MURCIA. "Esta historia tenía que ser contada ahora". Tan claro lo tenía la joven escritora murciana Mariana Bruma que decidió dejar aparcadas unas oposiciones hace cosa de tres años para dar vida a los personajes que rondaban en su imaginación desde que era una niña. Le han hecho falta grandes dosis de paciencia, además de disciplina y constancia, para sacar y convertir en palabras un mundo propio habitado por heroínas, princesas, espías, guerreros, ocultistas y piratas, en el que se suceden los romances, las intrigas y las conspiraciones. Tanto tenía atesorado la autora, que la historia se ha convertido en "una novela seriada o por fascículos del siglo XXI", cuyo primer tomo acaba de ser publicado en Amazon Kindle.
Hablamos de Jackeline Dankworth y los hermanos Merino, primera entrega de una saga de ficción histórica ambientada en una Europa inventada. En ella se narran los acontecimientos ocurridos en Túbala, Unión Aislada y Edenia entre finales del siglo XVIII y el siglo XIX, con la particularidad de que la autora traslada la atmósfera de las novelas palaciegas británicas a un escenario con un toque español (mantones de manila, castañuelas, zarzuelas...). Murcia Plaza habla con Mariana Bruma sobre esta obra literaria que emprendió por miedo, el de "dejar sin hacer algo que verdaderamente me importaba y a arrepentirme después".
Tomaste la decisión arriesgada, al terminar tus estudios universitarios, de hacer un paréntesis en tu vida para escribir una novela ¿De dónde sacaste esa seguridad y el valor para lanzarte a esa piscina?
Dicen que no hay que tomar una decisión por miedo… Bueno, pues el miedo fue mi impulso inicial. Miedo a no darle palabras, a no concederles una vida tangible e indeleble a todo lo que había estado creando desde niña. Cada personaje es un apéndice de mí y un reflejo de una pequeña parte de mi ser y del ser de quienes me rodean. De no esculpirlos sobre el papel, todos ellos se perderían tras mi muerte y me angustiaba pensar que nadie tendría siquiera la oportunidad de conocerlos. Solamente yo.
Cuando tomé la decisión de hacer un alto para escribir, ya había sido incluida en un grupo de opositores y no paraba de pensar "a partir de septiembre, mi día a día consistirá en estudiar para obtener plaza y trabajar hasta la fecha de jubilación". Comprendí entonces que, si no me detenía, habría relegado la saga a un pasatiempo que apenas podría retomar en los veranos, y por mi experiencia académica ya sabía que dos meses al año no eran suficientes para el mundo posible que se agitaba en mi imaginación.
Así que sí, el miedo a dejar sin hacer algo que verdaderamente me importaba y a arrepentirme después supuso ese punto de inflexión. Pero fue mi familia la que lo selló, pues en ellos encontré la seguridad y el valor necesarios. Mi madre y mi hermana ya me habían leído con anterioridad y vieron con tanta nitidez y confianza como yo qué era lo que debía hacer con ese pedacito de don que Dios me había regalado. Ellas me han sostenido cuando el ritmo acelerado del mundo exterior y las expectativas del entorno me han abrumado.
Cuéntanos cómo surgió la historia de Jackeline Dankworth y los hermanos Merino y cómo fue cogiendo forma este primer libro que ya ha visto la luz y que es el primero de una saga. ¿Tenías toda la historia en la cabeza?
En el primer 'haz de luz' que alcanzó a mi imaginación vi a una joven (Jackie) hecha prisionera por un barco pirata. Surgió después de ver en el cine de verano la cuarta entrega de Piratas del Caribe con mi hermana y mi padre, en 2011. Yo ni siquiera conocía la saga, pero la trama, los personajes y la banda sonora me cautivaron. Y lo tuve clarísimo: un musical de piratas. Esa fue la gran idea que estuvo rondando mi cabeza durante varias noches. Esta fue la semilla, pero, por supuesto, en once años centenares de 'haces de luz' vinieron a mí, cambiándolo todo. Ahora, ya no hay musical y los piratas no son más que personajes secundarios en mi saga.
En lo que concierne al modo en que el libro ha cogido forma, he hablado de 'haces de luz' porque es precisamente así como buena parte de los libros han sido y siguen siendo creados, con fogonazos de imágenes. Hay personajes cuya evolución sí que ha dependido de las respuestas que he encontrado durante el proceso de investigación a cuestiones que me han surgido tras oír hablar de una figura histórica o de ficción. Pero, por lo general, esos 'haces' no emergen de un estímulo concreto; a veces, el origen puede ser una frase cualquiera escuchada al azar o un paisaje en torno al cual invento una historia que necesita protagonistas.
Después de recibir esos destellos, llega la hora de darles a los personajes su trama particular y de enhebrarlos con sus compañeros de elenco. Hay que determinar si se llevan bien o mal, lo que ayuda a perfilar el modo de ser de cada uno. En ocasiones, el carácter de uno de ellos se construye por pura conveniencia de la historia; en otras, para favorecer el desarrollo psicológico de los personajes principales.
La historia de la saga no la tengo en su totalidad en la cabeza, pero es cierto -y me considero muy afortunada por ello- que nunca me he tenido que enfrentar al síndrome del folio en blanco. Mi mente alberga páginas y páginas de ideas que voy volcando en físico, y siento que esas ideas han estado siempre conmigo, ocultas en un recóndito lugar de mi inconsciente, como si procedieran de una vida anterior que tuve y que, ahora, voy recordando fragmento a fragmento.
Romance, intriga, aventura y trama coral
- Jackeline Dankworth y los hermanos Merino (Día I) -
Ya en el prólogo adelantas un desenlace dramático que está por llegar. ¿Has querido jugar de esa forma con el misterio?
La verdad es que no fue ese el motivo por el que lo escribí. La idea del prólogo surgió en un restaurante de La Manga de mesas grandes y redondas. En una mesa próxima a la mía, cinco personas mayores conversaban y se ponían al día de sus tristezas y reveses. Era un grupo muy variopinto, no se parecían en nada. Ahí estaban mis personajes: nobles, aventureros e hijos de plebeyos, un grupo de ancianos reunidos para trasladar al papel toda la información y los recuerdos que fueran capaces de recopilar sobre los adultos que los acompañaron en el camino de la vida siendo ellos niños, esos adultos (ya fallecidos) que movieron los engranajes de la historia, de los que aprendieron y a los que amaron.
¿Cómo definirías esta saga, en qué género la encuadrarías y a qué tipo de lector está dirigida?
La saga Jackeline Dankworth es una obra de ficción histórica que incluye elementos de romance, intriga, aventura y trama coral. Se dirige al mismo público que ha sostenido el éxito de obras como La Regenta, de Clarín y El Gatopardo, de Lampedusa, la serie televisiva Downton Abbey o las novelas de Jane Austen y Los Bridgerton, de Julia Quinn. En lo referente a estas dos últimas autoras, Jackeline Dankworth aporta un valor diferencial al imaginario habitual de los escenarios anglosajones, pues traslado la atmósfera de las novelas palaciegas británicas a un escenario nuevo, a la España de los mantones de manila, el sonido de las castañuelas y el aroma del azahar con sus claustros, jardines y zarzuelas, que destilan pasión y secretos ocultos, e incluyo, además, territorios que sugieren una relación de este mundo ficticio con el tubalismo y el origen desconocido del pueblo vasco.
¿Estas terminando ya la saga? ¿De cuántas páginas hablamos?
¡Uy, no! ¡Queda tantísimo por escribir! De hecho, mi personaje favorito (ese que empezó siendo el pirata de un musical y ya ni canta ni es pirata) aún no ha aparecido, lo cual me frustra.
El primer volumen de la saga se compone de ocho libros, uno por cada día que transcurre en la historia. Me gusta decir que es la novela seriada o la novela por fascículos del siglo xxi. Los cuatro primeros días están terminados y consta de un total de 1.100 páginas. Los Días V, VI y VII están escritos, pero se encuentran en proceso de ampliación y corrección, abarcando, de momento, 650 páginas. El octavo día es un esbozo y será entonces (¡por fin!) cuando entre en acción mi favorito.
Los siguientes volúmenes de la saga tienen su inicio y su final, pero les falta el nudo, para los cuales llevo recopiladas más de 260 páginas de ideas, diseños de futuros personajes y escenas sueltas.
¿Cómo irás dando a conocer y a publicar las diferentes entregas?
Aunque he enviado propuestas a diferentes editoriales (crucemos los dedos), los Días II, III y IV los publicaré en Amazon Kindle durante los próximos meses, tal y como he hecho con el Día I.
Con respecto a darlas a conocer… Esta es la parte más difícil. Dependo muchísimo de mis familiares, amigos y conocidos, de las redes sociales y del 'boca a boca'. Supongo que ha llegado la hora de ver quién me apoya de verdad... No, es broma, no tengo una lista negra… aún.
¿Cómo ha sido el proceso de escritura? ¿Has necesitado mucha disciplina?
Si tuviera que definir en una palabra el proceso de escritura, sería 'paciencia'. He requerido de más paciencia que de constancia o disciplina, virtudes que siempre he llevado en la mochila y que no me han fallado a la hora de sentarme delante del ordenador durante jornadas enteras.
Sin embargo, las palabras no fluyen con la misma facilidad todos los días. Hay veces en que los personajes no se mueven a la velocidad a la que me gustaría, momentos en la trama en los que se atascan y se quedan inmóviles, indecisos, como si ellos mismos le dieran al botón de 'pausa'. Suele suceder cuando, dentro de la historia, se cruzan personajes que no habían interactuado previamente y empiezan a tantear en sus diálogos y expresiones corporales hasta descubrir cómo comportarse en esa nueva situación. Tanto ellos como yo necesitamos proveernos de mucha paciencia.
¿Cuáles han sido los peores y los mejores momentos que has vivido como escritora?
Los peores han girado en torno a las expectativas que otros tenían puestas en mí y a los 'grandes retos' de la Era Digital. Del primero diré que duele mucho cuando personas de tu entorno te retiran su apoyo por pensar que estás desperdiciando tu vida. Hasta donde mi conocimiento alcanza, solo hay una vida terrenal, una. Dicen que es larga, pero verdaderamente no se sabe cuándo acabará. Esta historia debía ser escrita ahora; puede que en el más allá no me den papel y boli. En cuanto al segundo, siempre he sido terriblemente inútil en el campo de la informática, un completo desastre. Me he encontrado con una buena cantidad de obstáculos. Frente a no más de quince minutos torpes, infructuosos y caóticos en busca de una solución que no llega, suelo llevar a cabo un despliegue de medios entre mis amigos en busca de auxilio. Les estoy muy muy agradecida por estar para mí en esos episodios febriles de absoluta desesperación que, estoy convencida, deben de ver desde un prisma muy cómico.
A pesar de ello, en los últimos meses he crecido muchísimo en el ámbito informático. Me he tropezado con cuarenta piedras diferentes y he llorado, frustrada, por cada una de ellas, pero puedo decir que mi habilidad digital, que era nula, ha mejorado. Nunca había tenido redes sociales y he aprendido a usarlas, me he creado un canal en YouTube y un programa en Spotify donde voy subiendo fragmentos del audiolibro, así como una página web desde cero y sus correspondientes códigos QR… Me siento muy orgullosa, casi más que por haber dado inicio a una saga.
Con relación al mejor momento que he vivido como escritora, he tenido -y a raíz de la publicación de la primera entrega estoy teniendo- momentos muy emocionantes que ensanchan más y más mi ilusión, pero, sin duda, lo más maravilloso de este viaje ha sido compartir mi día a día con mi perrita Bruma. La oportunidad de haberla visto envejecer y de haber pasado junto a ella sus tres últimos años de vida ha sido un regalo, el mejor regalo, y ha convertido en nimiedad el miedo y las dudas que tantas veces han punzado mi confianza durante esta etapa. Desde su silenciosa existencia, Bruma ha sido un refugio de paz y amor.
La magia de la inspiración

- Jackeline Dankworth y los hermanos Merino (Día I) -
¿Cómo todo escritor, has bebido mucho de tus propias experiencias y de tu entorno? ¿Cuáles han sido las fuentes de tu inspiración?
No hay una fuente de inspiración específica. En nuestro día a día nos encontramos rodeados por centenares de estímulos y cualquiera de ellos, por insignificante que parezca, puede ser el origen de un personaje, de un diálogo, de una vida pasada o de un desenlace… La inspiración puede venir de una escena cinematográfica o de una hoja seca en la carretera, de una anécdota asombrosa que le ha sucedido al amigo de un amigo, de un transeúnte o de un simpático 'buenos días' en una cafetería. Nunca se sabe qué puede prender la mecha en el cerebro; es una experiencia muy mágica.
Sí que hay tres personajes que mi yo adolescente empezó a construir por y para sus 'musas': Jackeline era para mí, la princesa Isabel Rondela la diseñé para mi hermana y Mariana Dankworth, la duquesa de Reiprin, es mi madre. No obstante, aunque estas figuras de ficción comparten gran parte de nuestra personalidad, no somos del todo nosotras, pues también se emplearon 'pedacitosp del carácter de otras personas.
Me gustaría aprovechar esta pregunta para pedirles a mis amigos y conocidos que no se busquen en mis libros. Los personajes son amalgamas, un conglomerado de identidades y experiencias, tanto propias como ajenas. Muchos de ellos han sido creados al servicio de la trama y de sus protagonistas. ¿Es posible que alguien se vea reconocido? Sí, pero no porque los utilizara de base para diseñarlos, sino porque en una situación determinada se comportó de un modo muy concreto que yo cogí prestado para concedérselo a un ser ficticio o por ser poseedor de un rasgo muy particular que me hacía falta para el progreso de la historia y el desarrollo de los personajes principales. Estas curiosidades de creación e inspiración que se dan entre bambalinas son muchas y probablemente las iré resolviendo en redes sociales.
¿Te has llegado a encariñar de los personajes de tu novela, han cobrado vida propia?
Sí, muchísimo, pero no tanto como para llorar la muerte de alguno de ellos…, aunque últimamente sí que me he planteado concederle a uno muy especial una segunda oportunidad… Convivo con ellos como si fueran multitudes de conciencias o múltiples versiones de mí y de la Mariana que podría haber sido en una vida paralela. Me he encariñado porque son voces que me persiguen desde los doce años y raramente están en silencio; diría que solo cuando estoy dormida. Cada día, me despierto y me acuesto con ellos hablándome, creciendo como niños, matizando su identidad. Un estímulo cualquiera puede invocar a uno de mis personajes, este da el estirón y me dice: "Ey, oye, aquel día también me sucedió esto otro con fulanito, ve y escríbelo". Y hay estímulos por todas partes. De hecho, cuando estoy con mis amigos, en el teatro o en el cine, nunca desvío mi atención del momento presente, pero es verdad que, mientras la vida real está sucediendo delante de mis ojos, la ficción se va construyendo dentro de mí a cada segundo.
En cuanto a tu estilo, muy descriptivo y hasta cinematográfico, ¿qué influencias crees que has tenido y cómo lo definirías tú?
Lo definiría como 'barroco'. En casi todos los aspectos de mi vida soy barroca; las postales y los lienzos los decoro con multitud de dibujos, oculto el árbol de Navidad bajo un cúmulo de adornos, el desorden de mi habitación, lo mucho que dilato las anécdotas, el empleo de la hipérbole como recurso para manejar situaciones que me molestan… Parece que sufro de 'horror vacui' y esto se ve reflejado en mi modo de escribir, en el abundante uso que hago de adjetivos, metáforas y oraciones subordinadas.
Entre mis principales referentes literarios cuento con Leopoldo Alas 'Clarín', Juan Valera, Alexandre Dumas, Jane Austen, Charlotte Brontë, Emilio Salgari, V.C. Andrews con Flores en el ático y Wenceslao Fernández Flórez con El bosque animado. La prosa tan delicada y especial de estas dos obras que menciono me sedujeron al instante. Por otro lado, me emociona el teatro, cada día de cine constituye una verdadera experiencia sensorial e intelectual y me maravilla la capacidad que los compositores tienen de transmitir con sus bandas sonoras una historia sin palabras, por lo que también bebo mucho de estas disciplinas artísticas.
A este respecto, una de las influencias más importantes que he tenido ha sido la mirada de mi hermana, Isabel. Las dos somos grandes apasionadas del cine, pero fueron sus ojos de artista los que me instaron a perseguir a la cámara y a admirar su trabajo. A través de su lente muda, la mesa de una cocina puede convertirse en un escenario tremendamente minucioso. Me gusta que la literatura también lo sea, tanto como explorar y exprimir la riqueza del léxico español. Observar el modo de grabar las películas me ha ayudado a describir el contexto y el espacio en el que se mueven los personajes, así como a 'saltar' de uno a otro, tal y como lo haría una cámara para adentrarse en la mente de cada uno de ellos. Esto y la simultaneidad del teatro, donde tienes que estar desviando la atención de un lado a otro del escenario para abarcar todo lo que sucede sobres sus tablas me han favorecido a la hora de aportar dinamismo e intimidad a las relaciones humanas que sostienen la trama coral de la saga.
Igualmente, los musicales han sido fundamentales en mi desarrollo como escritora. El fantasma de la ópera me hizo consciente del amor, de la angustia y de la profunda tristeza que los instrumentos pueden cantar y la voz humana transmitir. Este género me ha proporcionado las herramientas necesarias para profundizar y embellecer las emociones de los personajes -buenas o malas- y para ver la música en cada fragmento.
Agradeces en la introducción el apoyo de tu padre, la contribución de tu madre como correctora (y paño de lágrimas), y el arte de tu hermana, autora de la portada y de la representación de los personajes... ¿Hubiera sido posible esta novela sin ellos?
Sí, la historia latía dentro de mí y creo que habría brotado de todos modos, pero tengo muy claro que los personajes habrían sido infinitamente más planos. Buena parte del desarrollo de mis emociones y de mi crecimiento como ser humano se lo debo a mi familia y también a mis amigos; de todos ellos aprendo constantemente. Sin proponérmelo, les he ido sometiendo a un análisis de identidad, observando como un topillo el modo particular que cada uno tiene de formar parte del mundo y de interactuar con otras personas. Es una información que almaceno, a veces de manera inconsciente, y que, después, o bien la descarto, o bien la aplico a mis personajes.

- Jackeline Dankworth y los hermanos Merino (Día I) -
