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Belgrado, el nuevo destino 'underground' 

  • Exterior del templo de San Sava (OLGA BRIASCO)

MURCIA. Seguramente, al leer que te llevo de viaje a Belgrado, has pensado en la antigua Yugoslavia y en aquella primavera de 1999, cuando la OTAN bombardeó la ciudad. Un ataque que se extendió durante 78 días y fue ordenado por el entonces secretario general de la OTAN Javier Solana. Una instrucción con la que el mundo cambió por completo y cuyas heridas siguen abiertas en algunas partes de la ciudad. Pocas, pero siguen. Un pasado que sirve para aprender de los errores pero que en absoluto ancla a Belgrado en él. Todo lo contrario, porque la capital de Serbia me da la bienvenida con una personalidad y alegría que me atrapa al instante. 

Lo hace con ese aire de ciudad desaliñada, con edificios socialistas junto a otros de corte imperial o modernos. Un caos ordenado como el de sus coquetas terrazas, repletas de gente celebrando la vida. Más tarde me sumergiré en ese ambiente, porque antes quiero ir a los cimientos de la ciudad: la fortaleza Kalemegdan, situada en lo alto de una colina, muy cerca de donde el Danubio confluye con el Sava. Su trascendencia la entendieron ya los celtas y, por ello, levantaron el asentamiento de Singidunum, sobre el que posteriormente se construyó un importante fuerte romano. Y por esa ubicación tampoco hay que extrañarse de que fuera destruida y reconstruida en cien ocasiones, la última en la II Guerra Mundial.

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