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TRIBUNA LIBRE

Defensa, rearme, disuasión o... negocio y comisiones

Publicado: 28/03/2025 ·06:00
Actualizado: 28/03/2025 · 07:36
  • Cumbre de París celebrada este jueves.
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Parece ser que, nuevamente, el presidente Trump nos ha despertado a los europeos con un tortazo del letargo que arrastrábamos en la cuestión de la “defensa” y el caso es que se veía venir, eran muchas las señales que desde el otro lado del Atlántico nos han ido revelando al respecto. Sobre este asunto unas reflexiones desde un enfoque netamente geoestratégico, nada político, que me gustaría compartir con el lector...

No debería sorprendernos la actitud de la administración Trump en lo que respecta a Europa y su defensa ya que en abril de 2023 el presidente Macron, a su regreso de un viaje a China, república popular comunista recordemos, en unas declaraciones ante los periodistas afirmó que “los intereses de Europa y los EEUU divergen, particularmente en sus enfoques hacia Asia”. Dijo “lo peor para Europa sería que cuando finalmente hayamos logrado aclarar nuestra posición estratégica, terminemos envueltos en una crisis que no es la nuestra”. En Washington la administración Biden recibió con consternación estas declaraciones de Macron ya que estos comentarios intensificaron el debate latente sobre si los EEUU deberían atraer a la UE a su disputa con China o, por el contrario, deberían reducir su rol de liderazgo en la defensa de Europa para priorizar sus necesidades de seguridad en Asia. 

En aquel momento fueron muchos los analistas de Washington opinando que esto sería un error, ya que rebajar significativamente los compromisos de defensa de EEUU en la UE socavaría su reputación como gran potencia mundial y de referencia ante la creciente presión de China y Rusia. Por otro lado estaban los analistas que pensaban que sería un beneficio para ambos, EEUU y la UE, si se transfiriera la mayor parte de la responsabilidad de defender Europa a los propios europeos ya que permitiría que EEUU pasara a desempeñar un papel de apoyo.

Así las cosas fue pasando el tiempo y la situación no cambió ya que Biden no tomó ninguna decisión al respecto. Pero conviene recordar que la cuestión de recortar los compromisos de EEUU con Europa no es nada nuevo. Ya en 1959 el presidente Eisenhower se quejó de la negativa de Europa a reemplazar las fuerzas militares de EEUU por las nuestras y dijo algo así como “los miembros europeos de la OTAN están a punto de convertir en un tonto al Tío Sam”. Posteriormente las sucesivas administraciones, tanto republicanas como demócratas, manifestaron preocupaciones similares, aunque sin hacer nada al respecto.

Pero…ha llegado el presidente Trump, quien ha introducido  nuevas variables y remodelado el debate. En su administración están los llamados halcones de “Asia primero” frente a los que favorecen la moderación estratégica. Los primeros, preocupados por el ascenso de China temen que los compromisos de EEUU en Europa puedan socavar las prioridades en Asia. Los otros han defendido durante mucho tiempo la retirada de EEUU de Europa por motivos geopolíticos y sobre todo presupuestarios. Y ahora ambas corrientes se han alineado bajo la administración Trump.

Para Trump el caso de la defensa de la UE es sencillo: piensa que con el ascenso de China y el incremento de la rivalidad chino-estadounidense, EEUU gana poco y sacrifica mucho sirviendo, como hasta ahora, en calidad de principal proveedor de seguridad para los europeos ya que entiende que podemos permitirnos financiar nuestra propia defensa contra Rusia. Pensamiento avalado y apoyado por el pobre desempeño militar ruso en el campo de batalla frente a las tropas ucranianas. Además se encuentra, Trump, con que la Estrategia de Defensa Nacional de 2018 abandonó efectivamente los planes de EEUU de mantener fuerzas suficientes para librar guerras en dos regiones y mucho menos contra dos potencias a la vez como serían China y Rusia, sin olvidar el constante riesgo yihadista de Oriente Medio. Hoy en día el ejército de los EEUU no es capaz de realizar operaciones a gran escala contra China y Rusia simultáneamente, y esto lo saben los adversarios de EEUU que podrían animarse a poner a prueba los compromisos de Washington. Por último Trump y su administración sostienen que la disuasión en tiempos de paz y la defensa en tiempos de guerra están conectadas, es decir, las defensas inadecuadas debilitan la disuasión.

Es sabido a ambos lados del Atlántico que la UE y los estados europeos de la OTAN (Reino Unido) poseemos un poder militar latente mucho mayor que el de Rusia; según el Banco Mundial la UE tenía un PIB nueve veces superior que Rusia en 2021 y la guerra de Ucrania ha ampliado aún más esta brecha. Incluso el ahora criticado gasto militar de la UE es ya casi cuatro veces mayor que el de Rusia. En cuanto a la población en la UE triplicamos casi la población rusa, además las fuerzas de Moscú se han visto reducidas por la sangría de la guerra de Ucrania; todo esto concede a Europa una ventana única para convertir recursos en defensa eficaz y coordinada.

Mientras tanto, a este lado del Atlántico, pensamos que ante una posible guerra en Europa, sería inconcebible que un presidente de EEUU pudiera sentarse en su sillón de la Casa Blanca y no hacer nada, pero también sabemos que existe un amplio abanico de posibilidades entre no hacer nada y desplegar la Primera División Blindada. Sabemos que EEUU puede transformar el curso de una guerra sin intervenir directamente, como ha hecho con Ucrania, proporcionando armas, entrenamiento e inteligencia…podría mantener un espectro de opciones de represalia sin intervenir directamente ya que el Artículo V de la OTAN requiere que sus miembros “tomen las medidas adecuadas, incluido el uso de la fuerza armada, para restaurar y mantener la seguridad en el área del Atlántico Norte”. No requiere que EEUU se una a la lucha desde un principio.

Por tanto, si Europa puede hacer más para protegerse los EEUU podrían hacer menos, mucho menos en las próximas décadas. Pero, sobre todo, los europeos deberíamos medir con precisión la amenaza rusa y no inflarla. En un futuro próximo pero previsible Rusia carecerá del poder militar y los recursos económicos para invadir, total o parcialmente, el continente europeo como su fallida invasión de Ucrania ha demostrado. Ese fracaso parcial ha dado una ducha de realidad a los dirigentes rusos, que aunque autócratas no son tontos, y alimenta la creencia norteamericana de que no se vean amenazados sus intereses vitales en Europa. Otra cosa es que los vecinos geográficos, fronterizos, europeos con Rusia mantengan una situación de estrés por motivos obvios.

Otra cuestión a valorar es que la presencia militar estadounidense en Europa durante décadas ha disminuido si no suprimido las capacidades de defensa europeas y ha obstaculizado, también, la cooperación en materia de defensa entre los estados europeos. Pero la carga de la defensa transatlántica va a comenzar a cambiar, EEUU no mantendrá su supremacía militar en Europa, por lo que es difícil imaginar mejores circunstancias que las actuales para realizar este cambio ahora ya que dilatarlo si que permite imaginar circunstancias peores en el futuro. 

Volviendo al presidente Macron creo que está haciendo, ahora, las preguntas correctas buscando para las próximas décadas un nuevo tipo de relación con EEUU, que se adapte a las circunstancias cambiantes, que no sea una dependencia desequilibrada de la UE con los EEUU que nos dejaba como vasallos en lugar de cómo aliados por lo que los europeos ya hemos iniciado ese paso al frente que, aunque pueda parecer arriesgado, es nuestra opción más segura. Al ser considerados como iguales por la administración Trump podremos rebajar la arrogancia de anteriores administraciones estadounidenses que pasaron por alto los consejos que se les dieron, valiosos, como amigos. Pongo por ejemplo el caso de la guerra de Irak cuando los gobiernos europeos se pronunciaron en contra en 2003 y fueron ignorados a pesar de tener razón como el tiempo y los hechos posteriormente demostraron.

Esta transición europea de autosuficiencia en defensa, de rearme militar, no será fácil ya que la construcción de una defensa europea viable requerirá de maniobras políticas hábiles, del fomento de una base industrial de defensa y un cambio radical en la cultura estratégica europea, además de unidad de acción, concertación de políticas y solidaridad e igualmente de sacrificio y generosidad. 

Como dice un buen amigo militar, con destino durante años en Bruselas y por tanto amplia experiencia en asuntos de la defensa y la OTAN: “Si vis pacem, para bellum” es la máxima que hoy cobra sentido; el gran problema de Europa es que la lista de buenas intenciones está casi llena pero la de hechos consumados y resultados está casi vacía y la defensa común es solo un embrión en desarrollo de esas buenas intenciones. Los intereses económicos y estratégicos de los principales países se superponen al interés general y, como en otros distintos ámbitos se necesita, urgentemente, una política de defensa común que esté por encima del interés particular de cada Estado.

Lo anterior refleja unos argumentos sólidos que justifican y avalan el reciente golpe de timón a la estrategia comunitaria de defensa, incluido el rearme, pero que no nos tomen por niños tontos a los ciudadanos europeos y sobre todo que no nos embarquen en situaciones de alarma totalmente innecesarias, tenemos la experiencia anterior del cambio climático y la hecatombe que se avecinaba, de la pandemia covid-19 con todos los miedos e incertidumbres que nos echaron encima y esta vez no nos vamos a dejar engañar tan fácilmente. Que no nos vengan con “kits de supervivencia”,  improvisación, acopio de alimentos y tonterías por el estilo y sobre todo que tengan cuidado porque ya sabemos cómo funcionan las comisiones en la industria armamentística que son sustancialmente más elevadas que las que paga la industria farmacéutica.

¿Y en España qué? Pues por aquí discretamente preocupados debido a nuestra situación geográfica de máximo riesgo, somos el flanco sur europeo, además del avispero del Mediterráneo y los problemas con el Sahel, Marruecos, etc. Con la que está cayendo el amigo se va en abril de viaje de negocios a China cosa que cabreará y mucho al presidente Trump y por supuesto a los socios europeos que ya nos ven como un serio problema para su seguridad y dudan de su capacidad para manejar la situación actual (a buenas horas). Y el gobierno, unos queriendo salir de la OTAN y otros sin querer gastar un euro en defensa. En caso de invasión rusa los echaremos al mar con las “zapatillas de madre” del PSOE y con las pancartas pro-palestinas de Sumar y Compromís. Pero esto ya es pretexto para otro artículo.

 Las opiniones reflejadas en este artículo están construidas sobre la base sólida del estudio estratégico y la lectura de análisis de especialistas en la materia como el politólogo  M. Mazarr, la estratega E. Ashford  (investigadora principal del programa Reimaginando la Gran Estrategia de EEUU y del Instituto de Guerra Moderna de West Point), el profesor del MIT de relaciones internacionales J. Shifrinson y otros.

Mi recuerdo para las 228 víctimas de las inundaciones y mi apoyo y cariño a sus familiares. Y nuestro esfuerzo y solidaridad para los damnificados y perjudicados.

Ricardo Romero es especialista en estrategia de impacto y sostenibilidad

 

 

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