MURCIA. Estoy sentada en la bocana del puerto, con las piernas colgando y respirando la fresca brisa del mar. Al tiempo que veo barcos entrar y salir del puerto, me pasa mi vida por la mente en forma de fotogramas. Los voy embarcando, voy poniendo los buenos recuerdos en los barcos que entran y en los barcos que salen a mar abierto aquellos que prefiero olvidar.
Después de 20 minutos jugando con los barcos y mis recuerdos, abro los ojos y vuelvo a la realidad: estoy sentada meditando con Mamen Fernández en mi clase de mindfulness.
La vida que casi todos llevamos en la actualidad nos hace recurrir a todo tipo de técnicas de sanación, auto conocimiento, liberación de estrés y aquellas enfocadas a encontrar tu ikigai. La mayoría de nosotros salimos del gimnasio para ir al psicólogo, practicamos mindfulness, yoga, reiki, feng shui, terapia LNT, constelaciones familiares… ¡Nunca ha habido tantos runners!
"estamos empezando a ser conscientes de que sin salud no hay vida"
Todo un universo de recursos anti estrés que nuestros abuelos nunca necesitaron a pesar de ser técnicas de sanación milenarias y a las que recurrimos después de pasar por la consulta del médico para que nos prescriba unos comprimidos mágicos para superar la depresión y el estrés a por los que corremos a la farmacia móvil en mano para pedir lo prescrito en nuestra receta electrónica.
Empezamos el día: después de hacer ejercicio, meditar y realinear los chakras, estamos listos para entrar en el ojo del huracán en que hemos convertido el trabajo para cumplir los KPI’s, responder 200 emails, pasar el día al teléfono resolviendo un marrón tras otro para acabar el día con meditación para poder ordenar y calmar la mente antes de dormir.
Mens sana in corpore sano. Todos lo hemos convertido en una de nuestras metas.
Afortunadamente, en los últimos tiempos nos estamos dando cuenta de que la deriva que hemos tomado no nos lleva a buen puerto, tanto en lo personal como en lo laboral. Se atisban cambios en nuestras prioridades que están afectando al mercado de trabajo y que originan una adaptación de los departamentos de recursos humanos a la valoración del tiempo libre y al cuidado de la salud del empleado.
Porque por fin estamos empezando a ser conscientes de que sin salud no hay vida, que nuestro cuerpo es la única casa que tenemos, y en este caso solo existe la vivienda habitual, no hay segunda residencia; por tanto, hay que cuidarla. El cuerpo somatiza los daños de la mente, por lo que no podemos ignorar las señales que nos manda y debemos prestarnos atención en cómo llevamos la cabecita y comprender que la resiliencia tenemos que llevarla por bandera, ya que en este mundo que hemos creado,lo único permanente es el cambio.
Les invito a cuidarse y cuidar a los suyos mientras cierro los ojos y procedo de nuevo a realizar mi meditación diaria.
Namaste.
Rocío Belloso Arnau
Directora de Expansión de la Cátedra de Mujer Empresaria y Directiva
Foto: RojoLover