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David Nel·lo: "Recibimos un bombardeo de opiniones a través de las redes con lo que tenemos que hacer; la literatura no está ahí"

El escritor y traductor ha sido seleccionado finalista del Premio Hache, la sección para adolescentes del Proyecto Mandarache

  • David Nel·lo
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CARTAGENA (EFE). El escritor y traductor David Nel·lo se muestra preocupado por el uso cada vez más intenso que, como sociedad, hacemos de internet, una “herramienta que puede ser fantástica con usos que pueden ser nefastos”, y se pregunta si no estamos más desconectados que nunca, sin ser capaces de entablar conversación con quienes tenemos al lado en situaciones cotidianas. Nel·lo (Barcelona, 1959) ha hecho esa reflexión en una entrevista con EFE en Cartagena, donde ha sido seleccionado finalista de la sección para adolescentes del Proyecto Mandarache de educación lectora que organiza el Ayuntamiento de la ciudad, el Premio Hache.

En esta edición del certamen, su novela Los desconectados compite con La danza de los estorninos, de Beatriz Berrocal, y Nía, de Patricia Reimóndez, tres obras que han leído casi 3.000 adolescentes de entre 12 y 14 años que votarán para elegir la novela ganadora, sin intervención de un jurado profesional.

Ganador del Premio Andròmina de narrativa en 2006, Nel·lo ha obtenido también otros importantes reconocimientos durante su trayectoria, como los premios Barco de Vapor (1994), Enric Valor de narrativa juvenil (1998), Cavall Fort de cuentos (1999), Fiter i Rossell de novela (2001), Columna Jove (2002), Ciutat de Olot (2007), EDEBÉ de narrativa infantil y juvenil (2014), Prudenci Bertrana de novela (2017) y el Premio Sant Jordi de novela (2019).

En Los desconectados, presenta una distopía en la que el nivel de dependencia de la sociedad con la red es total y en la que surge una comunidad “desconectada”, ajena por completo a los avances tecnológicos, lo que plantea la disyuntiva de si están desaprovechando mejoras de la ciencia que podrían facilitarles la vida o, por el contrario, están desarrollando su potencial humano.

“Quería plantear si ese sitio casi mítico sería posible o incluso deseable. Desde el punto de vista práctico, en nuestra sociedad es ya cada vez más difícil no estar conectado, por cuestiones tan prosaicas como comprar un billete de tren o consultar sus horarios. La cuestión es si sería siquiera viable esa desconexión", ha reflexionado.

La novela, ha considerado, ha ido ganando vigencia con el tiempo: fue publicada hace dos años y, en este periodo, algunos de sus temas protagonistas, como el uso de la inteligencia artificial, que en aquel momento no estaba tan de actualidad, han dado también enormes pasos y han avanzado de manera exponencial.

En la novela se abre un debate sobre los sentimientos de un asistente virtual que se ve obligado a explicar a un humano que no tiene emociones y solo podría emularlas a través de una aplicación, pero no serían tampoco sentimientos reales.

Se trata de cuestiones a las que nosotros mismos tendremos que enfrentarnos en un futuro cercano, en el que tendremos que interiorizar esas barreras conceptuales de atribuir a una máquina capacidades como pensar o sentir que no les son propias, ha considerado.

En cualquier caso, Los desconectados plantea muchos interrogantes que quedan abiertos, sin respuesta, una decisión deliberada del autor, que ha publicado cerca de 40 novelas, tanto infantiles y juveniles, como para adultos, en las que le gusta que se planteen cuestiones que hagan pensar pero que “escapen del sermón” y de indicar “lo que hay que hacer o no hacer”.

“La literatura no es doctrina, es algo muy abierto, que debe hacer pensar, plantearse preguntas. Ya recibimos un bombardeo de opiniones a través de las redes sociales, bombardeo con lo que tenemos que hacer. La literatura no está ahí”, ha subrayado.

En ese sentido, ha reconocido que muchos lectores, especialmente los más jóvenes, sienten cierta “frustración” cuando comprueban que sus novelas terminan de una manera abierta o dejan parte de la historia sin resolver, ya que están muy acostumbrado a “finales hollywoodienses, en los que todo queda atado”, pero está convencido de que esa posibilidad de que cada lector cree su propia versión de la trama es lo que hace más atractiva la lectura sobre otras disciplinas culturales.

“La cosa totalmente masticada de un final con todo su razonamiento te deja como la comida rápida: te sacia en el momento, pero luego se te olvida. Si te queda la espinita del qué pasó, eso te va a llevar a un enriquecimiento, a una satisfacción más duradera, de la que sí vas a acordarte”, ha reflexionado.

David Nel.lo ha puesto en valor proyectos como el Mandarache para acercar la literatura de manera “multitudinaria” a los jóvenes porque “la literatura hoy en día es tan frágil, que todo lo que sirva para ensalzarla es positivo”.

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