Nada es casual, ni las palabras son inocentes. Cuando el embajador chino en Francia, Lu Shaye, dijo un viernes durante una entrevista en televisión que los países de la antigua Unión Soviética, incluidos los países bálticos, no tienen "estatus efectivo en el derecho internacional", ¿sufrió un lapsus o cumplía órdenes?. Cuando el Embajador de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, respondió diciendo que "había que recalibrar las relaciones con China", ¿en nombre de quién hablaba?
Lu hizo los comentarios en respuesta a una pregunta sobre si Crimea, anexionada por Rusia en 2014, era parte de Ucrania. “Incluso estos países ex soviéticos -refiriéndose también a los países bálticos- no tienen un estatus efectivo en el derecho internacional porque no hubo un acuerdo internacional para materializar su estatus como países soberanos”, añadió Lu.
La respuesta del Alto Representante del Consejo Europeo para su acción exterior, Josep Borrell, no se hizo de esperar y emitió un comunicado en Twitter: “La Unión Europea solo puede suponer que estas declaraciones no representan la política oficial de China”.
Durante todo un fin de semana de abril del Año III d.C. -después de la Covid-, los países de la Unión Europea exigieron la respuesta de Pekín después de que su principal diplomático en París cuestionara la soberanía de las antiguas repúblicas soviéticas. La imagen de China como el perfecto mediador de la guerra entre Rusia y Ucrania parecía disolverse como la bruma en Occidente.
La respuesta de Xi Jinping tampoco se hizo de esperar. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China reaccionó el lunes, en su rueda de prensa habitual, con unas declaraciones de su portavoz Mao Ning: “China respeta el "estatus de Estado soberano" de los países de la antigua Unión Soviética.