MURCIA. La icónica silueta de la Torre Falcó, visible para miles de conductores que transitan a diario por la autovía, está a un paso de abandonar su estado de ruina. El Ayuntamiento de Murcia ha sacado oficialmente a licitación el contrato para la rehabilitación integral de este inmueble, situado en la urbanización Joven Futura de Espinardo, con un presupuesto de 761.482 euros.

Este movimiento administrativo supone el impulso definitivo tras años de esperas. El camino hacia la recuperación de la torre se despejó el pasado mes de octubre, cuando el Pleno municipal aprobó por unanimidad de todos los grupos políticos el gasto plurianual necesario para las obras. Con un plazo de ejecución previsto de 15 meses, el proyecto no solo pretende salvar el edificio, sino integrarlo en la vida social del barrio.

La Torre Falcó es una de las "casas torre" más representativas de la huerta murciana, un símbolo del patrimonio civil que, lamentablemente, ha pasado décadas en un estado de abandono crítico. Su valor histórico es innegable, pero su deterioro motivó que en 2018 la asociación Huermur denunciara públicamente el riesgo de desaparición del inmueble.

Aunque en 2020 se presentó un primer proyecto que prometía tener el centro cultural en funcionamiento para 2022, los retrasos administrativos y presupuestarios fueron postergando la obra. Ahora, con el nuevo contrato, se busca saldar esta deuda histórica con el patrimonio de Espinardo.

Huertos-jardín y espacios polivalentes

La intervención técnica será profunda. El proyecto contempla el refuerzo de toda la estructura, la sustitución completa de las cubiertas y la modernización de las redes de abastecimiento, electricidad y alumbrado público. Uno de los puntos más atractivos de la reforma es la creación de un entorno de huertos-jardín, que servirá como nexo entre el edificio y la tradición agrícola de la zona.

En cuanto al interior de la torre, el diseño ha optado por la versatilidad: se mantendrá un espacio diáfano, sin divisiones, para permitir que el edificio acoja diferentes usos culturales o vecinales según las necesidades futuras. Con esta licitación, Murcia recupera no solo una edificación, sino un fragmento de su propia identidad que ha estado demasiado tiempo al borde del colapso.