Opinión

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El olvido imperdonable del Casino de Cartagena

El abandono del Casino de Cartagena es una vergüenza colectiva: instituciones y dirigentes públicos permiten que se pierda un Monumento reconocido por ley.

Publicado: 03/09/2025 ·06:00
Actualizado: 03/09/2025 · 06:00
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El deterioro del Casino de Cartagena constituye un caso paradigmático de cómo la falta de voluntad política y la ausencia de planificación presupuestaria pueden condenar a la ruina a un conjunto que en 2009 recibió el reconocimiento oficial de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento mediante el decreto publicado en el Boletín Oficial de la Región de Murcia (BORM nº 26, 2 de febrero de 2009). No estamos ante un edificio cualquiera, sino ante una institución que ha representado, desde mediados del siglo XIX, la memoria social, cultural y económica de la ciudad.

El Casino ocupa el antiguo palacio del Marqués de la Casa Tilly, inmueble que la Sociedad Casino empezó a utilizar en 1853 y que adquirió en propiedad en 1890. Desde entonces, el edificio se convirtió en el epicentro de la vida social cartagenera: tertulias literarias y políticas, bailes de sociedad, conferencias, reuniones empresariales y celebraciones marcaron la vida de una ciudad en pleno auge económico gracias a la minería, la industria y la actividad portuaria. El arquitecto Víctor Beltrí, figura clave del modernismo en el Levante español, proyectó entre 1897 y 1908 una fachada monumental que aún hoy es un referente del paisaje urbano. El interior fue embellecido por artistas y artesanos como Rafael Amaré, autor de la imponente escalera imperial, además de ceramistas, forjadores y decoradores que dejaron su huella en patios, claraboyas, azulejos, medallones literarios, barandillas y salones de gran riqueza estética. Todo este conjunto constituye un patrimonio irreemplazable que, sin embargo, se encuentra en un proceso de deterioro progresivo ante la indiferencia de las administraciones.

El anteproyecto estima el coste total de la restauración en unos 2 millones de euros, organizados en 22 fases de ejecución, cada una con un coste medio de entre 100.000 y 200.000 euros. A pesar de disponer de un plan claro, detallado y técnicamente viable, desde 2023 hasta la fecha no se ha incluido ninguna línea presupuestaria para iniciar los trabajos de rehabilitación

La situación resulta aún más difícil de comprender si se compara con lo sucedido en otras ciudades de la Región de Murcia. El Real Casino de Murcia, entre 2006 y 2009, fue objeto de una restauración integral con una fuerte inversión pública que garantizó su conservación y su reapertura como espacio cultural y turístico de referencia, ascendiendo a un total de más de 10 millones de euros. El Casino Artístico-Literario de Lorca recibió en diciembre de 2020 una primera aportación de 49.997 euros de la Comunidad Autónoma para trabajos estructurales, a la que siguió una inversión de 1,4 millones de euros para la primera fase de rehabilitación, concluida en 2021. Actualmente se encuentra pendiente una segunda fase, valorada en torno al millón de euros, cuya financiación también está siendo tramitada por la administración regional.

En Cartagena, en cambio, la realidad es muy distinta. En junio de 2023 se presentó el anteproyecto de rehabilitación integral del Casino, encargado por la Comunidad Autónoma y desarrollado por un equipo de arquitectos. Para la elaboración de este documento se consignaron 85.000 euros destinados al levantamiento topográfico, catas y trabajos de digitalización que permitieron crear un gemelo virtual del edificio. El anteproyecto estima el coste total de la restauración en unos 2 millones de euros, organizados en 22 fases de ejecución, cada una con un coste medio de entre 100.000 y 200.000 euros. A pesar de disponer de un plan claro, detallado y técnicamente viable, desde 2023 hasta la fecha no se ha incluido ninguna línea presupuestaria para iniciar los trabajos de rehabilitación.

El contraste resulta evidente: mientras otros casinos históricos de la Región han recibido inversiones millonarias para su conservación y puesta en valor, el de Cartagena continúa en el más absoluto abandono. La paradoja es aún mayor si se observa lo que ocurre en la propia ciudad, donde otras instituciones históricas sí cuentan con respaldo económico. Un ejemplo reciente es la Sociedad Económica de Amigos del País de Cartagena, que dispondrá de una partida de 200.000 euros, anunciada el pasado 30 de agosto a un diario regional, destinada a garantizar su conservación.

Y no se trata de un edificio sin uso ni vida social. El Casino de Cartagena sigue siendo un espacio vivo, integrado en la programación cultural del Ayuntamiento y en la agenda ciudadana. Allí se celebran presentaciones de libros, conciertos, bailes, actividades deportivas y, sobre todo, las Tertulias del Casino, que se han convertido en un referente cultural con asistencia masiva de ciudadanos. Estas tertulias abordan cuestiones de gran interés colectivo: el cante flamenco, la empresa y la economía, el Mar Menor y la crisis medioambiental, la agricultura, el modernismo, la historia y el patrimonio, el turismo y su proyección futura, entre otros temas. Cada encuentro demuestra que el Casino es un motor de dinamización cultural y un espacio de debate y reflexión.

Y no se trata de un edificio sin uso ni vida social. El Casino de Cartagena sigue siendo un espacio vivo, integrado en la programación cultural del Ayuntamiento y en la agenda ciudadana

El abandono, por tanto, no puede justificarse ni con la excusa de la falta de uso ni con la falta de proyectos técnicos. Hay un anteproyecto, hay actividades culturales consolidadas, hay un patrimonio artístico y arquitectónico protegido por la ley, y lo único que falta es la decisión política de consignar fondos. El problema no es técnico ni cultural, sino exclusivamente presupuestario y de prioridades. Mientras tanto, el edificio se degrada. Las humedades, los desprendimientos y la falta de mantenimiento amenazan con destruir un conjunto que forma parte de la memoria colectiva de Cartagena. Y cada día que pasa sin intervenir es un día robado a la conservación del patrimonio y a las generaciones futuras que tienen derecho a disfrutar de él.

El abandono, por tanto, no puede justificarse ni con la excusa de la falta de uso ni con la falta de proyectos técnicos. Hay un anteproyecto, hay actividades culturales consolidadas, hay un patrimonio artístico y arquitectónico protegido por la ley, y lo único que falta es la decisión política de consignar fondos. El problema no es técnico ni cultural, sino exclusivamente presupuestario y de prioridades

La reivindicación, en consecuencia, es clara y debe formularse con firmeza: la Comunidad Autónoma y el Ayuntamiento de Cartagena deben incluir en sus presupuestos unas partidas específicas para la rehabilitación del Casino de Cartagena, siguiendo el ejemplo de lo ya realizado en Murcia y en Lorca. No hay razón objetiva que justifique la discriminación actual. El Casino de Cartagena tiene el mismo valor histórico, artístico y social que los otros casinos regionales, y por tanto debe recibir el mismo trato. Restaurar el Casino no es solo reparar fachadas, escaleras y salones. Es recuperar un espacio de memoria, garantizar la continuidad de una institución que sigue viva y reforzar la igualdad en el trato a todas las ciudades de la Región. La falta de acción ya no puede presentarse como olvido: es una decisión consciente que margina a Cartagena.

 

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