Hoy a pesar de los avances, seguimos viendo huellas del pasado. Es fundamental recuperar estas memorias, visibilizar estas historias y rendir homenaje a todas aquellas mujeres, que incluso sin poder estudiar, nos enseñan con su ejemplo, su lucha y su resistencia. Honrar la memoria de nuestras madres y abuelas también implica seguir construyendo un sistema educativo justo, inclusivo y libre de desigualdades de género.
Entre todas, debemos seguir abriendo caminos para que ninguna mujer vuelva a ser silenciada.
Nuestras madres y abuelas imaginaron un futuro que nunca les permitió habitar"
Nuestras madres y abuelas imaginaron un futuro que nunca les permitió habitar; soñaron mientras cocinaban, cuidaban y obedecían, soñaron sin cuadernos, sin aulas, sin permisos. Nosotras heredamos ese murmullo y poco a poco, lo transformamos en voz, en palabra escrita, en discursos, en decisiones.
Deseo que mis hijas no hereden el silencio sino la fuerza de volar donde otras no pudieron pisar, que no duden de su derecho a aprender, a liderar, a transformar. Si nuestras madres soñaron en voz baja, es nuestro deber que hoy el mundo escuche el eco de ese sueño convertido en libertad.
¿Qué historia queremos que nuestras hijas cuenten mañana sobre nosotras? ¿Las de quienes repitieron el silencio… o de las que lo rompieron para siempre?
Cristina Ortiz Guerrero
Responsable del Departamento de Administración.
Tecnonoil Solutions, S.A