Juan Miguel Margalef (Cartagena, 1950) dedicó su vida a la educación, la cultura y la defensa del patrimonio de su ciudad. Licenciado en Filología Francesa por la Universidad de Murcia, fue un profesor con mayúsculas, capaz de transmitir valores y conocimiento con pasión y cercanía. Su trayectoria docente comenzó en el Instituto de Enseñanzas Medias Isaac Peral, donde dejó una huella imborrable entre compañeros y alumnos. Más tarde desarrolló una intensa labor en el Aula de Magisterio de Cartagena, ubicado en el edificio que hoy alberga el Rectorado de la UPCT, formando a generaciones de futuros maestros. Además, ejerció como tutor en la UNED, ampliando su magisterio a estudiantes de toda la Región de Murcia.

Comprometido también con el servicio público, Margalef militó en el PSOE, lo que le llevó a asumir responsabilidades en Madrid y posteriormente en el Gobierno de la Región de Murcia, donde fue Director General de Cultura bajo la presidencia de María Antonia Martínez. Desde este cargo impulsó políticas culturales que buscaban acercar la cultura a los ciudadanos y proteger el valioso patrimonio regional.

Su capacidad de diálogo y su firmeza en la defensa de lo que creía justo hicieron de él una voz respetada y escuchada.

Su pasión por Cartagena le llevó a ser impulsor y presidente de la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Cartagena (Adepa), desde donde luchó incansablemente por la preservación de edificios emblemáticos y por evitar la pérdida del legado cultural de la ciudad. Su capacidad de diálogo y su firmeza en la defensa de lo que creía justo hicieron de él una voz respetada y escuchada. Más allá de cargos y responsabilidades, Juan Miguel Margalef fue un hombre cercano, generoso y profundamente comprometido con su tierra. Su vida es ejemplo de cómo la cultura, la educación y el amor por la ciudad pueden ir de la mano para construir un legado que trasciende el tiempo.

Su vida es ejemplo de cómo la cultura, la educación y el amor por la ciudad pueden ir de la mano para construir un legado que trasciende el tiempo.

Hoy Cartagena no lo despide con tristeza, sino con gratitud. Gracias, Juan Miguel, por cada alumno formado, por cada rincón salvado, por recordarnos que el patrimonio y la cultura son la verdadera identidad de los pueblos.