MURCIA. ¿Quién no ha dicho esta frase alguna vez? Yo misma sin ir más lejos me he sorprendido verbalizándolo después de alguna maniobra automovilística de la vecina. Y es que nuestra manera de conducir es nuestra, femenina, lleva el sello de la casa. ¿Cómo? ¿Femenina? Pensará usted. Pues sí, nos caracterizamos por el despiste conduciendo y hacer lo que nos viene en gana… Pero vamos, esto no sólo cuando conducimos. Cuántas veces le ha preguntado su madre:
—Hijo, ¿qué os preparo mañana para comer? ¿Cocido o arroz?
—Pues no sé, mamá… Arroz.
"Es consecuencia de siglos de historia. Lo llevamos en el ADN"
Y cuando usted llega ahí está, un buen cocido con sus pelotas, su panceta y su chorizo… Como tiene que ser. Porque en el fondo a su madre se la refanfinfla lo que a usted le apetezca, tiene muy claro lo que quiere hacer y lo que va a hacer de comer el domingo. Preguntarle es un mero trámite para que piense que es usted quien elige. Pero la buena señora tiene comprado el arreglo desde el viernes… ¡En hacer arroz estaba pensando ella! ¡Le jode usted el domingo! Tiene que esperar a que entre por la puerta para echarlo porque si no se le pasa y encima se queda en el plato. Mejor cocido, que lo deja hecho antes de irse a misa y si sobra aún congela o hace ropa vieja al día siguiente.
Toda esta disertación que les he soltado es para que entiendan un poco mejor cuál es la estructura del pensamiento femenino. Procedamos pues:
Primer paso. Planteamiento del problema a nivel interno, es decir, en nuestra cabecita.
Segundo paso. Resolución personal e intransferible, lo que viene siendo un Juan Palomo… Yo me lo guiso, yo me lo como.
Tercer paso. El preguntao. Involucramos a la persona implicada en la acción a llevar a cabo.
Cuarto paso. La escucha. Tras la pregunta nos desconectamos de la respuesta de la persona interrogada sin interlocución alguna por nuestra parte, o sea, el otro nunca obtendrá respuesta, ni afirmativa ni negativa.
Quinto paso. La acción. Ponemos en marcha la decisión tomada en el paso dos independientemente de la respuesta del cuatro.
Importante es destacar que algunas veces el paso cinco puede pasar al puesto tres. Tras tomar nuestra propia decisión empezamos a ejecutar las acciones necesarias para la resolución del problema. Al fin y al cabo, ya sabemos qué queremos y nada va a cambiar nuestra decisión. En esta misma línea, como sospecharán, muchas veces suprimimos el paso tres y cuatro, preguntao y escucha. Si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería. Si lo tenemos claro, ¿para qué perder el tiempo en hacer el paripé?
Lo que sí les voy a descubrir, sobre todo a los hombres que seguro han visto reflejada en esta caricatura a muchas féminas de su entorno, es que esto no es fruto de una naturaleza caprichosa. No, no nacimos así. Es consecuencia de siglos de historia donde la mujer ha tenido que tomar multitud de decisiones a lo largo del día para protegerse a ella y a su familia. Lo llevamos en el ADN.
Seguro que a partir de hoy entenderán mejor a una mujer al volante. No estamos locas, es sólo cuestión de la genética.
Gracias por su lectura.