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Tribuna libre

Sociedad polarizada

"Frente a una visión polarizada de la realidad que solo admite el blanco y el negro, hemos de reivindicar una gama cromática donde también quepan los matices y claroscuros"

Publicado: 20/09/2025 ·06:00
Actualizado: 20/09/2025 · 09:10
  • Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.
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La sobreabundancia de noticias a la que estamos expuestos hoy en día no nos está conduciendo a una mejor comprensión de la realidad, ya que, a menudo, la ciudadanía carece de las suficientes habilidades o recursos para distinguir la información fiable de la que es falsa o está intencionalmente sesgada. Los medios dejaron de ser, para gran parte de la sociedad, la autoridad que ayudaba a los ciudadanos a tomar mejores decisiones, a entender mejor el mundo que les rodea y a participar de manera más plena en la discusión pública. Las razones de este declive son variadas, pero una fundamental es que su modelo de negocio, tradicionalmente basado en la publicidad y el pago por consumo, se ha desmoronado, y en muchos casos ha arrastrado consigo la regla editorial, sacrificando calidad y rigor para entrar en la batalla por la atención de los usuarios.

En este nuevo ecosistema, con audiencias cada vez más atomizadas, proliferan iniciativas seudoperiodísticas donde las fronteras entre información, opinión e ideología están difuminadas y se busca ante todo la viralidad, activando las emociones y la identificación partidista. Esta nueva situación puede entenderse como beneficiosa en la medida en que facilita la participación de un mayor número de ciudadanos en la conversación. Pero, lamentablemente, también se constata que deriva en una “democracia de enjambre”, con palabras de Byung Chul Han, donde las muchedumbres reaccionan en flujos masivos de halago o descalificación sacudiendo el espacio público, que se llena de un ruido que dificulta la reflexión y la conversación sosegada.

 

La polarización es una amenaza porque dificulta la búsqueda del bien común, refuerza prejuicios contra otros y socava el prestigio y la confianza en las instituciones"

 

La constatación de que hay cuestiones de base que nos dividen cada vez más va acompañada del temor a que el fortalecimiento de los polos del espectro ideológico tenga un efecto negativo y difícil de revertir sobre el funcionamiento de las democracias liberales. Por un lado, nuestra forma de gobierno demanda modos de negociación y compromiso entre fuerzas políticas diversas y cuenta con mecanismos para expresar diferentes intereses sociales o resolver conflictos de manera pacífica. Por otro lado, la polarización es una amenaza en tanto que dificulta la búsqueda del bien común, refuerza prejuicios contra otros y socava el prestigio y la confianza en las instituciones, que se perciben como partidarias de uno u otro bando. En suma, este proceso simplifica la complejidad de las relaciones políticas y sociales, y cualquier diferencia se licúa en una sola dimensión identitaria.

Asistimos a un panorama marcado por desafíos políticos y sociales de gran calado. Vean las bandadas de impactos a las que estamos sometidos desde hace más de un año, tomen el pulso de las conversaciones a las que habitualmente asistimos. La justicia española, Agenda 2030, Israel y Palestina, las controversias entre Asia-Europa y América, incendios, Danas, y tantas más son hechos reales. Para construir lazos sociales en estos tiempos de polarización, las soluciones, opino, han de venir necesariamente desde instancias diversas: partidos políticos, organizaciones periodísticas con un periodismo constructivo, plataformas tecnológicas, despolitizar nuestras miradas y habladurías, lugares de encuentro cara a cara y, en definitiva, sustituir el juicio de intenciones por un verdadero debate de ideas. Es la única manera de luchar contra la rigidez política y superar divisiones ideológicas demasiado estrictas. Para construir, en cambio, terreno común, que no es encontrar el punto intermedio entre posturas enfrentadas, sino avanzar hacia el consenso en cuestiones que ilusionan o preocupan a la mayoría.

Frente a una visión polarizada de la realidad que solo admite el blanco y el negro, hemos de reivindicar una gama cromática donde también quepan los matices y claroscuros. En el fondo, los millones de votantes de un partido no son un bloque monolítico, con opiniones intercambiables sobre cada tema. Por ello urge superar una visión de la identidad política que absorbe todos los otros rasgos de una persona, ya que conduce al antagonismo y la radicalización entre grupos irreconciliables, en lugar de tender puentes que mejoran la convivencia social.

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