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Y así, sin más

Artistas o supervivientes en el país que ni Hacienda les comprende

MURCIA. Llevo semanas pensándolo. Desde que hice la Declaración de la Renta, realmente, me ronda. Es algo que hace que me hierva la sangre. En la sociedad actual, los artistas a menudo se enfrentan a un estigma persistente: la percepción de que su trabajo no es “real” trabajo.

Esta visión, que a menudo nos tilda de vagos, ignora la dedicación, el esfuerzo y la pasión que conlleva la creación artística desde la danza hasta la actuación, pasando por la escritura, la música, el diseño de moda, el estilismo, la fotografía, el interiorismo, el diseño gráfico, la dirección cinematográfica o artística y un largo etcétera de profesiones que quizá desconocemos porque no son las habituales. Aquí podríamos añadir a periodistas, graduados en Bellas Artes y todas aquellas personas que produzcan algo que, realmente, se ve pero no corre palpándose entre la sociedad; que existen, pero no materialmente como tal. Me atrevería a añadir aquí a mis amigas y amigos modelos –a los que llevan la palabra “súper” delante y a los que no– porque todo el mundo les dice “qué guay ser modelo”, pero después he escuchado los “¿Ese? Si ese no ha dado un palo al agua en su vida” sin saber ni entender todo el trabajo que hay tras una modelo. Todos hemos aguantado ser, para alguien, “los de la moda”, “los del arte”, “los raritos”, “los que se comen demasiado el coco”, “los superficiales” y un largo etcétera de indefiniciones.

La idea de que los artistas son vagos proviene de una falta de comprensión sobre lo que implica ser un creador. La creación artística no solo requiere talento que viene innato, sino también una gran cantidad de tiempo, práctica y perseverancia. El talento está bien, sí, pero como un futbolista, tenista o waterpolista, si este no se pone en práctica no servirá de nada. Hay que entrenar diariamente.

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