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Emprender no es volar sin miedo: es volar a pesar del miedo

"El fracaso, cuando se mira de frente y cuando se vive, enseña, empuja y prepara"

Publicado: 30/11/2025 ·06:00
Actualizado: 30/11/2025 · 06:00
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"El mayor fracaso es no intentarlo".

Una frase que todos hemos escuchado alguna vez en el mundo empresarial. Pero más allá de su fuerza motivacional, ¿cuántos de nosotros la hemos entendido de verdad?

Desde pequeños, nos 'programan' para ganar. Para ser los mejores, para sacar la mejor nota, para llegar los primeros en la carrera... Pero nadie nos enseña a fracasar, nadie nos enseña ser resilientes con las situaciones complejas. Nadie nos prepara para ese golpe seco en el estómago que llega cuando algo sale mal, cuando el negocio no despega o cuando las cifras del Excel se vuelven en tu contra y solo vemos números rojos.

 

Llega un día en el que el motor falla, el socio se cae o el plan de negocios se hace pedazos. Pero ahí, justo en ese momento, es donde se mide el temple de un empresario"

 

En el mundo empresarial, fracasar no mola nada. Nadie presume de eso en redes sociales ni sube stories contando que su startup no funcionó y acaba de cerrar. Pero todos lo vivimos o alguna vez lo viviremos. Y duele. Duele porque te hace dudar de ti mismo, del proyecto, del propósito, de tu vocación. Te tambalea los cimientos y algo te susurra al oído esa frase que todos hemos pensado alguna vez: "¿Por qué no me hice funcionario?" (con todo lo que eso conlleva) o "¿por qué no busqué un buen trabajo y listo?".

Y, sin embargo, ahí está la clave.

Porque el fracaso, cuando se mira de frente y cuando se vive, enseña, empuja y prepara. Es el entrenamiento antes del siguiente vuelo.

Los pilotos lo saben bien: las piruetas no salen a la primera, y si no, que le pregunten a nuestra querida patrulla águila. Se intenta, se ajustan coordenadas y se vuelve a intentar. Y así es emprender. A veces todo fluye. Otras, hasta las alas tiemblan, pero eres capaz de seguir volando.

Y llega un día en el que el motor falla, el socio se cae o el plan de negocios se hace pedazos. Pero ahí, justo en ese momento, es donde se mide el temple de un empresario.

Porque fracasar es parte del juego, es parte del vuelvo, es aprender a despegar.

Los que logran hacerlo no son los que nunca caen, sino los que aprenden a hacerlo con estilo, con fuerzas renovadas. Como el ave fénix: se reagrupan, renacen, vuelan más alto, brillan más y con más sabiduría.

No se trata de romantizar el fracaso. No es bonito, no es glamuroso y no da likes en redes (o bueno, a veces sí). Pero tiene una gran virtud: te limpia el ego, te reajusta la brújula y te conecta con tu parte más creativa y valiente.

 

Creo humildemente que el miedo al fracaso no se supera nunca, pero sí creo firmemente que podemos usarlo como combustible"

 

Los grandes empresarios no están donde están por suerte. La suerte para nosotros no existe. Los grandes empresarios y empresarias son el resultado de aciertos, sí, pero también de muchos errores y/o fracasos. Porque ser empresario no es un camino de éxitos, sino un camino de intentos. El fracaso no es una parada, es la pista de despegue hasta el siguiente repostaje.

Y en nuestra Región, que vive del esfuerzo y del talento de su gente, el éxito empresarial también depende de condiciones que no siempre están garantizadas. Infraestructuras claves, como el trasvase Tajo-Segura, siguen siendo vitales para sostener la riqueza económica y el bienestar de nuestra Región. La mejora en la financiación y la apuesta por infraestructuras sólidas y estratégicas son piezas fundamentales para que los proyectos tecnológicos y las empresas puedan despegar con garantías.

Por eso, como colectivo, es esencial seguir reivindicando esos apoyos, con la convicción de que sólo con recursos, inversión y un compromiso firme podremos alcanzar el vuelo estable que nuestra tierra y nuestros emprendedores merecen.

Queridos compañeros, queridos jóvenes empresarios, creo humildemente que el miedo al fracaso no se supera nunca, pero sí creo firmemente que podemos usarlo como combustible.

Y desde nuestra tierra, seguimos demostrando que no hace falta tener alas para volar alto solo visión, coraje y acción.

 

Almudena Abellán

AJE REGIÓN DE MURCIA  Asociación de Jovenes empresarios

*Este artículo de opinión se publicó en la Revista Tierra de Empresas.

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