En estos últimos días, mientras nuestros ayeres meneaban al esqueleto en la ‘Barbus’, se cumplía un siglo del fallecimiento del ingeniero y poeta murciano Ricardo Sánchez Madrigal. El lector curioso encontrará una calle dedicada a este ilustre e ilustrado paisano a espaldas de la iglesia de San Bartolomé, donde se encontraba el recordado bar ‘Santos’, aquél al que, según contaba Juan García Abellán en su Murcia entre dos calles, el camarero subía carraspeando al piso superior para ahorrarles a las parejas (o a él mismo, vaya usted a saber), algún que otro sofocón.
Si desde la citada calle, el averiguador de cosas de Murcia se encamina por la calle de Polo de Medina (otrora callejón del Cabrito) hasta desembocar en Belluga y luego se dirige al plano de San Francisco, encontrará al poeta, imperturbable al considerable trasiego de vehículos, mirando fijamente al Almudí, en busto realizado por José Planes.
Nacido en 1844, en la fecha de su muerte, a los 80 años de edad, era concejal del Ayuntamiento de Murcia"
Si su vocación profesional fueron las ciencias, y encaminó su vida laboral por la ingeniería de Minas, un trabajo muy demandado en la Región en el siglo XIX, su afición por las letras tuvo su reflejo en el campo literario, sobre todo en la poética, donde obtuvo un notable reconocimiento, sin olvidar sus aportaciones a la prensa de la época, donde, aparte de colaborador habitual u ocasional de diversas publicaciones, llegó a ser director de La Verdad.
Nació en Murcia en septiembre de 1844, y falleció en su ciudad natal el 12 de junio de 1925. En la fecha de su muerte, a los 80 años de edad, era concejal del Ayuntamiento de Murcia y residía en el número 15 de la calle denominada Porche de San Antonio, justo la que, poco después, pasó a llevar su nombre.
Además del acuerdo de dedicar una calle al finado, el Consistorio adoptó los de erigir en el parque de Ruiz Hidalgo un busto en su memoria, inscribir su nombre en el pedestal de la escultura la Fama, en Santa Isabel, y publicar una edición de su obra literaria, a cuyos efectos se abrió una suscripción popular, recurso al que se acudía entonces con frecuencia y frecuentemente con éxito. La abrieron el propio municipio, con 1.000 pesetas, y el alcalde, Fernando Delmás, con otras 100.
Se inauguró la efigie tallado con maestría por José Planes, que en aquellos años, entre 1921 y 1935, se prodigó sembrando de ilustres personajes la ciudad"
Los acuerdos citados se adoptaron cuando aún no había transcurrido una semana desde la muerte de Sánchez Madrigal. A la propuesta inicial del alcalde Delmás, sobre la dedicación de la calle, se fueron sumando otros ediles con el resto de los planteamientos, que se ejecutaron, además, con una rapidez que para sí hubieran querido otros personajes de renombre.
La calle del Porche de San Antonio debía su nombre, como es fácil deducir, al que existía en una propiedad del conde del Valle de San Juan existente en aquel lugar, que albergaba un nicho con una imagen del popular santo, cuyo día acabamos de celebrar. Muchas de estas hornacinas desaparecieron a partir de una prohibición que se produjo con la revolución de 1868, que significó la primera expulsión del trono de los borbones y la llegada de la breve y caótica Primera República.
Una de aquellas noches desapareció el santo, que luego fue hallado bajo la mesa de un café, y en1893 fue demolido el porche, si bien, como saben nuestros lectores, la denominación siguió contando la historia de la calle, hasta que pasó a llevar el nombre del poeta murciano del que nos hemos ocupado en esta ocasión.
Llegado el día previsto para el descubrimiento del busto, el miércoles de una semana de Pascua en la que las Fiestas de Primavera estrenaron el llamado Coso Iris, de efímera existencia, pero no contaron con el Entierro de la Sardina, y pese a que la suscripción no había crecido gran cosa a partir de aquellas 1.100 pesetas iniciales, se inauguró la efigie tallado con maestría por José Planes, que en aquellos años, entre 1921 y 1935, se prodigó sembrando de ilustres personajes la ciudad.
La banda de música de la Casa de Misericordia amenizó el acto, al que asistieron todas las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, familiares de Sánchez Madrigal, representantes de la- prensa y numeroso público. El gobernador civil, Salgado Biempica, fue el encargado de descubrir el busto, y el alcalde Martínez García, sustituto de Delmás, dirigió la palabra a los presentes lamentando la poca justicia que se había venido haciendo con los murcianos de valía, haciendo constar que aún se estaba en deuda con muchos.
Hace unos años,María Ángeles Muñoz Cosme, al hijo de las efigies realizadas por Planes para Murcia, indicaba que la mayoría de los murcianos ya no sabía quiénes eran los señores efigiados"
Proclamó las virtudes y méritos de Sánchez Madrigal, y recordó a otros reconocidos poetas que ya contaban con sus respectivas efigies en el parque, como Selgas y Frutos Baeza, obras también de Planes. Y repasó algunas de las principales obras del finado, entre ellas Canto a la Raza. También intervino el citado gobernador civil, así como Martínez Moya, que lo hizo en nombre de la familia.
Poco más de 30 años se mantuvo erigido este artístico recuerdo del lírico ingeniero en su emplazamiento original, del que fueron removidas todas las estatuas erigidas en los años anteriores cuando en junio de 1955 se cerró el parque de Ruiz Hidalgo. Sánchez Madrigal fue menos afortunado que Selgas, que encontró acomodo en Floridablanca, y fue a parar, como queda dicho, al Plano de San Francisco, y colocado de espaldas a los paseantes, mirando a los vehículos que circulan frente a él, lo que le da, sin duda, escasa visibilidad, como se dice en nuestros días.
Hace unos años, en su interesante y bien documentada página denominada Escultura pública, María Ángeles Muñoz Cosme, al hijo de las efigies realizadas por Planes para Murcia, indicaba que la mayoría de los murcianos ya no sabía quiénes eran los señores efigiados (ni el autor o autores de las mismas), por lo que en aras de la cultura y del saber, sería bueno colocar junto a los monumentos sencillas cartelas que en pocas palabras lo explicaran, y nos dijeran, en el caso que nos ocupa, quienes fueron Ricardo Sánchez Madrigal y José Planes Peñalver.