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Tribuna libre

Alejandro Magno y el regreso del líder providencial

"La psicohistoria destapa cómo la herida íntima del líder macedonio alumbra el auge contemporáneo de líderes mesiánicos"

Publicado: 05/12/2025 ·06:00
Actualizado: 05/12/2025 · 06:00
  • Templo griego.
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La historia camina avivada por decisiones políticas, conflictos bélicos o revoluciones tecnológicas, pero también por emociones personales que casi siempre se mantienen ocultas. La psicohistoria, disciplina que conecta los procesos públicos con el comportamiento psicológico de sus protagonistas, permite analizar a ciertos líderes como intérpretes de un drama propio, representado sobre el escenario colectivo. Visto así, el gran Alejandro Magno se parece menos a un héroe invencible y más a un hombre atrapado en una herida sin resolver. Y su recuerdo, lejos de cualquier historia olvidada, evidencia rasgos del liderazgo mesiánico que bien podrían ser los propios de determinados líderes actuales.

Alejandro creció viendo a su padre, Filipo II, bajar de su caballo victorioso, cubierto de sangre y polvo. Una figura que le despertaría tanta admiración como temor. Por otro lado, su madre, Olimpia, le haría creer que era hijo del mismísimo Zeus. Entre la exigencia y el sentido de divinidad nació un narcisismo heroico que, probablemente, le llevó a concebir la gloria militar como sustitutivo del afecto que necesitó en su infancia. La conquista de Persia fue su hazaña geopolítica, sí, pero también una maniobra emocional: una forma de demostrarle al mundo y al fantasma de su padre que su existencia debía ser recordada por siempre.

A nadie sorprende comprobar cómo este patrón persiste en nuestros días: la proliferación de líderes que se identifican como salvadores capaces de “restaurar” una nación es una perturbadora realidad.

Alejandro se creía destinado a la grandeza; instruido por Aristóteles, dormía con La Ilíada bajo el brazo y acunaba los designios divinos provenientes del oráculo. Los líderes mesiánicos del siglo XXI idolatran su “identidad excepcional”, y se presentan en redes sociales o en sus discursos como adalides de una misión histórica por encima de las instituciones. La heroica empresa reemplaza a la propuesta; la ambición personal, a la gobernanza democrática.

 

Murió a los 33 años dejando un inmenso imperio, pero también un inmenso vacío"

 

Cuando el séquito de Alejandro Magno se negó a continuar la batalla hacia el Ganges, Alejandro se ahogó en su llanto, pero no por considerarse derrotado, sino porque se le impuso un límite, por primera vez. Lo vemos a diario. Nuestros líderes no asumen las decisiones judiciales con ecuanimidad, sino que, en ocasiones, reaccionan ante las decisiones de la justicia, de medios críticos o del propio parlamento como agresiones personales. No hay lugar para la confianza en los mecanismos democráticos de control por parte de estos “cabecillas”; en su lugar, y a ojos de todos los ciudadanos, hacen uso de la mentira y la manipulación con clara impunidad.

Cuando la autoridad se emplea para reparar inconsistencias internas, la gobernanza se vuelve imprevisible. El objetivo partidista queda a las órdenes de la narrativa del líder. Resultado: el deterioro institucional. La política deja de ser un escenario participativo para convertirse en postergación del ego.

El final de Alejandro Magno nos advierte: murió a los 33 años dejando un inmenso imperio, pero también un inmenso vacío. Sus propios generales entraron en disputa porque el proyecto de Alejandro dependía más de la psicología del líder que de la estabilidad de sus instituciones.

Apelemos a la Historia. En ella todo queda dicho. Nuestras democracias no requieren de salvadores, sino de límites precisos; no héroes excepcionales, sino sólidas y honestas instituciones capaces de rebatirlos. Confío en que la verdadera nobleza política no reside en brindar nuestra confianza a salvadores providenciales, sino en que los ciudadanos comprendamos que no podemos ofrecer nuestro apoyo a quienes, dominados por su ego, se creen destinados a redimir este mundo.

 

Patrocinio Lorente Peinado

Doctora en Historia Contemporánea y profesora de Formación Profesional en Alguazas

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