MURCIA. Miradas que interpelan al espectador, que esconden historias que no se pueden pintar y que evocan emociones que no tienen por qué ser las mismas en quienes las observan. Son las Miradas de casi una treintena de retratos femeninos que la artista calasparreña Esther Páez expone en la sala de exposiciones La Cárcel de Molina de Segura, donde se podrán contemplar hasta el 25 de octubre.

"No concibo mi vida sin pintar, sin dibujar. Es algo que desde pequeña necesito hacer. Y cuando llega la oportunidad de exponer es una gran satisfacción", asegura esta profesora de Artes Plásticas en Educación Secundaria -en el Bachillerato Artístico del IES Francisco Salzillo de Alcantarilla-. Y es que, nacida en una familia de artistas, la creatividad ha sido siempre para ella una forma natural de estar en el mundo. En este sentido, cuenta que "hubo un tiempo en que dibujar y pintar era, para mí, un juego natural, lleno de asombro y de gozo. Hubieron de pasar algunos años para que regresase a ese lugar primero, en el que la necesidad profunda de crear no fuera solo un juego, sino parte fundamental de mi vida. En esta exposición se muestran algunas obras fruto de ese regreso. En ellas he trabajado con distintos materiales, como la acuarela, el pastel o los lápices de colores, dejándome guiar por la emoción y la intuición".

"Me comentaba la gente en la inauguración que había tristeza en la mirada de la mayoría de estos retratos, aunque yo en ningún momento he pretendido evocar esa emoción. Soy una persona muy alegre, pero sí que me gusta de alguna manera plasmar un poco la introspección, la serenidad y puede que a veces, a lo mejor, se me cuele un poco la melancolía. Pero no es buscado, sino algo que hago de forma inconsciente. Tampoco he querido buscar una expresión concreta en estos retratos", explica Esther Páez sobre estas obras que se caracterizan por la delicadeza del trazo, la curiosidad por los rostros y la emoción contenida en los pequeños gestos.

Los rostros que miran al espectador directamente a los ojos (de hecho, las obras están colocadas a la altura de la mirada) no sonríen. Eso no le interesa a la autora artísticamente, ya que prefiere expresiones más enigmáticas, que interpelen al espectador y le transmitan diferentes emociones. "Me agrada cuando cada persona que ve el dibujo o el cuadro percibe una sensación diferente, una emoción que conecte con su estado de ánimo, con su propia vida, con sus vivencias. Es muy interesante que cada espectador lo reciba de acuerdo a su propia situación personal, según el momento vital que esté pasando", añade.

También abundan entre los retratos de Esther Páez las mujeres de cabellos pelirrojos, porque -según explica la artista-  "me gusta el color rojo, muchas veces también por la paleta cromática que tengo, pues esos tonos me ayudan a equilibrar o a poner el punto de color que hace falta en la composición". 

"En esos rostros he tratado de imprimir ternura, distancia, melancolía, ironía, deseo, coraje. Hay en cada mirada un mundo contenido, una historia apenas sugerida. Y, sin embargo, al pintarlas, he sentido también que algo de mí se filtraba en cada trazo. Tal vez todas esas mujeres hablen, en el fondo, con mi propia voz. Tal vez me haya ido descubriendo a través de ellas", manifiesta la artista.

La ilustración es otra de las pasiones de Esther Páez, quien en sus trabajos introduce pinceladas de sí misma, como esos gatos curiosos que acompañan a sus personajes. Y es que la calasparreña es una gran amante de los animales (tiene cuatro gatos y una perra). "Siempre pretendo contar algo. No sé hacer una imagen que sea un simple objeto. Siempre hay algo detrás . Es como con los escritores, que cuando escriben siempre se cuela algo de la biografía".