MURCIA. "Se dice de aquel que lucha contra cualquier tipo de circunstancia adversa que se le presente para conseguir salir adelante". Ese es el significado literal de luchador, palabra que veo grabada a fuego en los ojos de mi bebé, de tu bebé si también nació prematuro.
El mundo de los bebés prematuros, que son aquellos que nacen antes de las 37 semanas completas de gestación (en mi caso fue a las 32 semanas y con apenas un kilo de peso, ¡¡como un paquete de arroz!!), es más habitual de lo que jamás me hubiera pensado. De cada 10 bebés nacidos, uno es prematuro, y cada 40 segundos muere uno de ellos y éste porcentaje está aumentando en todo el mundo por los efectos de los conflictos, el cambio climático y la covid-19, sin contar que con demasiada frecuencia el lugar donde nacen los bebés determina si sobreviven o no.
Un parto prematuro previo, la gestación múltiple (como gemelos), la mala nutrición durante el embarazo, la falta de atención prenatal regular, las infecciones, el uso de tecnologías de reproducción asistida (como la fecundación in vitro) y la hipertensión arterial pueden aumentar el riesgo de un parto prematuro.
"Hasta que llega ese día que puedo tenerlo encima unas horas y hacer contacto piel con piel"
El mundo está lleno de Izan, Cloe, Abrar, Laras... Nacieron antes de tiempo y su pronta pequeña vida les hizo luchar en su nuevo gran mundo. Un mundo cargado de cables, sondas, medicación pero rodeado de la gran entrega de enfermer@s, pediatras y en general todo el personal neonatal de un hospital que hace más llevadero a unos padres primerizos, y en otros casos ya veteranos. Ellos hacen que, día tras día durante muchas semanas, sus mochilas cargadas de inseguridades, dudas, preocupaciones y miedos sean rodeadas del gran amor, ilusión y deseos de que llegue el gran momento de poder coger a mi hij@, tu hij@, luchador, y llevártelo a casa.
Ese momento, a veces corto, o a veces largo como en mi caso, me llevó también a tener mi pequeña gran lucha. Lucha por entender por qué mi bebé ha tenido que empezar tan pronto a pelear para sobrevivir; lucha por no sentirme culpable por ello; lucha por sacar fuerzas día a día para pasarte horas interminables mirando una incubadora donde se va terminando de formar mi bebé y del que apenas puedo tocar. Hasta que llegan esos días donde puedo tenerlo encima unas horas (no exento de sus cables y sondas) y hacer contacto piel con piel; hasta que llegan los mejores días donde ya deja su incubadora, pasa a una cuna y, por tanto, ves por fin esa luz a través de un túnel largo, oscuro y lleno de piedras.
Y sí, todo llega.... Llega el día que tengo la gran suerte de que mi hij@, tu hij@, salga de su "hogar" hospitalario para ir a mi hogar, tu hogar. La mochila seguirá cargada, por supuesto, de otras inseguridades, dudas, preocupaciones y miedos, pero con una fortaleza jamás pensada por el ejemplo de mi pequeño gran luchador, tu luchador, que quiere seguir luchando contra cualquier circunstancia adversa.
Laura Tenas
Directora de oficina en SafeBrok Europe
Foto RojoLover by Mª José Puche