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Inteligencia artificial, ¿arte, inteligencia o artificio?

  • Obra de Lola Zoido generada con la ayuda de Inteligencia Artificial (Foto: JESÚS AMABLE GIL) 

MURCIA. Existen tantas formas de crear como personas en el mundo y, si estas, a su vez, se inspiran en referentes y obtienen las herramientas adecuadas, su creación se puede multiplicar hasta el infinito. En la era tecnológica los instrumentos que facilitan —o mejoran— el trabajo humano no dejan de proliferar: los fotógrafos cuentan con Photoshop como aliado y a los ilustradores no les falta el Illustrator entre sus programas. Sin embargo, todo el mundo sabe que para que esas aplicaciones funcionen es necesario el criterio del creador para manejarlas, y jamás se plantea que la máquina pueda sustituir al ser humano en esta tarea. En el último año, se han popularizado herramientas que han venido a cambiarlo todo, basadas en la inteligencia artificial (también abreviada como IA), que en su definición básica es un conjunto de algoritmos informáticos que llevan a cabo acciones que imitan el proceso de adquisición e integración de información de la inteligencia humana. De esta misma manera, algunas IA pueden aprender constantemente de lo que las rodea para ir mejorando sus creaciones. Trabajan con un llamado 'entrenamiento', en el que aprenden de lo que le pide el ser humano y, además, van nutriéndose poco a poco de lo que vive en la web.

Hoy en día, existen varios programas en abierto para utilizar estas herramientas, algunas de estas bajo el paraguas de OpenAI, que agrupa a muchos de los creadores de todo este universo. En Midjourney se puede crear una imagen de cero, solo introduciendo términos al azar, y en DALL·E se pueden llegar a crear hasta seis imágenes, solo basándose en lo que se puede ver a lo largo y ancho de la web. La herramienta ChatGPT puede generar una conversación virtual sobre cualquier tema que el ser humano le pida, y responde a comandos tan complejos como la elaboración de una disertación de filosofía.  Y, ante esta vorágine de fórmulas, hay quienes  la usan de forma lúdica, pero también con fines más cuestionables: estudiantes han comenzado a encargarle sus tareas a ChatGPT, creando textos elaborados con un simple clic. Ahora bien, ¿a quién pertenecen esas obras? Si nos vamos a otros terrenos, más allá del académico y de la visión de los jóvenes, hay personas que han creado portadas de libros y hasta carteles para festivales tratando de emular el trabajo de un diseñador, pero sin pagarle.

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