Opinión

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El eurocristiano tibio

Cupo catalán: el coste de la soberanía fiscal

"El único modo de asegurar la equidad es manteniendo la caja común de Hacienda: regirse como una plurinacionalidad intensificaría la desigualdad y los privilegios"

Publicado: 17/08/2025 ·06:00
Actualizado: 17/08/2025 · 06:00
  • Pedro Sánchez y Salvador Illa,en una imagen de archivo.
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A raíz de un artículo de José Luis Álvarez-Castellanos, diputado regional por Izquierda Unida-Los Verdes, dediqué el Tibio anterior a criticar los argumentos colaterales que aportaba para defender el cupo fiscal catalán, que él llamaba financiación singular. También prometí abordar el meollo del asunto en el siguiente Tibio. Ha llegado el momento de cumplir esa promesa. Presentan los izquierdistas como una ventaja del cupo catalán la posibilidad de extenderlo a las demás comunidades, aunque siempre, según aseguran, profundizando en igualdad, equidad y solidaridad. Parecen ignorar que casi todas las regiones españolas mantienen sus servicios públicos gracias a las transferencias que realizan Madrid, en menor medida Cataluña y en todavía menor medida la Islas Baleares. Y que los casos de los cupos vasco y navarro nos enseñan que los gobernantes autonómicos que recaudan y gestionan los impuestos tienden a no ceder nada a la caja común. No serían de otro modo las cosas con los gobernantes catalanes, que están convencidos de que Cataluña sufre un expolio fiscal, aunque está financiada en la media española. De modo que lo previsible es que el cupo catalán suponga una merma considerable de la caja común, que se esfumaría casi por completo si el modelo se extendiese a Madrid.

 

Nuestros izquierdistas aciertan en los diagnósticos y en los objetivos, pero yerran en los tratamientos"

 

No dudo de la buena voluntad de nuestros izquierdistas en perseguir la igualdad, la equidad y la solidaridad, pero desgraciadamente la herramienta que proponen ocasionaría justo lo contrario. Como en otras varias cuestiones, nuestros izquierdistas aciertan en los diagnósticos y en los objetivos, pero yerran en los tratamientos. Por ejemplo, denuncian la bonificación regional del impuesto de sucesiones porque, aunque se extienda a todos los ciudadanos, beneficia a los más adinerados. En ese caso nuestros izquierdistas saben bien que tratar por igual a los desiguales es una profunda injusticia, pero no comprenden que ese axioma vale también contra los cupos fiscales. En efecto, implantarlos sería tratar a las regiones ricas igual que a las pobres, bloqueando la redistribución de las rentas. Les guste o no, el único modo de asegurar la equidad es manteniendo la caja común de Hacienda. Dicho de otro modo, regirse como una plurinacionalidad intensificaría la desigualdad y los privilegios. Para muestra, Vasconia, donde la renta pública per cápita es el doble de la media del resto de España.

Tampoco tienen en cuenta nuestros izquierdistas los datos disponibles sobre cómo han gestionado los fondos públicos los partidos separatistas o nacionalsocialistas que han gobernado Cataluña desde la transición a la democracia. El coste por euro de recaudar los impuestos transferidos a esa región, que ellos llaman nación, es un 80% más caro que el coste nacional. Si comparásemos sus datos con los de Madrid, una región a la que califican cínicamente de insolidaria, nos llevaríamos algunas sorpresas. Para empezar, la contribución a la caja común de la región de Madrid es tres veces superior a la que hace Cataluña, tan solidaria según promete Illa. A pesar de ello, Madrid nunca ha reclamado gestionar todos sus tributos, ni ha intentado dar ningún golpe para segregarse del resto de España. Por si eso fuese poco, los gobernantes catalanes gastan en servicios públicos 3.000 millones de euros más al año que los madrileños. Eso sí, con peores resultados. En Educación queda Madrid por encima de Cataluña tanto en el informe Pisa como en el informe Timms. Tampoco en Sanidad obtiene mejores resultados Cataluña que Madrid. Así, la espera quirúrgica es de 50 días en Madrid frente a 147 en Cataluña y la espera para la consulta de especialistas de 72 días en Madrid frente a 110 en Cataluña. Repito: nuestros eximios separatistas y nacionalsocialistas, que predican que Cataluña debería acceder a la soberanía fiscal, gastan mucho más que Madrid con peores resultados. Conclusión: o son ineficientes o están dilapidando (probablemente ambas cosas, pues, obsesionados con la soberanía, no prestan la suficiente atención a temas menores, como la gestión ordinaria). Otros datos avalan esa hipótesis. Así, Madrid tiene 58 altos cargos frente a los 247 de Cataluña.

 

La próxima vez que un separatista se haga la víctima, alguien debería recordarle las prebendas de sus numerosos cargos públicos"

 

Para agravar el asunto, los sueldos de los altos cargos catalanes son un 30% superiores a los sueldos de los políticos madrileños. La dieta por desplazamiento de los guardias civiles es de 77 euros; la de los Mozos de Escuadra, 120 euros. La próxima vez que un separatista se haga la víctima, alguien debería recordarle las prebendas de sus numerosos cargos públicos. La insolidaria Madrid solo gasta 4 millones de euros al año en embajadas en países extranjeros, mientras que la solidaria Cataluña gasta 70 millones de euros al año. El gasto por habitante es 3.372 euros en Madrid y de 3.730 en Cataluña. En consecuencia, la deuda por habitante es de 5.300 euros en Madrid frente a los 11.000 euros de Cataluña. Si se prefiere, la deuda catalana es el 29% de su PIB frente al 12% de Madrid. Y, en valores absolutos, la solidaria Cataluña adeuda 89.000 millones de euros frente a los 37.000 millones de Madrid. De ahí que Cataluña pague cada año en intereses de la deuda 7.473 millones más que Madrid. Eso sí, Madrid tiene una carga fiscal un 40% menor que la catalana. En resumen, nuestros ilustres separatistas se han dedicado a gastar como si no hubiese un mañana y a freír a impuestos a sus contribuyentes. Y con este bagaje todavía quieren los izquierdistas murcianos que España les conceda la soberanía fiscal. Añaden, impertérritos, que sería todavía mejor extender la soberanía fiscal a todas las regiones.

Si tal hiciésemos lograríamos un doble efecto la mar de solidario: la Administración Central, el Estado como ellos dicen, se quedaría sin fondos para pagar las pensiones y además Murcia (y las demás regiones) no recibirían casi nada de Cataluña, ni de Madrid. Vamos, un negocio redondo, que nos obligaría a debatir cuánto habría subir los impuestos (mucho) y cuánto recortar los servicios públicos (bastante). Llamar a eso una solución federal solidaria roza el cinismo, sobre todo teniendo en cuenta que la palabra federar viene de una latina que significaba pactar. Si dejásemos que cada región hiciese lo que quisiese en materia financiera sin contribuir las más ricas apenas nada al fondo común, ¿dónde narices estaría el pacto? Porque el izquierdista que piense que una Cataluña soberana aportaría algo al resto de España es que no conoce a sus colegas separatistas y nacionalsocialistas. Les sugiero que miren qué hacen los separatistas y los nacionalsocialistas vascos con su soberanía fiscal. Hecho eso, que esperen sentados el dinero de los separatistas catalanes. Más o menos, llegaría con el agua del Ebro.

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