Opinión

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WOMEN TALKS: APRENDIENDO DE ELLAS / CÁTEDRA MUJER EMPRESARIA Y DIRECTIVA

Trabajo hay, pero talento falta: una paradoja española con nombres propios

"Algo se ha roto en la conexión entre lo que el mercado laboral ofrece y lo que la juventud espera encontrar"

Publicado: 10/08/2025 ·06:00
Actualizado: 10/08/2025 · 06:00
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España registra en el segundo trimestre de 2025 una cifra histórica: 22,27 millones de personas trabajadoras, la más alta desde 2008, mientras la tasa de paro se sitúa en el 10,29 %. A pesar del dinamismo económico, seguimos teniendo la tasa de desempleo más alta de la Unión Europea, prácticamente el doble de la media comunitaria (~5,8 %).

Y, sin embargo, muchas empresas luchan por encontrar perfiles técnicos cualificados. En 2024 se registraron cerca de 150 000 vacantes de empleo sin cubrir en el primer trimestre; una cifra récord pero con crecimiento prácticamente estancado en los últimos años. Hasta el 71 % de las pymes dice no encontrar el personal necesario para desarrollar su actividad.

¿Por qué decae el interés por los oficios técnicos?

El problema no está en que falte trabajo ni contratos; el problema es que las generaciones jóvenes no lo ven como opción viable.

 

Los oficios técnicos no existen como aspiración porque no se les presenta a los jóvenes un futuro profesional claro ni visible"

 

 

Durante años se ha fomentado la idea de que estudiar FP es el “plan B”: la universidad es la meta. Resultado: una imagen distorsionada y negativa del trabajo técnico, incluso cuando esos empleos ofrecen estabilidad, salario competitivo y alta empleabilidad.

Además, muchos jóvenes ni siquiera conocen realmente esos oficios: técnicos de mantenimiento, electromecánica, control industrial... No existen como aspiración porque no se les presenta un futuro profesional claro ni visible.

Una realidad que vivo cada día

Desde mi posición en recursos humanos, esta situación deja de ser un dato abstracto para convertirse en una dificultad cotidiana. Ofrecemos empleo estable, contratos indefinidos, horarios por turnos que permiten cierta organización personal, y entornos de trabajo regulados y seguros. Sin embargo, muchas veces cuesta encontrar a personas interesadas en estos puestos, especialmente entre las generaciones más jóvenes.

Sorprende ver cómo, incluso en zonas con tasas de desempleo elevadas, la respuesta a estas ofertas es escasa o directamente inexistente. Y no se trata solo de falta de formación —que también—, sino de falta de interés o motivación por este tipo de ocupaciones.

No lo digo como una crítica, sino como una señal de alarma: algo se ha roto en la conexión entre lo que el mercado laboral ofrece y lo que la juventud espera encontrar. Quizá hemos fallado en explicar bien en qué consisten estos trabajos, qué oportunidades pueden ofrecer y qué valor tienen en la sociedad. Quizá también hemos idealizado otras opciones formativas que no siempre llevan a mejores salidas.

Recuerdo perfectamente el día que, terminando el bachillerato, nos llevaron de ruta por varias facultades universitarias. Aquello parecía una exposición del único camino posible. Nadie nos habló de la formación profesional con entusiasmo, ni como una elección de futuro. Se veía —aunque disimuladamente— como el lado fácil, el camino para quienes “no aspiraban a más”. Puede que con esta cultura de lo cómodo, de lo socialmente correcto, se hayan perdido grandes mecánicos, electromecánicos, soldadores o técnicos que eligieron la carretera universitaria sin vocación, solo porque era lo que tocaba.

 

La FP sigue estando invisibilizada, y las empresas sufrimos la falta de perfiles cualificados"

 

Hoy, desde el otro lado, desde recursos humanos, veo las consecuencias. La FP sigue estando invisibilizada, y las empresas sufrimos la falta de perfiles cualificados. Pero más allá de nuestras dificultades para contratar, hay algo más profundo: nos estamos dando cuenta de que la mano de obra —las personas que ejecutan, fabrican, reparan, producen— son el verdadero motor de esta economía y de nuestro día a día.

No se trata de idealizar trabajos técnicos ni de demonizar otras opciones. Se trata de abrir los ojos y recuperar el respeto por el oficio, por la formación aplicada, por los trabajos con futuro que sostienen silenciosamente este país.

Reconectar con la realidad: no hay economía sin manos.

Es urgente transformar esta desconexión estructural en oportunidades concretas. Hay que revalorizar la FP desde el sistema educativo y las familias, con orientación temprana, inversión y relatos positivos. Conectar formación y empresa de forma real, con prácticas útiles, visitas, talleres y contacto directo con el mundo laboral. Romper el estigma del trabajo técnico e industrial, mostrando su valor, sus ventajas y el desarrollo profesional que ofrece. Y humanizar estas profesiones: mostrar que no son “empleos duros para quien no pudo estudiar”, sino carreras profesionales con futuro, estabilidad y sentido.

España no necesita que los jóvenes renuncien a sus sueños; necesita que vean los oficios con otros ojos. Que entiendan que trabajar con las manos también es pensar con la cabeza. Que el valor de una profesión no lo da un título, sino lo que aporta a la sociedad. Y que sin personas que se preparen para ello, no habrá innovación, ni industria, ni avance posible.

 

Verónica López Paredes

Responsable de Recursos Humanos de Congelados Pedáneo

Cátedra de la Mujer Empresaria y Directiva

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