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Y así, sin más

Las faldas de la discordia

MURCIA. Lo hicieron los egipcios y persas. También los aztecas, que solo se ponían pantalones para montar a caballo. En la corte de Luis XIV, combinada con unos buenos tacones rojos, era un básico en cualquier armario masculino. El siglo XVI en España fue suyo y la falda se generalizó con Carlos I, hacia el año 1520, tras la llegada de las modas de Flandes, quedando desde entonces marcada profundamente la moda española masculina y femenina en todas las esferas de la vida cortesana, mudando modos y modas de la noche a la mañana. Las sedas, colores vivos y bordados constituyeron el fondo de armario de cualquier hombre de este período.

Con la llegada del siglo XIX el pantalón queda por completo identificado como prenda de moda masculina. Y no solo los pantalones, la moda contemporánea es heredera de este período. Con la aparición del dandi británico, que surgió como respuesta al anterior modelo Rococó de la corte de Versalles, se comienza a construir una visión de la masculinidad que ha ido perdurando desde entonces. Esta nueva tendencia considera que la elegancia masculina está en la simpleza o la sencillez, aunque si se analiza su estética, en realidad incluye mucha etiqueta y muchas normas sobre colores, prendas, horas del día u ocasiones.

El centro de la moda occidental dejó de ser Francia para pasar a ser Inglaterra, sobre todo con su traje de tres piezas. Estos trajes son de colores oscuros: negro, gris, marrón… Desaparecen los colores vistosos, las sedas y los bordados. El dandi no predica el exceso, sino la moderación. El inglés George Bryan Brummell, considerado el arquetipo de este movimiento, escribía que si alguien se giraba para mirarte “es que no vas bien vestido; tu atuendo es demasiado rígido, demasiado sobrio, demasiado a la moda”. Contra él se posicionaron figuras como Oscar Wilde, para quien moda y arte comienzan desde su imagen personal chocante para esa época, ya que le gustaba vestir prendas teatrales o pasadas de moda, amaba los colores desconcertantes como el verde esmeralda, púrpura y mostaza, así como las joyas extravagantes y todo lo que fuera excepcional y único.

Una nueva moda que potencia la nueva masculinidad resurge de las cenizas en la actualidad de la mano de diseñadores como Palomo Spain o Mans Concept. Ambos apuestan cada temporada por faldas, trajes fluídos de colores llamativos –enterrando el negro o azul marino del que todos estamos ya un poco hartitos cada vez que tenemos que ponernos uno–, vestidos masculinos, flecos, brocados, lentejuelas o todo un sinfín de prendas que permiten al hombre vestir a su libre decisión, sin masculinizar o feminizar una prenda u otra, tan solo llevándolas. 

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