En los últimos sondeos electorales se observa un cambio importante en el panorama político español: el incremento de la intención de voto de la juventud hacia Vox. Según las encuestas, si hoy se celebrasen las elecciones el 25% de los jóvenes de entre 18 y 24 años votaría a la formación verde, en contraste con las generales de 2023, cuando ese voto fue solo del 4%. Este hecho, que ha suscitado diversas opiniones y debates, merece una reflexión más profunda sobre lo que significa esta tendencia y sus implicaciones para el futuro del país.
En primer lugar, la política no es un terreno exclusivo de las generaciones mayores. El incremento en el interés por Vox entre la juventud puede interpretarse como un deseo de explorar alternativas al modelo del bipartidismo tradicional que ha dominado la escena política.
Los jóvenes se dan cuenta de que el esquema derecha-izquierda no refleja la realidad actual sino que la verdadera dicotomía se encuentra entre patriotismo y globalismo. Tampoco se identifican con la deriva moral implantada por las políticas social-comunistas que venden “progresismo”.
España lidera el paro juvenil de la eurozona con una tasa del 26,7%. Asimismo, los jóvenes lidian con un incremento importante del coste de vida y perspectivas económicas cada vez peores, con la crisis de vivienda, aulas superpobladas y sistemas de atención médica deficientes. Frente a los sueldos estancados, el alza de los alquileres y los costes en las matrículas en la universidad y escuelas de negocios, se preguntan cada vez más quién se va a ocupar de sus problemas. Esta búsqueda de un futuro similar a la prosperidad que disfrutaron sus padres despierta inquietud.
Los jóvenes se dan cuenta de que el esquema derecha-izquierda no refleja la realidad actual sino que la verdadera dicotomía se encuentra entre patriotismo y globalismo. Tampoco se identifican con la deriva moral implantada por las políticas social-comunistas que venden “progresismo”.
Además, esta deriva de los jóvenes es un indicativo del creciente interés de esta generación por la identidad nacional. En un contexto globalizado y multicultural, muchos jóvenes valoran sus tradiciones y los principios que han forjado la cultura española contra una invasión islámica cada vez más radical.
Se sienten atacados por el feminismo exacerbado que criminaliza a los varones, y no beneficia a las propias mujeres, o se les impone una ‘memoria democrática’ que dicta una versión parcial del pasado, y ya no se creen los mantras que repite la izquierda hasta la saciedad, ese wokismo que divide a la sociedad en vez de procurar la igualdad real y no subvencionada.
Los jóvenes comprenden que la educación debe premiar la excelencia y el esfuerzo, que el sistema político ha de rechazar el fraude y la corrupción generalizada y que es necesaria una cultura que genere un alto nivel de conciencia ética y de respeto a la ley.
Comprenden (los jóvenes) que la educación debe premiar la excelencia y el esfuerzo, que el sistema político ha de rechazar el fraude y la corrupción generalizada y que es necesaria una cultura que genere un alto nivel de conciencia ética y de respeto a la ley.
Ven que los principales problemas que padece España son el creciente islamismo de nuestros barrios y la inseguridad generada a causa de la inmigración ilegal y masiva, la pérdida de nuestra identidad nacional, la falta de trabajo, el no poder acceder a una vivienda para su emancipación o la crisis de la familia.
Populares y socialistas están nerviosos porque sus mentiras ya no seducen a la juventud. Y no los convencen porque cada vez es más evidente que el bipartidismo es la causa de sus problemas. Y solo hay una alternativa al bipartidismo, en la que depositan su esperanza para obtener el futuro que necesitan y merecen.
Diego Lorente Balibrea, concejal de Vox en el ayuntamiento de Cartagena
