MADRID. Una de las conclusiones de nuestro trabajo estructural -destacada en las perspectivas económicas mundiales para 2023- es que es probable que los ciclos macroeconómicos sean más extremos, frecuentes y comprimidos a medida que los bancos centrales se conviertan en una fuente adicional de volatilidad, en lugar de un compresor. Una implicación macroeconómica clave de esta conclusión es la probable mayor divergencia cíclica entre países y la necesidad de diferentes respuestas de los bancos centrales.
Sin embargo, el mercado no parece estar de acuerdo y actualmente prevé una convergencia cíclica continuada (gráfico 1), lo que supone que se mantendrá el patrón histórico que se ha formado desde finales de los años noventa.
A pesar de los actuales precios de mercado, creemos que muchos de los factores que contribuyeron a la convergencia de los bancos centrales en las tres últimas décadas han terminado o han empezado a invertirse. En consecuencia, esperamos que cambien las interrelaciones entre los países, las políticas de los bancos centrales y los precios de mercado, creando oportunidades potencialmente atractivas para la gestión activa de carteras y la selección de valores.
Nuestro punto de vista cuestiona muchos de los supuestos inherentes que se mantuvieron durante las últimas décadas, en particular:
El gráfico 2 muestra un ejemplo de esta creciente divergencia. Muestra que la reciente aceleración de la oferta monetaria mundial -definida como liquidez y depósitos redimibles a más corto plazo (M2)- en China, Europa y Japón ha compensado con creces la contracción en Estados Unidos.
Los indicadores de actividad mundial de los mercados desarrollados sugieren una resistencia a corto plazo, pero esperamos que surjan signos de divergencia y que Estados Unidos deje de marcar el ritmo. Tras la crisis financiera mundial, las autoridades monetarias de varios países imitaron de hecho a la Reserva Federal -y en menor medida al BCE- aunque el origen de sus problemas era diferente. Como resultado, esos países por lo general economías pequeñas y abiertas- terminaron con una inflación más alta en relación con EE.UU. y la zona del euro. En un mundo de baja inflación mundial, estas presiones sobre los precios elevaron los costes de la vivienda y el apalancamiento de los hogares. Estos efectos adversos de la convergencia de la política monetaria tuvieron menos impacto a nivel mundial, ya que se trataba de economías pequeñas.
Mientras la crisis bancaria estadounidense no se transforme en un problema bancario mundial, otros países que sigan rápidamente la respuesta de la Reserva Federal al problema actual volverán a enfrentarse a las consecuencias: por citar una, tendrán más probabilidades de encajar una inflación elevada a medio plazo. Por eso creemos que algo falla en la actual fijación de precios entre mercados. O bien la actual fijación simétrica de precios en los mercados, que supone que los bancos centrales seguirán automáticamente un posible recorte de la Reserva Federal, es errónea, o bien, si es correcta y los bancos centrales vuelven a tomar ejemplo de las medidas de política de la FED, esta convergencia injustificada de las políticas podría dar lugar a primas de riesgo más elevadas en el tramo largo de las curvas de rendimiento en varios países. El precio actual de la parte larga de sus curvas está fuera de lugar dada la magnitud de las implicaciones, con el potencial de un rendimiento significativamente inferior al de EE.UU. en toda una serie de activos. Algo tiene que cambiar.
John Butler es estratega macro de Wellington Management
El analista recopila lo más destacado de las últimas referencias macro e informes económicos publicados referentes al Viejo Continente