Murcia Plaza

EL INTERIOR DE LAS COSAS

Como agua para chocolate

  • Foto: ELIZABETH GADD

El sol apareció ayer, entre nubes, a las 10:50 horas, en el cielo, al mismo tiempo que comenzaron a cocinarse los sofritos de los patios interiores de mi casa. Sobre todo, una mezcla selecta de la base de una paella de marisco, o mixta. Ciertamente, estos aromas me reconcilian con la vida ciudadana. 

Una mañana de grises y de un calor insoportable. Los primeros pasos de mi perro Pancho en el Parque Ribalta fueron perezosos, arrastrando una pesadez acorde con esa especie de neblina que forman los excesos de humedad… Nos sentamos en uno de los bancos cercanos al bello espacio recuperado que antes ocupaba el monumento franquista, esa cruz que, ya trasladada, produce miedo en la calle Rafalafena, y que Vox quiere devolver a mi barrio.

La cebolla tiene que estar finamente picada. Les sugiero ponerse un pequeño trozo de cebolla en la mollera con el fin de evitar el molesto lagrimeo que se produce cuando uno la está cortando. Lo malo de llorar cuando uno pica cebolla no es el simple hecho de llorar, sino que a veces uno empieza, como quien dice, se pica, y ya no puede parar. No sé si a ustedes les ha pasado pero a mí la mera verdad sí. Infinidad de veces.

En los momentos más difíciles de mi vida suelo regresar, entre otros títulos, al magnífico libro y a la realidad mágica que contiene Como agua para chocolate, de Laura Esquivel. Porque sigo poniendo unas hojas de cebolla sobre mi cabeza cuando pico este manjar, igual que me enseñara mi abuela Pepica que, además, decía que ese llanto era bueno para relajar todos los males y todos los duelos. 

Con casi media cebolla en la cabeza las lágrimas son un río fluido de emociones, con enormes cascadas que inundan la cocina, con mi Pancho escapando de la estancia, por ese temor que siempre tiene al agua. Llevo días, semanas, echando lágrimas por toda la casa, y cómo bien escribe Laura Esquivel, hemos recogido varios sacos de sal de tanta lágrima evaporada. Y sentimos todo el peso y significado del dicho mexicano que explica el duelo, la rabia y lo jodida que puede sentirse una persona: Como agua para chocolate.

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