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Patricia Reimóndez: “Tenemos un gran problema con la diversidad, nos incomoda muchísimo”

La escritora leonesa es una de las finalistas del Premio Hache (Proyecto Mandarache) de Cartagena

  • Patricia Reimóndez
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CARTAGENA (EFE). Para la escritora leonesa Patricia Reimóndez, “los humanos tenemos un gran problema con la diversidad, nos incomoda muchísimo”, por los que las minorías siempre son miradas con recelo, algo que se acrecienta en momentos de crisis, cuando “hay que buscar un enemigo”, generalmente “culpando de esa crisis a los que están peor”. Reimóndez (Ponferrada, 1978) ha hecho esa reflexión en una entrevista con EFE en Cartagena, donde ha sido seleccionada finalista de la sección para adolescentes del Proyecto Mandarache de educación lectora que organiza el Ayuntamiento de la ciudad, el Premio Hache.

En esta edición del certamen, su novela corta de género fantástico Nía compite con Los desconectados, de David Nel·lo, y 'La danza de los estorninos', de Beatriz Berrocal, tres obras que han leído casi 3.000 adolescentes de entre 12 y 14 años que votarán para elegir la novela ganadora, sin intervención de un jurado profesional.

Nía presenta un mundo en decadencia, arrasado por la guerra, el cambio climático y la sequía, empobrecido, en el que la protagonista se ve obligada a abandonar su hogar para tratar de salvar a su familia, aún sabiendo que lo más probable es que muera en el intento.

“No quería situar la historia en un sitio real, para no asociarla con un lugar ni un tiempo concreto, porque los temas que tratan son universales, se pueden extrapolar a casi cualquier momento de la historia, que ha estado marcada por las guerras, por el empobrecimiento que estas generan, y que obligan a mucha gente, por pura necesidad, a irse de su hogar a un sitio ajeno en el que siempre encuentran un recibimiento muy hostil”, ha señalado.

Aunque la novela está narrada en clave fantástica, con seres mágicos y una naturaleza que cobra vida, la protagonista es una joven pobre, con una madre anciana y un hermano enfermo a su cargo, que se ve obligada a emprender ese viaje que no quiere hacer y que afronta con el miedo ante la muerte pero, a la vez, con la determinación de quien no tiene nada que perder.

Para Reimóndez, es la tesitura a la que se enfrentan muchos de los migrantes que llegan a Europa y que, a pesar de que la sociedad es cada vez más diversa y en un mismo país conviven un amplio abanico de razas y culturas, siguen encontrando ese recibimiento hostil.

"En los momentos de crisis hay que buscar a un enemigo. Pero, en general, nunca miramos hacia arriba, hacia quien ha iniciado la crisis, sino a aquel que está al lado, o abajo. La culpa es de quien está peor”, ha lamentado.

Por eso quería también que su protagonista fuera una “mujer normal en una situación muy difícil”, alejada de “las heroínas femeninas fuertes, que casi tienen un rol muy masculino”, para poner en valor “ese otro tipo de fortaleza que requiere el rol de cuidadora” tradicionalmente ocupado por la mujer y al que no se ha dado la importancia que se merece.

La novela aborda además el problema del cambio climático y la falta de recursos naturales y contrapone un mundo en el que esos recursos han sido arrasados sin miramientos a otro en el que son cuidados desde el interés colectivo.

“Se trata de demostrar que podemos ser ese tipo de humanidad responsable con los recursos, porque no se trata de salvar el planeta, sino de salvarnos a nosotros mismos”, ha apuntado, y ha insistido en que es vital “mantener el equilibrio” entre nuestras necesidades y los recursos naturales para que “todo funcione”.

De ahí, ha subrayado la importancia de transmitir a las generaciones futuras una idea alejada del individualismo, que ponga de relieve que “todos formamos parte de un mundo en el que hay más gente y en el que todo lo que hagamos, está relacionado” con la supervivencia de ese entorno.

El texto ahonda también en los prejuicios y en la construcción de las relaciones amorosas desde el trabajo, la confianza y el conocimiento mutuo, lejos de la idea romántica del “amor a primera vista”, así como en las relaciones homosexuales.

Para Raimóndez, aunque la literatura ha avanzado mucho en ofrecer relatos en los que se plantean relaciones diversas, estos suelen estar concentrados en editoriales pequeñas, por lo que ha valorado que proyectos como Mandarache seleccionen lecturas menos accesibles o de diferentes géneros literarios.

“Hay muchas maneras de llegar a la lectura: vale tanto un cómic como una novela sesuda, un libro de historia como de ciencia ficción. Si imponemos un único tipo de lectura a los jóvenes, sólo le interesará la lectura a un porcentaje pequeño, pero si somos capaces de diversificar, todos pueden encontrar su sitio”, ha concluido. 

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