Opinión

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El legado político y financiero de Francisco

"Los datos sociológicos contradicen el rumor de que Francisco gustase más a los ateos que a los cristianos"

Publicado: 04/05/2025 ·06:00
Actualizado: 04/05/2025 · 06:00
  • El Papa Francisco.
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Según un rumor muy extendido, al difunto papa Francisco lo apoyaban más los ateos, especialmente los socialistas y los comunistas, que los cristianos. Su imagen pública sería parecida a la de esos líderes políticos que se esfuerzan en agradar a quienes nunca lo votarán. Y la prueba sería que invitó a Javier Cercas, un reconocido ateo, a acompañarlo al viaje a Mongolia que realizó en 2023. No se han parado a pensar los que critican a Francisco que quizás también él estaba utilizando a Cercas. Por muy ateo que fuese, el escritor había recibido una educación cristiana y, todavía más, su madre estaba muy interesada en la promesa de resurrección que aparece en el Nuevo Testamento. Era una apuesta arriesgada, pero no alocada. Y Francisco no se equivocó: la pregunta clave que Cercas le hizo durante el viaje fue si podría decirle a su madre que vería a su difunto esposo (y padre de Cercas) cuando falleciese. Y el Papa respondió lacónicamente: "Por supuesto". En efecto, si Cristo no hubiese resucitado el cristianismo no habría sido más que una opción moral, económica y política muy exitosa en Europa y, a su través, en América y otras partes del mundo. Cosa que, por cierto, seguiría siendo incluso aunque fuese verdad que Cristo resucitó. Ahora miles de ateos están leyendo, en el libro de Cercas, la historia de la resurrección de Cristo. ¿Quién salió ganando con la invitación a viajar juntos? Tanto Cercas como Francisco. Vista esa astucia apostólica, no podemos omitir analizar el legado político y financiero de Francisco.

 

Mientras que Francisco ha gustado como líder espiritual a casi todos, solo ha convencido como líder político a la mitad de los católicos y a la tercera parte de los musulmanes y de los ateos"

 

Al menos en el caso español, los datos sociológicos contradicen el rumor de que Francisco gustase más a los ateos que a los cristianos. De hecho, una amplia mayoría de los católicos españoles prefieren que el sucesor de Francisco se le parezca mucho, mientras que solo la mitad de los musulmanes y de los ateos comparte esa opinión. La Iglesia es mejor tras el papado de Francisco para una amplia mayoría de los católicos, pero solo para la mitad de los musulmanes y de los ateos. En resumen, Francisco ha gustado más a los católicos españoles que a los ateos y los musulmanes. Y eso no tiene nada de sorprendente, pues no dejaba de ser la cabeza de la Iglesia católica, añeja entidad en la que no militan ni los musulmanes, ni los ateos. Es normal que los Sumos Pontífices gusten más a los católicos que a los ateos. Todavía más, de los tres últimos Papas, la mitad de los españoles prefieren a Francisco, la cuarta parte a Juan Pablo II y menos de la veinteava parte a Benedicto XVI. Esto significa que la gente se orienta mucho más por criterios terrenales que teológicos, pues de lo contrario el orden de las preferencias sería justo el inverso.

Un dato extremadamente clarificador es que mientras que Francisco ha gustado como líder espiritual a casi todos, solo ha convencido como líder político a la mitad de los católicos y a la tercera parte de los musulmanes y de los ateos. Eso indica que los ateos y los musulmanes lo han aceptado más como predicador que como político. Tampoco es de extrañar. Los musulmanes y los ateos han espigado las facetas doctrinales de Francisco con las que más coincidían, pero nunca quisieron que los católicos, ni la Iglesia, influyesen demasiado en el mundo político.  Si entrásemos en detalles, el panorama se aclararía todavía más. A los católicos les han gustado todas las facetas de la predicación de Francisco. En cambio, los ateos apoyan lo referente a los inmigrantes (migrantes en su jerga), los pobres, los homosexuales y los transexuales, pero rechazan por completo la oposición de Francisco al aborto y a la eutanasia. Tanto la comunista Yolanda Díaz, ministra de Trabajo del Gobierno español, como la socialista Isabel Celaá, embajadora de España en el Vaticano, han elogiado la sensibilidad de Francisco con las minorías sexuales y los pobres, pero son partidarias del aborto y la eutanasia. Elogiaban a Francisco, pero pretendían suprimir la docencia religiosa, tanto en el nivel secundario como en el universitario. Les gustaba Francisco, pero no los centros concertados, ni las universidades católicas. Recuerden la inmortal frase de la entonces ministra de Educación, hoy afligida embajadora: los hijos no son de los padres (ni de las madres). Justo lo contrario de lo que pensaban muchos católicos. 

 

La Santa Sede cerró 2024 con un déficit de 84 millones de euros"

 

Por su parte, los musulmanes alababan la disposición al diálogo interreligioso de Francisco. A tanto llegó que, cuando le preguntaron por el atentado islámico contra los redactores de la revista humorística Charlie Hebdo, que se habían cachondeado en una viñeta de Mahoma, la inesperada respuesta del Papa fue que, si te metes con la madre de alguien, te arriesgas a que sus hijos te den una bofetada. Sin embargo, esa comprensiva actitud de Francisco nunca impidió que los musulmanes se opusiesen radicalmente a su apertura a los homosexuales y los transexuales, personas severamente penadas en los países islámicos. Por más que elogiasen a Francisco, los ateos y los musulmanes, no renunciaron nunca a ninguna de las discrepancias que mantenían con él. A su vez, él tampoco renunció nunca a sus profundas convicciones cristianas. Hubo, pues, acercamiento, pero no fusión.

Otro aspecto a considerar es el legado financiero de Francisco. Por resumir: la Santa Sede cerró 2024 con un déficit de 84 millones de euros. Y eso a pesar de que Francisco había impuesto recortes en todos los dicasterios y había llamado a buscar nuevas formas de financiación. El problema es muy grave porque ya se había gastado todo lo disponible del Óbolo de San Pedro, vulgo limosnas de los fieles. Así que la Santa Sede afronta un riesgo cierto de quiebra, lo que impediría que los dicasterios pudiesen seguir funcionando y se pagasen los salarios y las pensiones de sus trabajadores. Se ha ensalzado la atención de Francisco a los países periféricos, pero la mitad de la financiación de la Santa Sede proviene de los católicos estadounidenses, sin cuyas aportaciones entraría automáticamente en bancarrota. Así que los cardenales electores tendrán que buscar un equilibrio entre consolidar los procesos sociales iniciados por Francisco y salvar de la quiebra económica a su institución. La opción preferencial de la Iglesia por los pobres y las periferias parece irreversible, pero también lo parece que sus finanzas se basan en las donaciones de los católicos más adinerados, que no residen precisamente en Asia, ni en África. También en eso tendrán que pensar los cardenales cuando oigan ordenar "¡Extra omnes!".

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